f Romanos - (Cap. - 8)

ROMANOS

CAPÍTULO 8

Romanos 8:1

Romanos capítulo 8 es uno de los capítulos de la Biblia más estimulantes y conmovedores y de mayor bendición para la persona que está “EN CRISTO JESÚS” (comparar v.1 y v.39). El capítulo comienza con NINGUNA CONDENACIÓN (v.1) y termina con NINGUNA SEPARACIÓN (vs.35-39). La palabra clave en la primera parte de este capítulo es la palabra “ESPÍRITU” (aparece 20 veces en el capítulo 8, en tanto que solo aparece 4 veces en los primeros 7 capítulos).

La persona que está “EN CRISTO JESÚS” está salva y segura para siempre (v.1). Romanos capítulo 8 es uno de los capítulos clave de la Biblia, que expone muy claramente la doctrina de la seguridad eterna.

“Ninguna condenación (juicio)” (v.1). Ni un poco de condenación. Comparar también Juan 3:18; 5:24 y 1 Corintios 11:32. La palabra “condenación” significa literalmente “juicio que cae (sobre alguien)”. El juicio de Dios no caerá sobre mí. ¿Por qué no? Ver Romanos 7:24; 8:2 – He sido liberado y libertado de la ley del pecado y de la muerte. Si aún estuviera bajo la ley del pecado y de la muerte, entonces yo estaría bajo la condenación de Dios (el pecado demanda juicio, muerte y condenación – el castigo por el pecado tiene que pagarse). Pero, alabado sea Dios, el Calvario se ocupó de todo ello. Dios condenó a Su Hijo (Romanos 8:3) para que yo nunca fuese condenado (Romanos 8:1). El juicio de Dios cayó sobre Su único Hijo unigénito, para que Su juicio no tuviera que caer sobre mí. Yo no estoy condenado, antes bien YO ESTOY JUSTIFICADO. Recuerda la enseñanza de la última parte de Romanos 5. EN ADÁN yo estoy condenado, pero EN CRISTO, estoy justificado.

El verdadero creyente no vendrá a condenación o juicio (Juan 5:24). “No hay condenación” para él (Rom. 8:1). Todos sus pecados han sido tratados en la cruz. El juicio del creyente por el pecado tuvo lugar hace como 2000 años, cuando Cristo fue juzgado y condenado por nosotros. ÉL fue castigado y condenado por mis pecados. La ira de Dios fue derramada sobre ÉL. “ÉL herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. El Señor cargó en ÉL el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Y cuando venimos a Cristo en fe, somos justificados y declarados “NO CULPABLE” por el Juez del universo entero. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:33-34). Si Dios nunca nos condenará y si Dios nunca nos acusará de culpa, entonces no necesitamos preocuparnos.

Estamos “en Cristo Jesús”, en Aquel que es NUESTRA VIDA. Estamos tan identificados con el Cristo resucitado y glorificado, que tal como ÉL es, así somos nosotros. La condenación nunca podría caer sobre nosotros, porque estamos identificados y unidos a ÉL. En otras palabras, estamos tan identificados con Cristo, que si Dios nos condenara a nosotros, ÉL tendría que condenar también a Su Hijo. ¡Imposible! “En ésto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como ÉL es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17).

Por una parte se nos dice que el creyente no vendrá a condenación (Juan 5:24 y Romanos 8:1) y por otra parte se nos dice que todo creyente estará ante el Tribunal de Cristo (Romanos 14:10). ¿Cómo pueden entenderse estos dos hechos aparentemente contradictorios? 1) El creyente nunca estará ante Dios como JUEZ para ser condenado por sus pecados y para ser castigado por sus pecados. Esta condenación y este castigo ya han caído sobre Cristo, nuestro Sustituto (Romanos 8:3 y ver el párrafo anterior). Recuerda, si el creyente tuviera que ser condenado por un solo pecado, eso sería suficiente como para condenarlo para siempre al lago de fuego. 2) El creyente estará ante el BEMA o el Tribunal de Cristo para dar cuenta sobre qué tan fielmente ha vivido la Vida Cristiana desde el día en que fue salvo. El asunto no será condenación o no condenación, sino el asunto será recompensas o pérdida de recompensas (1 Corintios 3:12-15). La pérdida de recompensas no significa pérdida de la salvación. Aún el cristiano más infiel “será salvo” y no condenado ante el tribunal de Cristo (1 Corintios 3:15).

¿Quién puede reclamar y disfrutar de esta maravillosa declaración de “NINGUNA CONDENACIÓN”? Sólo los que están “EN CRISTO JESÚS” (v.1). No hay lugar más seguro donde estar. En los días de Noé había un solo lugar seguro donde estar – en el arca. El juicio de Dios cayó sobre todos los que no estaban en el arca. Jesucristo es hoy nuestra Arca de Salvación. Los que tienen una posición en ÉL, están salvos y seguros y ya no están en peligro del juicio de Dios.

“En Cristo Jesús” – todas las cosas maravillosas acerca de las cuales nos hablará Pablo en Romanos 8 se aplican solamente a los que están en Cristo Jesús. Todo verdadero creyente está “en Cristo” (ver Gálatas 3:26-28: “bautizados en Cristo” por fe). La última vez que nos encontramos con esta expresión “en Cristo Jesús” fue en Romanos 6:23. En Cristo tenemos vida eterna (Rom. 6:23). En Cristo no hay condenación (Rom. 8:1). En Cristo somos realmente bendecidos (Efesios 1:3).

“Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Hay alguna duda si acaso estas palabras pertenecen al texto inspirado de las Escrituras. Los que estudian los manuscritos griegos nos dicen que algunos manuscritos griegos contienen estas palabras y que otros manuscritos griegos no contienen estas palabras. Ver por ejemplo las traducciones del Nuevo Testamento de John Darby y William Kelly de Romanos 8:1: “Ahora pues no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús”. (Comparar también otras traducciones). Deberíamos notar también que estas mismas palabras se encuentran al final del versículo 4 (donde los manuscritos griegos coinciden), y es posible que un escriba tomara estas palabras del versículo 4 y equivocadamente las añadiera al versículo 1.

La mayoría de las variaciones textuales del Nuevo Testamento griego son de tan poca importancia, que no afectan en ninguna manera el sentido del texto y normalmente no vale la pena mencionarlos, pero la variación textual aquí en Romanos 8:1, tiene algún significado doctrinal. La pregunta clave es ésta: ¿Nuestro bendito estado de “ninguna condenación” depende de nuestra posición “en Cristo Jesús” o depende también de  la manera en que andamos y vivimos la vida cristiana? ¿Depende de Cristo y Su obra consumada o depende también de nuestro ANDAR?

Si nuestra ninguna condenación dependiera de nuestro andar, todos nosotros estaríamos en problemas. ¿Quién de nosotros tiene un ANDAR tan perfecto que pudiera presentarlo a Dios y que Dios no encontrara falta ni condenación en él? ¿Quién de nosotros anda siempre conforme al Espíritu y nunca anda conforme a la carne? ¿Quién de nosotros podría decir que nuestro andar es perfecto y sin pecado (1 Juan 1:8-10)? ¿Quién de nosotros podría decir que no necesita un Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo, para aquellos momentos en que nuestro andar no es lo que debería ser? Todas las gracias sean a nuestro bondadoso y misericordioso Salvador, que nuestra justificación y liberación de la condenación depende solamente de nuestro Señor Jesucristo, Su sangre derramada y de Su VIDA sin fin. Si dependiera de nuestro andar, todos nos bañaríamos en el lago de fuego para siempre.

Para un mayor estudio sobre esta materia textual, ver Estudios sobre el Libro del Deuteronomio de C.H.Mackintosh (su disertación sobre Deuteronomio capítulo 4). Mackintosh diserta largamente sobre Romanos 8:1 y del motivo por el cual la última cláusula no pertenece al texto inspirado por Dios de las Escrituras (pero pertenece ciertamente al versículo 4).

Romanos 8:2

Comparar con Romanos 7:24. La pregunta era “¿Quién me librará?” La respuesta en Romanos 8:2 es ésta: “Cristo ya me ha librado”. La última parte de Romanos capítulo 7 era una descripción de la lucha del creyente y su CONDICIÓN de fracaso. En el capítulo 8, Pablo anima al creyente a fijar su mirada en su prefecta e infalible POSICIÓN en Cristo Jesús. Mientras más confiemos en los hechos de Dios acerca de nuestra POSICIÓN, tanto más esto afectará y cambiará nuestra presente CONDICIÓN.

Romanos 8:2 menciona dos leyes. Ilustración: La ley de la gravedad y la ley de la aerodinámica. La ley de la gravedad dice que un objeto metálico grande y pesado en el cielo tiene que caer y estrellarse (el avión tiene que estrellarse). Pero la ley de la aerodinámica es una ley superior y vence la ley de la gravedad y permite que el pesado avión remonte y vuele y no se estrelle. La ley del pecado y de la muerte me lleva a caer y a fracasar y a derrumbarme (Rom. 7:23-25), pero la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me capacita para vivir una vida que agrade a Dios (Rom. 8:2).

Romanos 8:3

Hay ciertas cosas que la ley no puede hacer. La ley es justa, pero no puede justificar (Rom. 7:12; 3:20). La ley es santa, pero no puede santificar (Rom. 7:12). La ley me puede decir que soy un pecador, pero no puede hacerme santo. (El espejo puede mostrarme mi suciedad, pero no puede limpiarme). Lo que la ley no pudo hacer, DIOS LO HIZO. Lo que LA LEY no pudo hacer, EL CORDERO sí lo pudo hacer.

¿Por qué era débil la ley? El problema no era con la ley, sino conmigo. Era “débil por la carne” (comparar 7:14). En realidad, la ley es muy poderosa. La ley puede DAR VIDA si una persona CUMPLE TODOS LOS MANDAMIENTOS TODO EL TIEMPO (Lucas 10:25-28; Mateo 19:16-17), pero nadie de nosotros ha hecho ésto o podría hacer ésto, de modo que la ley no puede dar vida. No puede traer bendición, sólo maldición (Gálatas 3:10-11). Pero la debilidad es nuestra y no de la ley. Ilustración: Piensa en un ancla resistente. ¿El ancla es capaz de sujetar? SÍ. Pero si echas el ancla en el fango blando no sujetará. “Lo que el ancla no pudo hacer porque era débil por el fango”. El problema no es la santa ley de Dios, sino nuestra carne pecaminosa.

Note como se expone el evangelio en Romanos 8:3. En esencia está diciendo que Dios envió a Su Hijo único e impecable (literalmente “Hijo de ÉL Mismo”) para ser condenado en nuestro lugar y para morir por nuestros pecados. ¿Por qué hizo ésto? Para que podamos vivir a la justicia (v.4 comparar 1 Pedro 2:24).

Note con cuanto cuidado Pablo dice estas cosas. Si lo hubiese dicho de una manera ligeramente diferente, habría sido una herejía (una enseñanza falsa acerca de la persona de Cristo). El no dijo “en semejanza de carne”, porque esto sería decir que Cristo no era realmente un hombre. Cristo vino en carne y fue un verdadero Hombre (1 Juan 4:2-3). Pablo no dijo “en carne de pecado”, porque eso habría hecho de Cristo un pecador. ¿Qué estaba diciendo Pablo? El está diciendo que Cristo era verdaderamente un hombre, pero que no era un hombre pecador.

“A causa del pecado” – como un sacrificio por el pecado. ÉL ocupó mi lugar. Comparar 2 Co. 5:21. La condenación se refiere al juicio de Dios que cae sobre una persona. El juicio de Dios por el pecado cayó sobre mi inocente Sustituto cuando ÉL murió en la cruz, para que no caiga sobre mí (Rom. 8:1). El fuego del juicio de Dios quemó la cruz y la tierra alrededor, para que cuando yo tome mi lugar (por fe) al pie de la cruz, el fuego de Dios no me queme a mí (el fuego no quemará dos veces la misma área).

Romanos 8:4

“Justicia” significa “justas demandas”. La ley tiene ciertas demandas justas. La ley demanda y requiere que una persona viva una vida justa, amando a Dios (perfectamente) y amando al prójimo (perfectamente). ¿Cómo puedo cumplir lo que la ley requiere? ¿Cómo puedo guardar la ley? La Persona y el Poder del Espíritu Santo lo hace posible. Observe con cuidado que el versículo no dice “por nosotros”, dice “en nosotros”. Esto es algo que Dios hace EN MÍ por Su poder y por Su operación y por Su Espíritu. “La carne” es lo que yo hago en y por mí mismo (lo que yo produzco). “El Espíritu” se refiere a lo que Dios hace en mí por la Persona del Espíritu Santo que mora en mí. La ley requiere que YO AME A DIOS y QUE AME A MI PRÓJIMO (Mateo 22:36-40). Estos dos mandamientos no solo resumen los Diez Mandamientos, sino todos los mandamientos de Dios. Yo no puedo cumplir la ley tratando de cumplir la ley. Un pecador no puede guardar la santa ley de Dios; es imposible. Aún un “pecador renovado” no puede hacer ésto. Como vimos en Romanos 7:14-25, la persona salva quiere, pero no puede: “El querer el bien (cumplir la ley de Dios) está en mí, pero no el hacerlo” (Rom. 7:18). La clave para cumplir la ley es AMOR (Rom. 13:8-10 y Gál. 5:14). La clave para tener AMOR es un andar conforme al Espíritu (Gál.5:13-23 y Rom. 8:4). Es el Espíritu de Dios entonces el que produce en mi este AMOR (Gálatas 5: 22). Yo no puedo, pero ÉL puede. Si una persona está andando conforme al Espíritu, entonces Dios está obrando en ella produciendo esa vida justa. Somos hechura Suya (Efesios 2:10). Es imposible para mí, esto es en mi carne, cumplir la ley de Dios. Es imposible para Dios en mí, (cuando le permito hacer Su obra) no cumplir la ley. Lo que la carne nunca podría hacer, Dios puede hacer (comparar versículo 3).

Considere el siguiente diagrama que muestra el contraste entre la persona dominada por la carne y la persona dominada por el Espíritu. Este diagrama trata con los primeros 14 versículos de Romanos capítulo 8:

Romanos 8:1-14

Contraste Entre la Persona Dominada por la Carne
y la Persona Dominada por el Espíritu Santo

 
Dos Categorías
 

 
LA PERSONA
DOMINADA POR LA CARNE
“los que son de la carne” (v.5)

 
LA PERSONA
DOMINADA POR EL ESPÍRITU
“los que son del Espíritu” (v.5)

 
Dos Reinos
 

 
“EN LA CARNE” (v.8)

 
“EN EL ESPÍRITU” (v.9)

 
Dos Condiciones Espirituales
 

 
“No es de ÉL” (v.9)

 
“Es de ÉL” (El es un Cristiano)

 
Dos Nacimientos
 

 
Nacido de la carne (Juan 3:6)

(Estamos en la carne por nacimiento natural)

 
Nacido del Espíritu (Juan 3:5-6)

(estamos en el Espíritu por el nuevo nacimiento, por regeneración)

 
Dos Propósitos
 

 
Piensa en las cosas de la carne (vs.5-7)

 

 
Piensa en las cosas del Espíritu
(v.5 y ver Col.3:1-2; Mat. 16:23)

 
Condición Presente
 

 
Muerte (versículo 6)
(No tiene relación con Dios)
No puede agradar a Dios (v.8)

 
Vida y Paz (versículo 6)
Vida en un mundo muerto
Paz en un mundo agitado

 
Condición Futura
 

 
Muerte (versículo 13)
(Ver Gálatas 5:19-21)

 
Vida resucitada (versículos 11, 13)

 

 
Posesión Presente
 

 
No tiene el Espíritu (v.9)


Tiene el Espíritu (v.9)

 
Relación con la Ley de Dios
 

 
Sin ley (v.7)

Se rebela contra la ley de Dios
Y no PUEDE someterse a ella


La ley es cumplida en esta persona controlada por el Espíritu (v.4)

 
Relación con Dios
 

 
Un enemigo (v.7 y compare Rom.5:10)


Un hijo (v.14)

 
Guía
 

 
No hay guía sobrenatural (v.14)


Guiado por el Espíritu (v.14)

 
La Obligación de la Persona
 

 
Está obligado a vivir según la carne (v.12).

No puede vivir de otra manera. “Lo que es nacido de la carne, carne es” (Juan 3:6). La persona que está “en la carne” tiene que vivir en ese reino. Está dominado por su naturaleza pecaminosa heredada de Adán.


Está obligado a mortificar (hacer morir) las obras de la carne (v.13). POSICIONALMENTE ésto ya ha sido hecho (Gál. 5:24), pero EXPERIMENTALMENTE esto necesita ser realizado por fe (Col. 3:5; Rom.6:11 en vista de Rom. 6:6; etc.). Por fe tengo que considerar lo que ya ha sido hecho por Cristo.

OBSERVACIONES: hay una sola manera en que puede vivir un hombre no salvo. El está “en la carne” y tiene que vivir y andar “conforme a la carne” (Romanos 8:8 y compare v.4). No puede hacer otra cosa sino cumplir los deseos de la carne. Está totalmente esclavizado por el pecado que mora en él. Este andar conforme a la carne se describe en Efesios 2:1-3 y Efesios 4:17-19.

La persona salva es descrita como estando “en el Espíritu” (Romanos 8:9) y ya no está en el reino de la carne (Romanos 8:9). El santo Espíritu de Dios mora en él. Su vida está dominada por la Persona y la Presencia de Dios el Espíritu Santo y aún cuando no ande rectamente, el Espíritu hará notar Su presencia contristada (Efesios 4:30).

Considerando la vida de una persona salva en su totalidad, no puede decirse que esté dominada por la carne. Podrá caer en pecado, pero no persistirá en el pecado (1 Juan capítulo 3). Por la convicción del Espíritu, por confesión y, si es necesario, por disciplina (1 Co. 11:31-32) él es llevado de vuelta al camino de la obediencia. El creyente puede manifestar en cualquier momento cualquiera de las obras de la carne (Gálatas 5:19-21), pero su vida no estará dominada por las obras de la carne, porque los que “practican tales cosas (tiempo presente—siguen haciendo; los que persisten en estas cosas) no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21 y comparar 1 Corintios 6:9-11 y Efesios 5:5).

Al mismo tiempo, la Biblia pone en claro que el creyente puede estar controlado por la carne. Romanos capítulo 8 no trata con ésto, sino Romanos 13:12-14. Ver también 1 Corintios 3:1-3 y Gálatas 5:16-25. Es una anormalidad terrible que un creyente que está “en el Espíritu” ande como el hombre que está “en la carne”, y que una nueva criatura en Cristo, ande como un mero hombre no regenerado (1 Co. 3:3), pero, lamentablemente, sucede.

Romanos 8:5-6

“Pensar”= poner la mira (esta expresión es usada en Mateo 16:23 y Col. 3:2). “En las cosas de la carne”—se refiere a quienes están dominados por su naturaleza adánica pecaminosa (ver diagrama anterior). El versículo 6 debería traducirse “porque la mente de la carne es muerte; pero la mente del Espíritu es vida y paz” (comparar Romanos 6:21-23).

Romanos 8:7

“Por cuanto los designios de la carne (la mente de la carne) son enemistad contra Dios”. La carne siempre está contra Dios. La carne es enemiga de Dios. “Se sujeta” = somete. La carne no es sumisa. En cambio, se rebela contra Dios. Se subleva contra Dios y contra la ley de Dios. Una ilustración de esto se encuentra en Números 14:9-10, 27-29; 40-44 (Si Dios viene con nosotros, no iremos. Si Dios no va con nosotros, iremos. Cualquier cosa que Dios diga, ellos harán lo contrario). “Ni tampoco pueden” – la carne es incapaz de someterse. Es imposible que la carne se someta a Dios. La carne pecaminosa del hombre (la naturaleza pecaminosa del hombre) es rebelde (no se somete).

Hay cinco cosas que nunca sucederán a la carne:


  1. La carne no puede ser cambiada. La carne rebelde que no se somete, nunca será transformada en una carne sumisa y obediente. El método de Dios para tratar con la carne no es cambiarla, sino CONDENARLA (Romanos 8:3) y CRUCIFICARLA (Gá. 5:24; 2:20 y comparar Rom.6:6).
  1. La carne no puede ser reformada. No puede ser corregida o restaurada o purificada. Lo que es corrupto, permanece corrupto. Lo que es desesperadamente malvado, permanece desesperadamente malvado (Jer. 17:9). La Iglesia fue reformada (nos referimos a la “Reforma” protestante) y restaurada hasta cierto grado de pureza, pero la carne nunca tendrá una reforma. Hace 2000 años no tuvo una REFORMA sino una CRUCIFIXIÓN.
  1. La carne no puede ser entrenada (educada). La carne es porfiada. Se niega a cambiar sus caminos. Es inmutable. Nunca podrás enseñar a la carne como agradar a Dios. La carne es incorregible –no es posible que sea corregida o enmendada. La carne se niega a cambiar sus costumbres. Las obras de la carne siempre permanecen las mismas (ver Gálatas 5:19-21).
  1. La carne no puede ser mejorada. Siempre permanece igual: depravada, corrupta, malvada, pecaminosa, mala, contraria a Dios, rebelde, porfiada, orgullosa, etc.
  1. La carne no puede ser reconciliada con Dios. Siempre se opondrá a Dios (ver Gálatas 5:17). Nunca estará en paz con Dios; por el contrario, hay una lucha constante. Dios nunca podrá estar en armonía con lo que no está en armonía con Su carácter santo y justo.

Todo hijo de Dios puede regocijarse en este hecho: “Pero los que son de Cristo (los que pertenecen a Cristo) han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24).

Romanos 8:8

Por cuanto estas cosas, respecto a la carne, son así (v.7), los que están EN LA CARNE (los que no son salvos) NO PUEDEN agradar a Dios (es imposible para ellos agradar a Dios). Comparar Hebreos 11:6 (los que están en la carne, son los que están sin fe). Para un comentario del Antiguo Testamento sobre Romanos 8:8 ver Proverbios 15:8, 9, 26. La carne nunca jamás podrá agradar a Dios. Para la mayoría de las personas es muy, muy difícil aceptar la verdad de este versículo. Está diciendo que todo lo que hice en mi vida (antes de venir a Cristo) era inaceptable para Dios y no le agradaba. Nosotros podemos haber considerado muchas cosas como buenas y rectas y dignas de alabanza, pero Dios no estaba complacido. La única manera en que podemos agradar a Dios es “POR JESUCRISTO” (Hebreos 13:21).

¿Qué sugieren los versículos 7 y 8 acerca de la persona que tiene la mente del Espíritu? (Ocuparse del Espíritu es tener la mente del Espíritu o tener una mente espiritual). Veamos lo opuesto: La mente espiritual (la mente del Espíritu) es un amigo de Dios (está en paz con Dios, no hay guerra, no hay hostilidad), porque es sumisa a la ley de Dios (Rom. 8:4) y siempre lo será. De modo que los que viven según el Espíritu PUEDEN agradar a Dios. El versículo siguiente habla de los que están en el Espíritu:

Romanos 8:9

“Mas vosotros” (en contraste con los que están en la carne). Vosotros no estáis en la carne. Ustedes pueden agradar a Dios. Toda persona salva está “EN EL ESPÍRITU” y toda persona no salva está “EN LA CARNE”. Todo creyente es “espiritual” en el sentido que TIENE el Espíritu (ver Judas 19). “Mora” = tiene su hogar en ti. Tu cuerpo es la casa del Espíritu o su morada o su templo santo (1 Corintios 6:19-20).

Pablo está diciendo aquí que TÚ ESTÁS EN EL ESPÍRITU, SI EL ESPÍRITU ESTÁ EN TÍ. Si el Espíritu no está en ti, entonces estás en la carne (no eres salvo). “Alguno” = alguien. “No es de ÉL” = él (esta persona, que no tiene el Espíritu) no es “de ÉL”, es decir, no pertenece a Cristo, no es de ÉL, no es un cristiano, de modo que no es salvo. Por inferencia, este versículo nos enseña claramente que en todo verdadero cristiano mora el Espíritu Santo. Si una persona es salva, el Espíritu Santo MORA (habita) en ella, y ella está en (la esfera del) el Espíritu. Cada creyente en Cristo recibe el Espíritu Santo con la única condición de su fe en Cristo (Juan 7:37-39). No hay tal cosa como un verdadero creyente que no tiene el Espíritu Santo. El verdadero cristiano ya no está “en la carne” (en la esfera de la carne). El no está en la carne, pero la carne está en él (Romanos 7:18). Observe como es designado el Espíritu Santo: “Espíritu”, “Espíritu de Dios”, “Espíritu de Cristo”.

El versículo 9 dice que el Espíritu está en ti.
El versículo 10 dice que Cristo está en ti (ver también Juan 14:17, 20).

Romanos 8:10

Compare con Romanos 8:1 – Cristo está en mí (v.10) y yo estoy en Cristo (v.1). Romanos 8:9 enseña que yo estoy en el Espíritu y que el Espíritu está en mí. ¡Benditas relaciones! En Romanos 7:18 Pablo dice, “yo sé que en mí no mora el bien”, pero el creyente también puede decir, “yo sé que en mí mora el Dios vivo”. Si una persona es realmente salva, entonces Jesucristo está EN esa persona (ver 2 Corintios 13:5). De modo que lo que Pablo dice en el v.10 se aplica al verdadero creyente. Si tú eres realmente salvo, entonces esto es cierto: el cuerpo está muerto a causa del pecado. ¿En qué sentido está muerto? Tú aún no estás físicamente muerto. Pablo dice “muerto” en el sentido de “mortal” (ver v.11), lo que significa sujeto a muerte y decadencia y enfermedad a causa del pecado. El cuerpo del creyente aún no ha sido redimido (pero lo será en el futuro—Romanos 8:23). El cuerpo del creyente aún no ha sido renovado o vigorizado o vivificado, pero lo será en el futuro (Romanos 8:11).

“El espíritu vive a causa de la justicia”.  Este versículo hace un contraste entre el cuerpo del creyente y el espíritu del creyente. El espíritu no está muerto, es VIDA. Hemos sido vivificados o avivados (se nos dio vida) espiritualmente (Efesios 2:1,5). Mi espíritu fue vivificado o reavivado en el momento en que fui justificado. La vivificación de mi espíritu ya tuvo lugar en el momento de mi salvación (Romanos 8:10); la vivificación de mi cuerpo tendrá lugar en el futuro, en el día de la resurrección (Romanos 8:23).

Romanos 8:11

“El que levantó de los muertos a Cristo Jesús” se refiere a Dios el Padre. Si el Espíritu de Dios mora en ti (y esto es así, si eres salvo—Rom.8:9), entonces Dios vivificará (dará vida en el futuro) tu cuerpo mortal (tu cuerpo que todavía no ha sido redimido y que está sujeto a enfermedad, deterioro y muerte). Si el Dios Omnipotente pudo levantar a Jesús de los muertos, ciertamente también podrá cuidar de nuestros cuerpos. Esta es una maravillosa promesa de la futura resurrección de los creyentes. La presencia del Espíritu en ahora, es la garantía de tu futura resurrección (Efesios 1:13-14; 4:30).

Romanos 8:12

“Deudores” = los que tienen una obligación (Rom.1:14). No somos deudores a la carne, porque ahora vivimos en la esfera del Espíritu. No tenemos ninguna obligación para con la carne. Nada le debemos a la carne. De hecho, ya le hemos dado demasiado a la carne. Ya hemos estado demasiado tiempo en la carne (ver 1 Pedro 4:2-3) y ya hemos pecado demasiado en la carne. Más bien, soy deudor a vivir según el Espíritu. Esta es mi obligación cristiana.

Romanos 8:13

Vivamos” =tiempo presente (constante y habitualmente). La muerte (separación de Dios) está al final de una vida vivida según la carne (Romanos 6:21). “Hacer morir” = mortificar (la misma palabra se encuentra en Romanos 8:36 “muertos”). ¿Cómo hacemos ésto? ¿Cómo mortifica y hace morir el creyente las obras de la carne?

La Doctrina Bíblica de la MORTIFICACIÓN

Notemos primeramente que debemos mortificar (hacer morir) “por el Espíritu”. Esto es algo que se hace por el poder del Espíritu, no por nuestro propio poder. Hay dos aspectos de la mortificación del creyente que deben ser considerados:

  1. POSICIONALMENTE ya ha sucedido. Gálatas 5:24 dice, “los que son de Cristo (los que le pertenecen a ÉL, comparar Rom.8:9), han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Note que este versículo no dice que debemos hacer ésto, sino que dice que ya ha sido hecho. No dice “crucifica la carne”, sino dice (ya) “has crucificado la carne”. ¿Cuándo sucedió ésto? Hace 2000 años (comparar Gálatas 2:20). Cuando Cristo murió, yo morí. Fue entonces cuando mi crucifixión tuvo lugar.
  1. EXPERIMENTALMENTE el creyente necesita hacerlo: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” (Colosenses 3:5). Pero la pregunta clave es: ¿CÓMO HA DE HACERSE ESTO? La clave es la fe. La fe se afirma en el hecho de que en Cristo yo ya he muerto (ver Colosenses 3:3—“porque habéis muerto”), y por fe considero que este hecho es verdad. El “pues” de Col.3:5 señala hacia la gloriosa verdad del v.3 de que ya hemos muerto con Cristo y en Cristo. De modo que se nos dice que realicemos por fe  (Col. 3:5) lo que Dios ya ha realizado en los hechos (Gá.5:24; Col.3:3; Gá.2:20). Gálatas 5:24 expone el hecho y Colosenses 3:5 apela a la fe (basada en el hecho—Col.3:3). Mientras más consideremos nuestra POSICIÓN por fe, tanto más se hará realidad (por el poder del Espíritu) en nuestra presente CONDICIÓN. Ver Romanos 6:11 y la exposición sobre “CONSIDERAR”.

Romanos 8:14

En el versículo 9 aprendimos que un verdadero cristiano es aquel en quien mora el Espíritu Santo. En este versículo tenemos otra característica de un verdadero cristiano. Todos los que son GUIADOS por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Un verdadero creyente es guiado por el Espíritu. La persona que vive según la carne (v.12), ciertamente no es guiada por el Espíritu. Ver Juan 10:26-27. ¿Cuál es el distintivo de una verdadera oveja? La verdadera oveja sigue al verdadero Pastor. Cristo guía y Sus ovejas siguen. Así mismo, aquí en Rom.8:14 leemos que el verdadero hijo es guiado por el Espíritu. El verbo se encuentra en tiempo presente: somos guiados continua y constantemente por el Espíritu. Él está obrando siempre en nuestras vidas. Nos está guiando por el camino correcto o nos está guiando de regreso al buen camino. Nos está controlando o nos está convenciendo, pero ÉL siempre está obrando en nosotros (Él nunca nos dejará—ver Efesios 4:30). Nosotros lo estamos contristando o agradando. Nosotros estamos en la esfera del Espíritu y nunca podremos salir de esa esfera. Recuerde, estamos “en el Espíritu” (Romanos 8:9).

Romanos 8:15

La palabra clave en el capítulo 8 es “ESPÍRITU” (se encuentra 19 veces en este capítulo). En el momento en que una persona es verdaderamente salva, ella recibe el Espíritu de Dios, que aquí es llamado “el Espíritu de adopción”. La persona salva no entra en una relación legal sino en una RELACIÓN DE AMOR (comparar Rom.7:4). No somos como un esclavo que está temblando ante un amo duro y riguroso, sino somos como hijos ante el padre. La palabra aramea “ABBA” es explicada por la palabra siguiente “Padre”. Era una palabra muy familiar por padre, quizás parecida a la palabra “papá”. Nos asombra encontrar esta misma expresión, usada por el Señor Jesucristo Mismo, en Marcos 14:36. Los creyentes tienen la misma relación íntima con su Padre Celestial como la que Cristo tenía, para la alabanza de Su gracia. Nadie puede estar más cercano y ser más amado por el Padre Celestial que aquellos que están “en Cristo”.

 “Cerca, tan cerca de Dios, más cerca no podría estar
Pues en la persona del Hijo de Dios, estoy tan cerca como ÉL
Amado, tan amado por Dios, no podría ser más amado Pues en la persona del Hijo de Dios, soy tan amado como ÉL”

La palabra “adopción” consiste de dos partes:1) hijo 2) poner. Dios ha tomado al creyente (que era un hijo de ira y de desobediencia—Efesios 2:1-3) y lo ha puesto en la posición de hijo, con todos los derechos y privilegios y beneficios y bendiciones y herencias que se le otorgan por ser un hijo.

Romanos 8:16

“Mismo”. El Espíritu Santo es una bendita Persona, no un “lo” impersonal. El Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Este corto versículo trata con la importante doctrina de la SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN. La Biblia enseña claramente que una persona puede saber y estar segura (en esta vida) de que es un hijo de Dios. ¿Cómo podemos saber? Este versículo dice que sabemos que somos hijos de Dios porque el Espíritu Santo da juntamente (como dice la versión 1977) testimonio a nuestro espíritu. De modo que hay dos testigos que me dicen que soy un hijo de Dios. El primer testigo es mi espíritu humano—esa parte de mí que (ahora que soy salvo) es sensible a Dios y es sensible a las cosas espirituales. Mi espíritu dice, “Sí, soy un hijo de Dios. Yo soy salvo. Estoy justificado. Tengo una relación genuina y real con Dios por medio del Señor Jesucristo y por Su gracia. Conozco a Dios como a mi Padre celestial y puedo orar a ÉL, no de una manera ritual y mecánica, sino de una manera directa y real.”  El segundo testigo es el Espíritu Santo, al cual recibí en el momento en que fui salvo. Su presencia en mi vida es la base de mi seguridad. Si ÉL no está presente en mi vida, no tengo en qué basar mi seguridad (Romanos 8:9). Comparar también 1 Juan 4:13. ÉL mora en mí y ÉL me asegura que pertenezco a Dios. Aún cuando no estoy bien con Dios, ÉL me hace admitir mi culpa y me hace sentir Su presencia contristada (Efesios 4:30), y ésto también es una indicación de que ÉL mora en mí y de que yo le pertenezco a ÉL.

Cuando una persona es salva, de alguna manera comprende y se da cuenta y está conciente de que es un hijo de Dios (que ha nacido de nuevo, que ha nacido de Dios). El sabe que pertenece a Cristo y que Cristo le pertenece a él. Al mismo tiempo, el Espíritu de Dios transmite Su testimonio silencioso confirmando el mismo hecho. Yo digo en mi corazón, “Yo soy de ÉL y ÉL es mío” y el Espíritu dice “Sí, Amén, y yo estoy en ti como prueba de ello”. Ver Gálatas 4:1-6 como pasaje paralelo. En Romanos 8:15 el creyente (“nosotros”) dice, “ABBA PADRE”. En Gálatas 4:6 es el Espíritu quien clama “ABBA PADRE”. El Espíritu da testimonio junto con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (ver Deut. 19:15 donde dos testigos dan su testimonio). El espíritu humano dice, “Soy un hijo de Dios, ABBA PADRE”. El Espíritu Santo dice, “Sí, él es un hijo de Dios, ABBA PADRE”. Por la boca de dos testigos queda ESTABLECIDO.

El Espíritu Santo tiene un ministerio muy importante de CONVENCER A LOS HOMBRES (hacerles confesar su culpa). Una vez me convenció de que yo era un pecador. Ahora me convence de que soy un santo (salvo, un hijo de Dios). ¿Cómo realiza el Espíritu esta obra? ÉL convence y persuade a los hombres usando la Palabra de Dios. El Espíritu usó la Palabra de Dios para convencernos de nuestra pecaminosidad. El mismo Espíritu usa la misma Palabra para convencernos de que pertenecemos a Dios: “Estas cosas os he escrito para que SEPÁIS que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13 y comparar con el v.10 que también habla de un TESTIMONIO INTERNO). (Nota: el evangelio de Juan fue escrito para que los hombres crean en Cristo y su palabra clave es CREER—Juan 20:31; el libro de 1 Juan fue escrito para que los creyentes tengan seguridad y la palabra clave es SABER -1 Juan 5:13).

Ver 1 Juan 5:10—La clave es ésta: CREE Y SABRÁS (tendrás el testimonio en ti mismo). De acuerdo con Romanos 8:15-16, si tu crees, el Espíritu dará testimonio con tu espíritu de que eres un hijo de Dios. CREE Y SABRÁS. Salmo 34:8 ilustra ésto. ¿Cómo puedo saber si el Señor es bueno? ¡GUSTAD Y VED! Los que gustan, sabrán. Comparar 1 Pedro 2:3. ¿Cómo puedes saber si un postre es delicioso si nunca lo has gustado? ¿Cómo puedes conocer la bienaventuranza de una relación personal con Dios si nunca has creído?

Romanos 8:17

No somos sólo hijos de Dios, también somos herederos. Tenemos una espléndida herencia. Somos millonarios espirituales (Efesios 1:3). Ver también 1 Pedro 1:3-4. El Espíritu Santo ha venido a nuestros corazones 1) para decirnos y asegurarnos de que ahora somos hijos de Dios (Romanos 8:15-16); 2) para garantizar de que más adelante recibiremos nuestra herencia (Efesios 1:13-14). No somos sólo HEREDEROS DE DIOS, somos también COHEREDEROS con Cristo. Lo que le pertenece a ÉL, nos pertenece a nosotros. Lo que es de ÉL, es mío. Yo participo de todas las riquezas de Cristo. ¿Cuán rico es Cristo? Ver Hebreos 1:2—heredero de TODAS LAS COSAS y ver también 1 Corintios 3:21-23. De ésto se trata la ADOPCIÓN. Dios me ha puesto en la posición de un hijo, con todos los derechos y privilegios y beneficios y bendiciones y herencia que un hijo de Dios debe tener. Con Cristo yo recibo gustoso TODAS LAS COSAS (Romanos 8:32), aún cuando yo sé que no merezco ninguna de ellas.

Compartiremos con Cristo entonces, pero también compartimos con Cristo ahora. Participaremos de Sus riquezas y de Su gloria, pero también participaremos de Sus sufrimientos: “si es que padecemos juntamente con ÉL”. El creyente debe esperar SUFRIMIENTO PRESENTE Y GLORIA FUTURA. Cuando el Señor Jesús estaba en el mundo, ÉL fue tratado de cierta manera y cada creyente participa de ello. Cuando el Señor Jesús regresó a Su Padre, ÉL fue tratado de cierta manera y nosotros también participaremos de ello.

En la experiencia de Cristo, era SUFRIMIENTO PRIMERO Y GLORIA DESPUÉS (Lucas 24:26)  y así será para el creyente. PRIMERO SUFRIMIENTO y DESPUÉS GLORIA, es en realidad el tema del libro 1 Pedro. Por ejemplo, ver 1 Pedro 1:5-6 que hace un contraste entre la gloria futura de la salvación, con las dificultades de las pruebas presentes. Ver 1 Pedro 1:11 que habla de los sufrimientos de Cristo y de las GLORIAS que vendrían después. Esto también se ve en 1 Pedro 3:18 (los sufrimientos de Cristo) y 3:22 (la gloria de Cristo). De modo que el creyente participará de los sufrimientos de Cristo AHORA y participará de Su gloria  DESPUÉS (1 Pedro 4:13). 1 Pedro 5:1 repite el mismo tema. Cuidar del rebaño del Señor incluye ahora mucho sufrimiento y dificultades (1 Pedro 5:2-3), pero incluirá gloria en el futuro (1 Pedro 5:4). Finalmente el tema de 1 Pedro se resume en 5:10. Note que el sufrimiento, que es sólo por un tiempo (el sufrimiento presente no es muy largo a la luz de la eternidad), será seguido por una gloria futura que durará para siempre (1 Pedro 5:10).

Debe esperarse el sufrimiento presente (ver Juan 15:18-21; 16:1-3; 16:33; 17:14; 1 Tesalonicenses 3:3; 2 Timoteo 3:12; 1 Juan 3:13). El sufrimiento presente es un privilegio dado por Dios (Filipenses 1:29; Hechos 5:41).

Hay algunos que enseñan que todo creyente es un “heredero de Dios”, pero que no todo creyente es “coheredero con Cristo”. Ellos entienden que ser “coherederos” es ser una clase especial de creyentes que son victoriosos y que perseveran hasta el fin, aún cuando hacer ésto, signifique dificultades y sufrimiento. Esta enseñanza refleja un serio error de comprensión de este versículo. Pablo no está hablando de una clase especial de creyentes vencedores, que califican como coherederos de Cristo y que reinarán con ÉL en el reino, en contraste con creyentes mundanos que no sufren y que serán excluidos del reino milenial y que serán castigados en las tinieblas de afuera con lloro y crujir de dientes durante mil años. Aunque es cierto que algunos creyentes sufren más que otros, también es cierto que todos los creyentes participan de los sufrimientos de Cristo (2 Corintios 1:5; Juan 15:18-21; 16:33, etc.). Todo creyente es un coheredero con Cristo y participa de su gloria. Todos los creyentes reinarán con Cristo en Su reino (Mateo 13:40-43).

¿Los Coherederos con Cristo son una Clase Élite Especial de

Cristianos Victoriosos y Vencedores?

William Newell dice lo siguiente en su comentario bajo Romanos 8:17:

Si es que padecemos juntamente con ÉL, para que juntamente con ÉL seamos glorificados—De aquí se separan dos escuelas de interpretación. La una sostiene osadamente que todos los santos están designados y que todos reinarán con Cristo. La otra dice que para reinar con Cristo se necesita escoger voluntariamente el camino del sufrimiento con ÉL. Bien, la palabra griega eiper, que se traduce “si es que”, soporta ambas interpretaciones.

“Para que juntamente con ÉL seamos glorificados.” Esta es la llave de nuestra cuestión: ¿QUIENES serán glorificados con Cristo cuando venga? En el capítulo 5 Pablo dice (y lo dice de todos y para todos los santos): “Nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios.”  En 2 Tes.1:10 leemos: “Cuando venga para ser glorificado en Sus santos y ser admirado en todos los que creyeron”. En 1 Co.15:23: “Cristo las primicias; luego, los que son de Cristo en Su venida.” En Col. 3:4: “Cuando Cristo, nuestra vida sea manifestado, entonces vosotros también (evidentemente todos los santos) seréis manifestados con Él en gloria.” En 1 Juan 3:2: “Ahora somos (todos los santos) hijos de Dios. . . Sabemos que cuando ÉL fuere manifestado, seremos (todos los santos) semejantes a ÉL, porque le veremos tal como ÉL es.”

Zane Hodges está entre quienes enseñan que sólo un grupo élite de creyentes reinará con Cristo, dividiendo así el cuerpo de Cristo durante el milenio y entregando, durante mil años, a los creyentes infieles, que no han sufrido, a las tinieblas de afuera donde habrá lloro y crujir de dientes. Hodges enseña que todos los creyentes son “herederos de Dios”, pero que sólo los creyentes victoriosos y vencedores y que sufren, son “coherederos con Cristo”. Pero ésto no es lo que el texto de Romanos 8:16-17 dice realmente. Romanos 8:16 enseña que nosotros somos los hijos (tekna) de Dios (y ciertamente, esto es verdad en cuanto a todos los creyentes—Juan 1:12). Romanos 8:17 enseña que si somos hijos (y lo somos), entonces también somos herederos. Como hijos de Dios, ¿qué clase de herederos somos? Somos herederos de dos maneras: 1) Somos herederos de Dios; 2) somos coherederos con Cristo (ver Hebreos 1:2 donde leemos que Cristo es el gran Heredero).

En su excelente Gramática Griega, Daniel B. Wallace traduce Romanos 8:17 como sigue: “Ahora, si somos hijos, también (somos) herederos; por una parte, herederos de Dios, por otra parte, herederos compañeros con Cristo”.

“Si es que” (eiper) es usado seis veces en el Nuevo Testamento. Es usado por Pablo en Romanos sólo en un lugar más, en este mismo capítulo. Romanos 8:9—“Mas vosotros no vivís según  la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.” Pablo está haciendo una declaración que es cierta en cuanto a cada creyente (“no estáis en la carne sino en el Espíritu”) y luego prosigue con otra afirmación, que es cierta en cuanto a cada creyente (“el Espíritu de Dios mora en vosotros”). Pablo estaba diciendo algo como ésto: “Eres un verdadero cristiano (no en la carne sino en el Espíritu) porque estoy asumiendo que el Espíritu de Dios mora en ti”.

Sigamos el mismo modelo en Romanos 8:17. Pablo está haciendo una afirmación que es cierta en cuanto a cada creyente (“sois herederos—herederos de Dios y coherederos con Cristo”) y luego prosigue con otra afirmación que es verdadera en cuanto a cada creyente (un verdadero creyente sufre con Cristo—Juan 15:18-21; 1 Pedro 5:10; Filipenses 1:29, etc.). Pablo estaba diciendo algo como ésto: “Vosotros sois verdaderos cristianos (herederos de Dios y coherederos con Cristo) porque estoy asumiendo que ÉL está EN VOSOTROS, y si ÉL está en vosotros, entonces el mundo que lo odió a ÉL, os odiará a vosotros, porque os habéis identificado con ÉL (Col. 1:24; Juan 16:33). Por lo tanto, todo verdadero creyente sufre con ÉL. Es decir, los que comparten Su gloria entonces, son los que comparten Sus sufrimientos ahora (ver 1 Pedro 5:10, donde Pedro no da ninguna indicación de que  estuviera hablando de un grupo de élite de creyentes que sufren, como opuesto a creyentes carnales que no sufren; tampoco lo hace Pablo en Filipenses 1:29).

Otro ejemplo similar de “si es que” se encuentra en 1 Pedro 2:2-3. Aquí encontramos un modelo parecido. Pedro da un mandamiento a todo niño en Cristo recién nacido: “Desead la leche espiritual de la palabra”. El sigue con otra declaración que es verdad en cuanto a cada creyente: “Habéis gustado la benignidad del Señor.” Pedro estaba diciendo algo como ésto: “Ustedes son verdaderos cristianos (verdaderos niños en Cristo) y deberían desear la leche pura de la Palabra, porque estoy asumiendo que han gustado que el Señor es benigno (y todo creyente lo ha gustado). Si realmente has gustado la gracia del Señor, entonces desearás más y más y más.

Cuando Cristo estaba en el mundo, Él estaba bajo el constante ataque del mundo y del diablo. Hoy Cristo está en Sus creyentes que están en el mundo, y Él, en ellos, continúa estando bajo continuo ataque. El resultado de ésto, es que nosotros participamos de los sufrimientos de Cristo. Pablo, escribiendo a los Corintios que a menudo eran muy carnales, les dijo, “Porque como los sufrimientos de Cristo abundan en nosotros” (2 Corintios 1:5 y comprar 2 Corintios 4:16-18). En Romanos 8:18 Pablo habla de “las aflicciones del tiempo presente” y ¿qué creyente, en el cual mora el Espíritu, está exento de eso?

Finalmente, Pedro les dice a todos los creyentes que esperen “fuegos de pruebas” y difíciles tribulaciones y que se gocen en ello, “por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13). No hay aquí ni el más leve indicio que Pedro esté dirigiendo sus palabras a algún grupo élite de creyentes sufrientes, en contraste a otros creyentes, que no están dispuestos a sufrir por Cristo. Pedro estaba hablando sobre los sufrimientos que todos los creyentes comparten y participan.

Es ciertamente verdad que unos creyentes sufren más que otros. De igual manera, algunos creyentes son más fieles en su servicio al Señor que otros. Algunos creyentes son más efectivos para compartir el evangelio que otros. Algunos creyentes andan más en el Espíritu que otros. Nadie duda que los hijos de Dios exhiben diferentes niveles de fidelidad y que muchos sufrirán pérdida en el Tribunal de Cristo. Sin embargo, no podemos decir que algunos creyentes están exentos de los sufrimientos de Cristo, de los cuales todos participamos. Cristo anduvo por el camino del sufrimiento y nosotros, que lo seguimos, debemos hacer lo mismo. El sufrimiento no es opcional en este mundo que odia a Cristo y que rechaza a Cristo. En este mundo, los hijos de Dios están marcados por el sufrimiento (comparar Hebreos 11:36-38, donde este mismo principio está ilustrado por los santos del Antiguo Testamento).

“Está la circunstancia de sufrir con ÉL para que seamos juntamente glorificados; pero ésto será favorable para todos los que le pertenecen a ÉL. . Todos los que tienen la naturaleza divina, incluso a ÉL mismo como su vida, sufren en un mundo malo, que constantemente hiere y pone a prueba a quienes tienen esa naturaleza. . . Este sufrimiento (en conjunto) se debe a tener vida en ÉL, mientras se vive en un ambiente en que todo se opone a ÉL. . .  Por lo cual, si este sufrimiento en un mundo tal como es ahora, es una consecuencia necesaria de la vida divina, rodeada de todo lo que está resultando en miseria y alejamiento y rebelión contra ÉL, es un gran privilegio sufrir con Cristo, gozándose, mientras tanto, en la esperanza de compartir Su gloria.” (William Kelly, Epístola a los Romanos).

Tal como enseña el escritor de Hebreos, que los que están sin disciplina son bastardos (hijos ilegítimos) y no hijos (Hebreos 12:8), así Pedro (1 Pedro 4:12-13) y Pablo (Romanos 8:16-18; 2 Corintios 1:5; Filipenses 1:29) dirían lo mismo: Pero si estáis sin sufrimiento, de lo cual todos participan  (1 Pedro 4:13; 2 Corintios 1:5), entonces sois bastardos y no hijos. Pero regocijaos puesto que ustedes son hijos y son herederos de Dios y son coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17). Ustedes comparten Su cruz y ustedes compartirán Su corona.

Romanos 8:18  VIENDO NUESTROS SUFRIMIENTOS PRESENTES A LA LUZ DE LA ETERNIDAD

Pablo está hablando aquí de los sufrimientos presentes que experimentan los creyentes a través del tiempo, y los hace contrastar con la gloria que los creyentes experimentarán en el futuro, cuando estén con el Señor. “Tengo por cierto” –“calculo, cuento con que este hecho es cierto, sé que es un hecho”. Dios quiere que creamos este hecho y que contemos con él, estando convencidos de que es verdad. Los sufrimientos del tiempo “ahora” no son comparables a la gloria que será revelada en nosotros. Cuando algo es comparable (digno) a otra cosa, significa que son iguales. Aquí se nos dice que los sufrimientos NO SON COMPARABLES a la gloria, es decir, tenemos una situación desequilibrada. La gloria es muy superior a los sufrimientos. Puedes decirlo de esta manera: a un lado de la balanza tienes una insignificante partícula de polvo, que representa los sufrimientos del tiempo presente. En el otro lado de la balanza tienes una gran pieza de oro que pesa diez toneladas, que representa la gloria futura. ¡No hay comparación! En 2 Corintios 4:17 tenemos la misma verdad. Los sufrimientos y aflicciones presentes son muy “leves” y “temporales”. La gloria es muy PESADA y ETERNA. Desde luego, cuando personalmente  pasamos por tiempos de sufrimiento y pruebas, nos parecen muy, muy pesados y muy, muy largos, (como si no fueran a terminar nunca). Pero esto nos parece así desde nuestro muy limitado punto de vista. Desde el punto de vista de la eternidad, los sufrimientos y aflicciones que soportamos en esta vida son muy leves.

¿Sabía Pablo lo que era el sufrimiento? En Romanos 8:18 y en 2 Corintios 4:17 Pablo nos dice que sus sufrimientos presentes son “leves” comparados con su gloria futura. Nos asombramos cuando leemos acerca de los sufrimientos que Pablo experimentó realmente en 2 Corintios 11:23-28 (y compare Hechos 9:16). En realidad, la mayoría de nosotros diríamos ésto: “Mis sufrimientos no son dignos de ser comparados con los del apóstol Pablo”. Pero Pablo sabía que aún sus sufrimientos no eran dignos de compararse con la gloria futura que le pertenecerá como coheredero con Cristo.

Romanos 8:19

Este versículo y los versículos siguientes hablan de la creación de Dios, tanto la animada (animales y plantas) como la inanimada (rocas, montañas, etc.). Podríamos usar el término “naturaleza”. Aquí la naturaleza es personificada de una manera interesante. La naturaleza o la creación está esperando algo ansiosamente, está aguardando algo ansiosamente. Las bestias y las aves, las rocas y los ríos—todos están diciendo, “No puedo esperar que ésto suceda”. La creación de Dios está bajo la terrible maldición y esclavitud del pecado. Abundan las evidencias de que vivimos en un mundo caótico, maldito por el pecado (animales que atacan a animales, animales que devoran animales, tempestades violentas, tornados, huracanes, inundaciones, etc.). Esto no siempre fue así. Antes de la caída del hombre, la creación de Dios estaba en pacífica armonía (Génesis 1-2). En un tiempo futuro, esta armonía será restaurada nuevamente (ver Isaías 11:6-9). La creación será libertada de la maldición y ésto sucederá en la “manifestación (revelación, presentación) de los hijos de Dios”. Cuando el Señor Jesucristo sea revelado en Su segunda venida (2 Tesalonicenses 1:7), entonces también los “hijos de Dios” serán revelados con ÉL (ver Apocalipsis 19:14 y comparar Apocalipsis 19:7-8).

Romanos 8:20

“Vanidad” = vacío, frustración, desilusión. La creación (naturaleza) fue sujeta a vanidad después de la caída del hombre en pecado, cuando Dios maldijo la tierra. Todo el universo sintió los efectos del pecado de Adán.

“No por su propia voluntad”—la naturaleza no escogió estar bajo esta maldición. Los animales no sostuvieron una convención en la cual todos decidieron voluntariamente ponerse bajo la maldición divina. Fue Adán quien hizo la elección y fue Dios quien trajo la maldición. “Del que” se refiere a Dios que pronunció la maldición y sojuzgó la tierra. No se refiere a Adán. Pero aunque toda la naturaleza ha sido llevada a este estado de vanidad, hay esperanza. El futuro contiene una promesa de esperanza. La maldición no durará para siempre.

Romanos 8:21

Aquí está la promesa de esperanza. La naturaleza será libertada y emancipada. “Esclavitud” = yugo. Hoy la naturaleza está sometida a un estado de corrupción, está sujeta al deterioro, enfermedad, muerte, destrucción (comparar con la segunda ley de la termodinámica que la ciencia puede observar, pero que solo la Biblia puede explicar). Es interesante que la condición y el estado del hombre es reflejado en la naturaleza. Cuando el hombre está bajo maldición, la naturaleza lo refleja. Cuando el hombre redimido finalmente sea libertado, la naturaleza lo reflejará.

 Romanos 8:22

Toda la creación”= toda la naturaleza. “Gime” = proferir un intenso lamento que indica dolor y sufrimiento. Una vez más, la naturaleza es personificada. Aquí es representada como una madre que está sufriendo dolores de parto. Una madre con dolores de parto tiene esperanza. Ella sabe que habrá un nacimiento y que el sufrimiento no durará para siempre. Después del dolor y la aflicción viene la alegría de una nueva existencia. Así también el mundo de la naturaleza tiene la promesa de libertad y de una existencia nueva que se cumplirá en el reino milenial de Cristo y, finalmente, en los nuevos cielos y la nueva tierra.

Romanos 8:23

La creación de Dios (la naturaleza) no es la única que está gimiendo. Los creyentes también están gimiendo. Nosotros también estamos esperando ansiosamente un evento futuro. Este evento es llamado “la adopción” y se refiere a una adopción futura, cuando nuestra condición de hijos se materialice plenamente. La “adopción” se describe aquí como la “redención de nuestro cuerpo”. Esta es la futura y final redención que se cumplirá cuando Cristo venga por Su iglesia. Hay un aspecto presente de la redención mencionado en versículos como Efesios 1:7; Colosenses 1:14; 1 Corintios 1:30; 1 Pedro 1:18-19, pero también hay un aspecto futuro de la redención (cuando nuestra salvación sea acabada) como se expone en Efesios 1:14 y 4:30 y también aquí en Romanos 8:23. Del mismo modo, hay un aspecto de la adopción que es realidad para los creyentes ahora (Romanos 8:15), y también hay un aspecto futuro de adopción, que espera un cumplimiento futuro (Romanos 8:23). Las “primicias”  es la prenda o garantía de que nuestra salvación será completada, y aquí las “primicias” es nada menos que la Persona y la Presencia de Dios el Espíritu Santo en la vida del creyente. ¿Qué significan las primicias? Cuando cosechas los primeros tomates de tu huerto, ésto indica que habrá muchos más. Vendrán muchos tomates más. Se disfrutarán muchas más bendiciones del huerto. En el momento en que una persona confía en Cristo, ella recibe el Espíritu Santo que es, ÉL Mismo, las ARRAS (el anticipo, garantía—Efesios 1:13-14) de que mucho más seguirá (un cuerpo nuevo, una herencia eterna, un hogar en el cielo, glorificación futura- v.18, etc.).

Romanos 8:24-25

“Porque en esperanza fuimos salvos”. Cuando fuimos salvos, no fuimos salvos en el sentido completo y final de esa palabra. Todavía estamos en estos cuerpos no redimidos, todavía luchamos con el pecado y la tentación y gemimos y esperamos anhelantes ese día cuando seamos liberados hasta de la presencia misma del pecado. La persona salva tiene una segura esperanza (certidumbre) de que algún día su salvación será perfeccionada (ver Filipenses 1:6—Dios completará y terminará lo que ha comenzado). Cuando el agricultor recoge sus primicias, esto no significa que ha terminado de cosechar toda su labranza. No, sólo ha comenzado, pero tiene la esperanza y la promesa de que algún día recibirá toda la cosecha. Pero tiene que esperarla.

La palabra esperanza, como se usa usualmente en el Nuevo Testamento, no lleva la idea de duda o incertidumbre (como a menudo sucede en nuestra lengua común). Más bien habla de una EXPECTATIVA SEGURA y puede traducirse de esa manera. Esperanza es algo en el futuro, que aún no se ha realizado o recibido, pero que es absolutamente seguro, porque Dios lo ha prometido. Un ejemplo de ésto sería la esperanza de la venida del Señor (comparar Tito 2:13—“la bienaventurada esperanza” o FELIZ EXPECTATIVA). La única cosa incierta acerca de eso es el TIEMPO (no sabemos cuándo), pero el hecho es seguro, porque tenemos la promesa del Señor (Juan 14:3; etc.). Es una esperanza futura que aún no se ha cumplido, y estamos esperando y observando ansiosamente que ÉL venga. Por cuanto es seguro que la promesa de Dios se cumplirá, podemos esperar pacientemente su realización. Tal como la madre embarazada puede soportar los dolores y pesares del alumbramiento porque la esperanza de un nacimiento es su expectativa, así el creyente también puede permanecer pacientemente bajo las difíciles pruebas de la vida, sabiendo que nuestro futuro es tan brillante como las promesas de Dios (comparar 1 Tesalonicenses 1:3—“constancia en la esperanza”).

Resumen y esquema de Romanos 8:19-25

La creación (toda la naturaleza) está esperando anhelante la revelación de los hijos de Dios (v.19). Los hijos de Dios están esperando anhelantes la redención del cuerpo (v.23). Ambos eventos están conectados con la segunda venida de Cristo. Si la segunda venida de Cristo es vista como un suceso general, entonces estos dos aspectos pueden verse juntos. Pueden hacerse las siguientes distinciones:

Nota: El rapto es una revelación (1 Corintios 1:7; 1 Pedro 1:7; 1:13; 4:13), pero no son los hijos los que son revelados al mundo, sino más bien es Cristo, en toda Su gloria, quien es revelado a los hijos.

Romanos 8:26-27

Note los tres gemidos en este capítulo:

Versículo 22—toda la creación gime
Versículo 23—todos los creyentes gimen
Versículo 26—Dios el Espíritu Santo gime

“Debilidades” = fragilidad, estar sin fuerza (señalando nuestra flaqueza). “Mismo”= el Espíritu Santo es una Persona, la bendita Tercera Persona de la Trinidad. El creyente fuerte es el que reconoce cuán débil es realmente (2 Corintios 12:10). Aún en la oración (que es venir a Dios el Padre en total dependencia) necesitamos reconocer nuestra debilidad (no sabemos cómo orar y no sabemos qué pedir). Pero en medio de nuestra debilidad, tenemos un gran AYUDADOR, es decir, Dios el Espíritu Santo (comparar la palabra “Consolador”, que significa Alguien llamado para ayudar, un Ayudador). El Espíritu Santo es nuestro Ayudador en la oración. “¡Qué amigo nos es Cristo!” ¡Qué amigo tenemos en el Espíritu Santo!

Ilustración de la Historia de la Iglesia. San Agustín era un hombre muy malvado en su juventud, pero más tarde se convirtió. Su piadosa madre, Mónica, llevaba una gran carga por su hijo. Ella supo que él dejaría el hogar para ir a Italia, de modo que pidió que Dios no le permitiera ir allá, porque ella temía que él solo caería en peores pecados. Ella no sabía como debía orar. Dios no respondió su oración como ella quería. Dios permitió que Agustín fuera a Italia y fue allí donde él fue gloriosamente convertido. Dios no contestó su especial petición para poder contestar su verdadera petición, la salvación de su hijo.

Dios el Espíritu Santo toma nuestras débiles y defectuosas y vacilantes peticiones y las lleva ante Dios el Padre, traduciéndolas a lo que es aceptable a Dios y en armonía con la voluntad de Dios. Aquí se nos dice que hay una admirable comunicación entre Dios el Espíritu Santo y Dios el Padre y de la cual poco entendemos (pero cuán agradecidos debemos estar por ella). No sabemos cómo orar. . .de modo que ÉL ora por nosotros. ÉL SABE COMO ORAR.

La intercesión del Espíritu Santo es una obra de Dios poco conocida y poco apreciada. Note que en este mismo capítulo se hace mención de la intercesión del Hijo de Dios (v.34). El Espíritu intercede por los santos (v.27) y así hace Cristo (v.34). Ambos oran y ruegan a nuestro favor, pero de maneras diferentes. Ambos ruegan a Dios el Padre por nosotros. Ambos ministerios son esenciales.

Los “gemidos que no pueden expresarse (gemidos indecibles)” es una referencia a esa bendita comunicación entre Dios el Espíritu y Dios el Padre. Esto no es una referencia al don de lenguas (el don de lenguas solo se menciona en una de las epístolas de Pablo, 1 Corintios, y aún allí es tratado por constituir un problema). Las razones por las cuales no se refiere al don de lenguas son las siguientes:

  1. Es el Espíritu el que gime, no el creyente.
  1. Si fueras a describir lenguas en términos de gemidos, deberías decir que el don de lenguas consiste en gemidos que pueden ser expresados (comparar la expresión “exclamaciones extáticas” que se usa a menudo para describir el fenómeno carismático moderno). Aquí tenemos gemidos indecibles, que no pueden expresarse por lengua humana.
  1. El don de lenguas era algo que se podía oír (aunque no entender) por los hombres. Estos gemidos solo Dios el Padre los puede oír.
  1. El don de lenguas era un don de gracia (“charisma” en griego) que era dado sólo a algunos creyentes, no a todos (1 Corintios 12:29-30). El ministerio de intercesión del Espíritu, por el contrario, es a favor de todos los santos.

Romanos 8:28

Note el contraste consolador: v.26—“no sabemos”; v.28—“sabemos”. No sabemos cómo orar como deberíamos, pero nuestro Dios sabe lo que ÉL está haciendo y nosotros confiamos en que ÉL hará que todas las cosas sean para Su gloria y para el bien de Sus hijos. El versículo 28 es uno de los versículos más consoladores de la Biblia para la persona que ama a Dios (el verdadero creyente). La animadora verdad de este versículo se basa especialmente en un atributo de Dios—SU SOBERANÍA. Si todas las cosas ayudan a bien (todos los sucesos, todas las circunstancias, todas las pruebas, todos los acontecimientos, etc.), se desprende que Dios está por encima y que ÉL tiene que controlar todas las cosas. Esto no es un fatalismo y determinismo sobrecogedor. Esto es el maravilloso hecho que un DIOS JUSTO y SABIO Y AMANTE está en completo control se todas las cosas.

La actividad soberana de Dios es declarada en Efesios 1:11 y se implica en Efesios 5:20 (podemos dar gracias por todas las cosas, no porque todas las cosas sean buenas, sino porque nuestra confianza está en un Dios soberano, que hace que todas las cosas nos ayuden a bien para Su gloria). Romanos 8:28 es la afirmación de un hecho que necesitamos SABER y con el que debemos contar, pero esta maravillosa verdad no puede ser reclamada por todos. Es sólo para “los que aman a Dios”, lo que es una descripción de los que son verdaderos creyentes (ver 1 Corintios 2:9; 8:3). Le amamos a ÉL, porque ÉL nos amó primero (1 Juan 4:19). Pablo no está hablando aquí de una clase especial de creyentes que aman a Dios, en contraste con otros creyentes que no aman a Dios. Si bien es cierto que algunos creyentes aman al Salvador más que otros y lo demuestran por su fiel obediencia a Su Palabra, también es cierto que hay un sentido en el cual todos los creyentes aman a Cristo. El amor a Cristo se demuestra por la obediencia a Su

Palabra (Juan 14:21-24), y los que se niegan a guardar Sus mandamientos son mentirosos si aseguran conocer a Cristo (1 Juan 2:3-5 y comparar Juan 17:3). Como hijos de Dios, nuestra vida debe estar caracterizada por la obediencia (1 Pedro 1:14). Obedecemos, porque amamos a nuestro Padre Celestial. ¿Cómo podríamos hacer algo menos?

Los que no lo aman a ÉL, no son salvos y están bajo la maldición de Dios (1 Corintios 16:22). Si una persona dice, “yo no amo a Cristo, no, de ningún modo”, ¿cómo podría entonces esa persona asegurar que cree en ÉL? Por otra parte, hay quienes aseguran amar a Dios, pero con sus hechos prueban que ellos no lo aman realmente (1 Juan 4:20). En Romanos 8:28 Pablo no está hablando de un grupo especial de cristianos que aman a Dios en contraste con otra gente salva que no ama a Dios. Los que aman a Dios (v.28) son identificados como los llamados (v.28), y los que son LLAMADOS, son identificados como los que antes conoció, los predestinados, justificados y glorificados (v.29-30). Estos son hechos que son verdad en cuanto a cada y todo creyente. Es impensable que hubiera algunos creyentes que no hubiesen sido conocidos antes, que no hubiesen sido predestinados, llamados, justificados y glorificados.

Este versículo no dice que “todas las cosas son buenas” sino que “todas las cosas ayudan a bien”. Ilustración del pastel: Para hacer un pastel se necesitan varios ingredientes y varios de estos ingredientes, por sí solos, no tienen buen sabor (pocos se deleitan comiendo huevos crudos, o harina o manteca, etc.), pero si juntamos todos estos ingredientes, todos ellos ayudan para hacer un exquisito pastel (producto final). Así Dios toma lo amargo y lo dulce, lo difícil y lo fácil, lo malo y lo bueno y hace que todo ello resulte en algo bueno.

La verdad de Romanos 8:28 es tan importante que Dios ha apartado 9 capítulos del libro de Génesis (la historia de José) para ilustrarla. A José le sucedieron algunas cosas muy malas y terribles – sus hermanos lo odiaban, trataron de matarlo, lo vendieron como esclavo, etc. (Génesis 37) y luego José fue acusado falsamente por una mala mujer y fue echado en prisión (Génesis 39). Pero Dios tenía un plan y un propósito para José, un hombre que amaba a Dios. El padre de José no entendió la verdad de Romanos 8:28 (ver Génesis 42:36—“contra mí son todas estas cosas”), pero José sí las entendió (ver Génesis 50:20 y ver también Génesis 45:5,7 “Dios me envió”). Las cosas terribles que le sucedieron a José fueron en realidad usados por Dios como los medios por los cuales salvaría a los hijos de Israel del hambre y de la muerte.

Quizás la mayor ilustración de Romanos 8:28 se encuentra en la vida de Cristo Mismo. Al inocente Hijo de Dios se le hicieron muchas cosas malas y terribles. ÉL fue negado, traicionado, acusado falsamente, juzgado maliciosamente, siendo inocente lo encontraron culpable, fue azotado, golpeado, le escupieron, se burlaron de ÉL y finalmente fue crucificado. ¿Podría resultar algo bueno de todo esto? Ciertamente, tuvo por resultado EL MAYOR DE TODOS LOS BIENES, la salvación del hombre. La crucifixión de Cristo ayudó para proveer salvación para todos los hombres (1 Timoteo 4:10—Su muerte proveyó salvación para todos) y para la salvación efectiva de todos los que confían en Él y solamente en ÉL para la salvación de su alma (1 Timoteo 4:10—“mayormente de los que creen”). Sí, aún en el acto más pecaminoso ejecutado jamás por los hombres, Dios tenía un propósito y un plan que ÉL estaba llevando a cabo. Esto se ve en los siguientes pasajes: Hechos 2:23; 3:13-18; 4:26-28 y comparar con Lucas 22:22 (observe en éstos versículos el delicado equilibrio entre la responsabilidad del hombre y la soberanía de Dios—los hombres ejecutaron sus malvadas acciones y son totalmente responsables por lo que hicieron, pero Dios usó lo que hicieron para llevar a cabo su plan para la salvación del hombre).

“A los que conforme a Su propósito son llamados” – Dios tenía un propósito, un plan y un designio para los que son verdaderos creyentes (y los dos siguientes versículos explican cuál es ese propósito). El propósito de Dios no fallará. Dios tiene un plan para cada creyente y ese plan se llevará a cabo de acuerdo al infalible propósito de Dios. El plan de Dios nunca fallará (ver Romanos 9:11; Isaías 14:27; 46:10-11). El plan de Dios nunca se frustrará.

Romanos 8:29-30 –El plan de Dios para todo verdadero creyente.

Note la progresión: 1) conocimiento previo 2) predestinación 3) llamado 4) justificación 5) glorificación. Es de ayuda pensar aquí en una cadena con cinco firmes eslabones. Podríamos llamarla la CADENA DE SALVACIÓN DE DIOS, empezando por el conocimiento previo y terminando con la glorificación. Esta cadena se extiende desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Ningún eslabón de esta cadena podrá jamás romperse (como veremos). El creyente está eternamente seguro.

Nótese que en estos versículos el énfasis está puesto sobre la obra de Dios—“ÉL conoció de antemano, ÉL predestinó, etc.”. Todo esto es obra de Dios, no del hombre. Dios conoció al creyente de antemano, Dios lo predestinó, Dios lo llamó, Dios lo justificó y Dios lo glorificó. Esto es lo que Dios hizo. La salvación es del Señor (comparar Jonás 2:9). La salvación empieza y termina con Dios. Dios recibe todo el mérito y toda la gloria por nuestra salvación (1 Corintios 1:29, 31). El hombre no puede jactarse (Efesios 2:8-9) y decir, “Mira, lo que yo he hecho”. No, la salvación es “DE DIOS” (1 Corintios 1:30; Juan 1:13). Nosotros no nos damos gracias a nosotros mismos, sino decimos, “GRACIAS SEAN A TI SEÑOR, POR SALVAR MI ALMA”.

Dios lo hace todo en la salvación. Esto no quita la responsabilidad del hombre. El hombre tiene que creer (Juan 3:16-18; Hechos 16:31) y el hombre es culpado por no hacerlo (2 Tesalonicenses 2:10-12; Juan 5:40; comparar Mateo 23:37), pero Dios, y solamente Dios puede salvar. Dios lo hace todo de acuerdo a Su maravillosa gracia y a Su soberano propósito (ver 2 Timoteo 1:9 y compare 2 Tesalonicenses 2:13-14; Efesios 1:3-14).

Echemos un vistazo ahora sobre los diferentes eslabones de la cadena de salvación de Dios:

1) ESLABÓN # 1—“A LOS QUE ANTES CONOCIÓ”

Las palabras “A LOS QUE” se refieren al mismo grupo mencionado en el versículo 28—“a los que aman a Dios, a los que conforme a Su propósito son llamados”. Se está refiriendo a verdaderos creyentes. Es este grupo al que Dios conoció de antemano. En la eternidad pasada, antes de que el mundo fuese creado, Dios conocía a Sus verdaderos creyentes (comparar 2 Timoteo 2:19—“conoce el Señor a los que son Suyos”).

Note atentamente lo que el versículo dice y lo que el versículo no dice. Dice “a LOS que antes conoció”; no dice, “LO que antes conoció”. Dice que DIOS TE CONOCIÓ A TÍ DESDE ANTES. No dice que Dios sabía desde antes lo que tú harías. Mucha gente entiende la presciencia (saber de antemano) en este sentido: en la eternidad pasada Dios, que sabe todas las cosas, sabía cuales personas creerían en Su Hijo y cuales personas no creerían. Esto ciertamente es verdad y es enseñado en la Palabra de Dios (ver Juan 6:64 y ver versículos 70-71), pero esto no es lo que enseña Romanos 8:29. Este versículo no está hablando acerca de que Dios sabía de antemano que tú creerías. Está diciendo que Dios te conocía a TÍ de antemano. Desde antes, Dios te conocía. De acuerdo con este versículo, lo que se conoce de antemano son PERSONAS. Tampoco dice que Dios conoció desde antes a todos los seres humanos (aunque ciertamente Dios sabía de antemano acerca de todos ellos). Pero este versículo enseña que Dios antes conocía a los llamados según Su propósito (lo que excluye a todos los que persisten en su incredulidad y que por eso nunca serán salvos). ¿Qué significa ésto?

Otros pasajes de la Biblia dan luz sobre la presciencia (Su conocer de antemano) de Dios. Considera Amos 3:2—“A vosotros (los hijos de Israel) solamente he conocido de todas las familias de la tierra”. ¿Qué significa ésto? Ciertamente Dios conocía también todo sobre los egipcios y las otras naciones. Tiene que significar más que simplemente saber acerca de ellos. Dios sabía todo acerca de cada nación y cada persona sobre la tierra. Pero Dios entró en una relación especial con Israel, y no así con las otras naciones: “Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. . . os ha querido Jehová” (Deuteronomio 7:6-7).

Mateo 7:23 también es instructivo. El Señor Jesús dirá a algunos:”Nunca os conocí”. Como Dios, ÉL sabía todo sobre ellos, pero lo que Él está diciendo es ésto: “Yo nunca he tenido una relación personal con ustedes. Ustedes realmente nunca me pertenecieron. Ustedes no son Míos”. De modo que “ser conocidos por Dios” (ver 1 Corintios 8:3) significa que tú tienes una relación personal con ÉL, que tú realmente le perteneces a ÉL y que eres Suyo. Comparar Juan 10:14—“Conozco mis ovejas”. Es una cosa maravillosa ser “conocido por Dios”, “ser amado por Dios” (Juan 13:1) y “ser escogido en Él antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).

Antes de que yo conociera a Dios (Juan 17:3), ÉL ME CONOCÍA (comparar Mateo 25:34). Nunca deberíamos olvidar que cuando se trata de la salvación, Dios es EL GRAN INICIADOR. Yo lo amo a ÉL, porque ÉL me amó primero (1 Juan 4:19). Yo lo busqué a ÉL, porque ÉL me buscó primero (Lucas 19:10). Yo lo escogí a ÉL, porque ÉL me escogió a mí primero (Juan 15:16). Yo vine a ÉL, porque ÉL me trajo primero (Juan 6:44, 65). Yo vi y entendí, porque ÉL me dio visión y entendimiento (Mateo 16:16-17; Hechos 16:14).

Antes que yo le amara a ÉL, ÉL me amó a mí
Antes que yo le encontrara a ÉL, ÉL me encontró a mí
Antes que yo le buscara a ÉL, ÉL me buscó a mí
Sí, Jesús cuida de mí.

Ron Hamilton

Sí, mucho antes de la creación del universo, YO EXISTÍA. Yo existía en la mente y en el propósito y en el plan de Dios. ÉL me conocía. Comparar Jeremías 1:5.

2) ESLABÓN # 2—TAMBIÉN LOS PREDESTINÓ

Dios no solo conoció de antemano al verdadero creyente, ÉL también lo predestinó a ser hecho conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). La palabra “predestinación” asusta a mucha gente. En realidad es una hermosa doctrina que debería llevar mucho consuelo y ánimo y gratitud al corazón de cada creyente. La palabra está compuesta por dos palabras: PRO = antes; HORIZO = frontera o límite (de la cual proviene nuestra palabra “HORIZONTE”, que es el límite de Dios entre el cielo y la tierra). De modo que predestinar significa “marcar de antemano las fronteras o los límites; predeterminar de antemano los límites de algo”. Cuando se usa para una persona, como en este versículo, significa “predeterminar el destino o futuro de esa persona”. Por lo tanto, predestinación significa simplemente que DIOS HA DESIGNADO UN GLORIOSO FUTURO PARA LOS QUE LE AMAN, es decir, ser hechos conformes a la imagen de Su Hijo (ser como Cristo).

Ilustración de la marmota: En el verano de 1978 una marmota se metió dentro de la tubería de desagüe del edificio de la iglesia. Colocamos una piedra delante de la abertura de la tubería de modo que estaba atrapada. Queríamos agarrar a la marmota, de modo que teníamos un plan. Queríamos que la marmota terminara dentro de una caja para que pudiésemos llevarla lejos de la propiedad de la iglesia y lejos de los niños. De modo que armamos un tubo de cartón, lo conectamos con la abertura de la tubería y conectamos el otro extremo a la caja de cartón. Los límites estaban señalados. Habíamos determinado un futuro para esa marmota y todo lo que teníamos que hacer, era esperar. Estaba predestinada a entrar en esa caja y eso es lo que sucedió y todo ayudó para su bien, aunque la marmota no lo pensó así en ese momento (es mejor ser llevada lejos a un nuevo hogar, que ser baleada como una sabandija indeseable). Dios tiene un plan y un propósito para quienes le pertenecen a ÉL y nuestro futuro está demarcado y determinado por adelantado. ¡Es un buen futuro! ¡Es un futuro glorioso!

EL USO DE LA PALABRA “PREDESTINACIÓN”

  1. Hechos 4:28—“habían antes determinado” (ver el versículo anterior en el contexto de Hechos 4:28). Lo que estos hombres hicieron resultó ser exactamente lo que Dios había planificado y proyectado y determinado. Poco comprendieron de que cuando estaban crucificando a Cristo, estaban cumpliendo el propósito eterno de Dios. Comparar Hechos 2:23 (la palabra “determinar” es la palabra por predestinar sin el prefijo que significa “antes”). El hombre es responsable y culpable de sus malvadas obras, pero el propósito de Dios se cumple. Comparar Lucas 22:22—“determinado”—en el plan de Dios ya había sido señalado y determinado que Su Hijo sería traicionado y entregado en las manos de hombres pecadores y que debía ir a la cruz, sin embargo, JUDAS ERA TOTALMENTE RESPONSABLE DE SUS MALVADOS HECHOS. La MALDICIÓN de Dios está sobre él. En Hechos 4:27-28 vemos que las acciones que realizaron los enemigos de Cristo estaban dentro de las fronteras y los límites del plan perfecto de Dios que se centraba en la crucifixión de Cristo. En la eternidad pasada Dios determinó que Jesucristo moriría en la cruz para la salvación de hombres pecadores y este plan se cumplió a cabalidad. Dios usó las malas obras de hombres pecadores para llevar a cabo Su propósito.
  1. 1 Corintios 2:7—antes de los siglos, Dios predestinó la sabiduría de Dios para nuestra gloria. La “sabiduría de Dios” como se define en este contexto, se refiere a CRISTO CRUCIFICADO (ver 1 Corintios 1:23-24; 2:2; 2:8). Por lo cual podemos reemplazar este significado: “antes de los siglos Dios predestinó a Cristo crucificado para nuestra gloria”. En la eternidad pasada Dios, en Su infinita sabiduría, determinó que Cristo sería crucificado, lo cual resultaría en la gloria del creyente. Así que, 1) el eterno plan de Dios es de acuerdo a Su sabiduría; 2) el eterno plan de Dios se centra en la obra de Cristo en la cruz; 3) el plan eterno de Dios es inalterable—fue determinado en la eternidad pasada (“antes de los siglos”); 4) el eterno plan de Dios incluye la glorificación de creyentes (“para nuestra gloria”). Comparar Romanos 8:30—“a éstos también glorificó”.
  1. Efesios 1:4-5. Dios ha determinado un glorioso futuro para el creyente. Nuestro glorioso futuro es descrito por la palabra “ADOPCIÓN” (estudiamos ésto en Romanos 8:23). Los creyentes tendrán todos los derechos y privilegios y bendiciones y herencia que vienen por tener la posición de hijos de Dios. Comparar Efesios 1:11-12.
  1. Romanos 8:29—nuestro destino futuro está garantizado: “para que fuésemos hechos conformes a la imagen de Su Hijo”. El PROCESO está teniendo lugar cada día (2 Corintios 3:18), pero la total realización de ésto, espera un cumplimiento futuro (1 Juan 3:1-4). SEREMOS COMO ÉL. Esa es la meta de la Vida Cristiana. La predestinación es la garantía de que esa meta será alcanzada. Dios me llevará hacia donde debo estar. “Entonces estaremos, donde quisiéramos estar, entonces seremos, lo que deberíamos ser; las cosas que ahora no son ni podrían ser, pronto serán nuestras”. Esto es ciertamente la sabiduría de Dios—nosotros, que reflejamos tan perfectamente a Adán (en su estado caído, pecaminoso), algún día reflejaremos perfectamente a Cristo.

Nota: La palabra “predestinación” nunca se usa en la Biblia de las maneras siguientes: 1) Dios ha predestinado a ciertas personas para que crean en Cristo; 2) Dios ha predestinado a ciertas personas para el infierno.

En Romanos 8:28 la palabra “primogénito” se refiere a Cristo y significa “el más alto en rango y posición”. Cristo es el Hijo Supremo, el Preeminente (comparar Juan 3:16—“el Hijo unigénito” o el ÚNICO, único en su clase, HIJO). Cristo está como Cabeza y Principal entre y sobre esas incontables multitudes que por medio de ÉL son hechos hijos de Dios. Cristo es EL HIJO, pero “llevará muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10).

3) ESLABÓN # 3—“A ESTOS TAMBIÉN LLAMÓ”

El próximo eslabón en la cadena del propósito eterno de Dios: LLAMADO. Vimos ésto en el versículo 28— “los que conforme a Su propósito son llamados”. ¿Quiénes son LOS LLAMADOS? No todos los hombres, porque en el versículo 28 se dice que ellos son los que “aman a Dios” (creyentes verdaderos, los que pertenecen a Dios, los que fueron conocidos de antemano, etc.). Por cierto, hay un sentido general en que TODOS LOS HOMBRES son llamados para salvación y todos los hombres son invitados a venir a Cristo. Este llamado o invitación general y universal a la salvación se ve en pasajes como Romanos 10:9-13; Mateo 11:28; Juan 3:16; Juan 7:37-38; Apocalipsis 22:17; etc. Pero hay un sentido especial en el cual Dios llama solamente a aquellos que responden verdaderamente al llamado general del evangelio (los que vienen a Cristo y realmente le pertenecen). Así, en un pasaje como 1 Corintios 1:24-27 la expresión “los llamados” se refiere a los escogidos de Dios, los que realmente son salvos. No son muchos los llamados (1 Corintios 1:26), pero algunos lo son. Ver 2 Timoteo 1:9; 1 Pedro 1:15; 2:9; 5:10; 2 Pedro 1:3; 1:10; Apocalipsis 17:14 “llamados y elegidos y fieles”. Note que todos estos versículos están hablando acerca de verdaderos creyentes, no de todos los hombres en general. Dios nos ha llamado a Sí Mismo (1 Corintios 1:9) para que le pertenezcamos a ÉL. Como dice un himno: “ÉL me llamó mucho antes de que yo escuchara, antes de que mi corazón pecaminoso fuera turbado. Pero cuando creí en Su Palabra, me levantó perdonado”.

4) ESLABÓN # 4 – “A ESTOS TAMBIÉN JUSTIFICÓ”

Dios me ha declarado justo en Su Hijo justo. Hemos estudiado en detalle la doctrina de la justificación previamente en el libro de Romanos (ver Romanos 3:24-5:1). Ver también Hechos 13:39).

5) ESLABÓN # 5 – “A ESTOS TAMBIÉN GLORIFICÓ”

La glorificación del creyente es un evento futuro. No ha sucedido aún (ver el análisis en Romanos 8:17-18). Aún no estamos en el cielo. Nuestra salvación aún no está completa. Aún no somos “COMO CRISTO”, como lo seremos. Aún no tenemos nuestros cuerpos glorificados. Aún no somos impecables. Pero en este versículo Dios dice, SÍ, ¡LO ERES! ¡TE HE GLORIFICADO! ¡ES UN HECHO! Se usa el tiempo pasado. Desde el punto de vista del creyente, aún no ha sucedido. Pero en la mente y propósito de Dios, ya es un hecho. ¡Ya ha sucedido! Esta glorificación es un evento futuro tan seguro, que está escrito en tiempo pasado, como si realmente ya hubiera sucedido. Es un hecho consumado, aún cuando desde nuestra perspectiva aún no haya sucedido. 

Revisemos y examinemos nuevamente estos cinco eslabones de la cadena:

  1. PRESCIENCIA—Antes que el mundo fuese, Dios me conoció y Dios sabía que yo le pertenecería a ÉL. Esto incluye una relación de amor especial.
  2. PREDESTINACIÓN—En la eternidad pasada Dios delineó para mí un maravilloso futuro, que yo fuera como Su Hijo.
  3. LLAMADO – Dios me atrajo a Sí Mismo de una manera maravillosa, me sacó de mis tinieblas a Su luz admirable.
  4. JUSTIFICACIÓN – Dios me ha declarado perfectamente justo en Su Hijo justo, basado en la obra del Señor Jesucristo en la cruz.
  5. GLORIFICACIÓN – Dios completará mi salvación y en la mente y propósito de Dios ya es un hecho.

Deberíamos notar que estas cinco cosas son ciertas en cuanto a todo creyente. Tú no puedes tener solo una de estas cinco cosas. Es imposible que una persona sea antes conocida y no sea justificada. Es imposible que una persona sea justificada y no sea glorificada (por tanto, es imposible que una persona pierda su salvación). Es imposible que una persona sea llamada y no sea justificada: “a los que llamó, a estos también justificó”. ¿Pueden ser ciertas de una persona sólo tres de las cinco cosas? No, todas ellas tienen que ser verdad. Es todo o nada. Una persona es salva o no lo es, y si es salva, entonces estas cinco cosas son verdad. Deberíamos notar también que NINGUNA DE ESTAS COSAS es verdad de los que nunca llegan a ser creyentes. Judas nunca fue conocido, predestinado, llamado, justificado o glorificado.

Nota: Debemos ser muy cuidadosos con un tratado evangelístico muy popular que comienza:”Dios te ama y tiene un maravilloso plan para tu vida”. Lo que Dios tiene para aquellos que rechazan a Su Hijo no es maravilloso (ver Juan 3:18; 3:36; 2 Tesalonicenses 1:8-9, etc.). El maravilloso plan de Dios es para los que aman a Dios, para los que conforme a Su propósito son llamados (Romanos 8:28). Una vez que una persona da buena evidencia de tener una fe salvadora, podemos animarla a reclamar las maravillosas verdades que se encuentran en Romanos 8:28-30, pero nunca debemos aplicar descuidadamente estos pasajes a quienes no son salvos en absoluto. De hecho, todas las grandes verdades de Romanos capítulo 8 son solamente para los que de veras están “EN CRISTO” (Romanos 8:1). Por otra parte, no olvidemos que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 3:3-4).

Romanos 8:31

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios ha hecho todo esto (Romanos 8:28-30), ¿qué podemos decir entonces? Empecemos por decir simplemente y sin cesar, “GRACIAS SEÑOR”. Si Dios es por nosotros (está a nuestro lado), ¿quién puede estar contra de nosotros? La respuesta obvia: NADIE. Muchas personas pueden estar en contra nuestra y los creyentes pueden tener muchos enemigos, pero si Dios está por nosotros, no importa quién esté en contra nuestra. Es Dios y yo contra cualquiera. Dios con el creyente es mayoría siempre, y en cualquier lugar. Ver Salmo 118:6 y Hebreos 13:6. Los versículos siguientes muestran cómo Dios está POR NOSOTROS. En el versículo 32 vemos como ÉL murió POR NOSOTROS y en el versículo 34 vemos como ÉL vive POR NOSOTROS.

Romanos 8:32

Se nos recuerda el relato de Génesis 22 cuando Abraham escatimó a su hijo en el último minuto. En contraste a ésto, Dios no escatimó a Su amado Hijo. Se cuenta la historia de un hombre que trabajaba en un puente levadizo. El puente se levantaba para que los barcos pudieran pasar por debajo y el puente volvía a bajarse, para que los trenes pudieran cruzar el río sin problema. Un día, justo antes que fuera la hora de llegada del tren, el hombre vio que su hijo estaba jugando alrededor de los enormes engranajes y sus ropas se habían atascado en los engranajes. El hombre tuvo que hacer una rápida elección: 1) Puedo salvar a mi hijo, lo que significa que muchas personas se precipitarán a su muerte cuando el tren caiga al río; 2) Yo puedo salvar al tren, lo cual significa que mi hijo será magullado y triturado y muerto en los enormes engranajes. Por amor a los pasajeros del tren, el hombre decidió sacrificar a su hijo a quien amaba tanto. Esto es solo una ilustración humana, pero quizás nos ayude en alguna manera a apreciar lo que Dios hizo por nosotros al “no escatimar a Su Hijo”.

¿Quién fue realmente culpable de poner a Cristo en la cruz? Note la palabra “entregó” en Romanos 8:32 que a veces se traduce como “traicionar”. Note los siguientes usos de esa palabra:

 

En Mateo 20:18 Judas entrega a Cristo a los líderes judíos
En Mateo  20:19 los líderes judíos entregan a Cristo a los romanos
En Mateo 27:2 los líderes judíos entregan a Cristo a Pilato, el gobernador
En Mateo 27:3 Judas entrega a Cristo a los líderes judíos (la misma idea de Mat.20:18)

 

¿Quién entonces fue responsable de poner a Cristo en la cruz? Judas lo traicionó. Los líderes judíos lo condenaron y lo entregaron a los romanos. Pilato lo entregó a los soldados romanos. Los soldados romanos lo clavaron a la cruz. TODOS ELLOS TUVIERON PARTE, pero en última instancia fue DIOS MISMO quien lo entregó. Fue Dios quien “LO ENTREGÓ POR TODOS NOSOTROS” (Romanos 8:32). Fue Dios quien “DIO A SU HIJO UNIGÉNITO” (Juan 3:16) para morir en la cruz. “Dios quiso QUEBRANTARLO” (Isaías 53:10). ¿Por qué Dios hizo esto? FUE POR NOSOTROS. Fue por nuestros pecados que ÉL sufrió y sangró y murió. ÉL “FUE ENTREGADO POR NUESTRAS TRANSGRESIONES” (Romanos 4:25). Cada uno de nosotros era responsable por la muerte de Cristo, porque ÉL murió en nuestro lugar como nuestro Sustituto. A ÉL se le dio el pago que nosotros merecíamos (Romanos 6:23). Él murió la muerte que nos correspondía a nosotros.

El argumento del versículo 32 debería conmover el corazón de todo creyente: si Dios entregó a Su Hijo por nosotros, ¿no nos dará CON ÉL gratuitamente todas las cosas? Si Dios nos dio la dádiva más costosa de todas, ¿no nos dará dádivas menos costosas? Aquel que dio la dádiva mayor, ciertamente no negará las dádivas menores. Si Dios nos ha dado Su posesión más preciosa, ¿no nos dará las cosas menores que necesitamos? Si un padre gasta cientos de dólares para construir una completa cancha de baloncesto en el patio de la casa para su hijo, ¿no le dará a su hijo también la pelota? Dios nos ha dado lo mejor que tiene. Dios nos ha dado Su Hijo. Si tenemos a Cristo, tenemos todo lo que necesitamos (Hebreos 13:5).

Romanos 8:33

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Los escogidos de Dios son los que están descritos en Romanos 8:29-30. Ellos son los escogidos de Dios, los que conforme al propósito de Dios son llamados en Cristo. Dios te ha justificado. Tú has comparecido ante la corte más alta del universo y has sido encontrado NO CULPABLE. Tu caso ha sido sellado en la corte suprema del universo, y no hay otra corte más alta que pueda condenarte. Si Dios, el Juez justo, te ha justificado, ¿qué juez más alto te puede condenar? Si el Juez de toda la tierra está DE NUESTRO LADO, no tenemos absolutamente nada que temer.

Romanos 8:34

¿Quién me condenará? Cristo ciertamente no, porque ÉL murió por mí. Mi condenación cayó sobre ÉL (Romanos 8:3). ÉL no solo murió por mí, sino vive por mí. Satanás me podrá acusar y sus acusaciones en mi contra aún pueden ser ciertas, pero el Señor Jesucristo vive para interceder por mí (rogar y orar por mí). Ver estos importantes pasajes: 1 Juan 2:1-2; Hebreos 7:25; 9:24.

Note en el contexto lo siguiente: El Espíritu Santo es por nosotros (Romanos 8:26); Dios el Padre es por nosotros (Romanos 8:31); Dios el Hijo es por nosotros (Romanos 8:34). Sí, el Dios trino está de nuestro lado.

Romanos 8:35

“El amor de Cristo” se refiere al amor que Cristo tiene por nosotros. Nadie (v.35) y nada (v.39) podrá separarnos de ese amor. Estamos salvos y seguros para siempre en el amor de Cristo. Consideremos algunas de las palabras que se usan en este versículo:

TRIBULACIÓN = apremio, aflicción, miseria, apuro debido a circunstancias y dificultades externas

ANGUSTIA = desconsuelo, infortunio, desamparo apremiante (2 Co. 4:8)

PERSECUCIÓN = acoso a los creyentes para dañar y herir (ver 2 Timoteo 3:12; 2 Corintios 4:9)

HAMBRE = los creyentes del primer siglo sabían lo que era el hambre (ver Hechos 11:28); ni siquiera los desastres naturales nos podrán separar del amor de Cristo

DESNUDEZ = condición indigente, falta de suficiente vestuario, extrema pobreza

PELIGRO = riesgo, inseguridad (ver 1 Corintios 15:30)

ESPADA = muerte por la espada (ver Hechos 12:2—Santiago, el hermano de Juan estaba seguramente agradecido por la verdad de Romanos 8:35)

Romanos 8:36

“Muertos”. Está en tiempo presente: “Estamos siendo constantemente inmolados todo el día”. La expresión es una hipérbole (una exageración para causar efecto) que significa que estamos constantemente en peligro de muerte (1 Corintios 15:30). Note el trato al pueblo de Dios descrito en Hebreos 11:36-28.

Romanos 8:37

En el versículo 36 somos como ovejas de matadero. En el versículo 37 somos MÁS QUE VENCEDORES. ¡Qué contraste!

“Somos” (v.37) — esto es cierto ahora mismo. “En todas estas cosas” –en medio de todas las dificultades, nosotros triunfamos. “Más que vencedores” = hiper-vencedores, súper-vencedores, súper-victoriosos, súper-triunfadores. Se refiere a alguien que gana una victoria arrolladora y aplastante, alguien que gana la más brillante victoria. No somos sólo vencedores, somos más que vencedores. No somos sólo triunfadores, somos más que triunfadores.

Es la palabra griega hupernikao (de “huper” –comparar con “hiper” o “súper” y el verbo “nikao” –vencer, tener victoria (es la misma palabra usada para vencedores en Apocalipsis 2 y 3). No somos sólo vencedores, somos más que vencedores. No somos sólo triunfadores, somos más que triunfadores. En vista de ésto, cómo puede alguien decir que algunos creyentes no son vencedores (como enseñan algunos que creen en un rapto parcial, como también otros). Ningún creyente es menos que un vencedor, todos los creyentes son “más que vencedores”. Nos pertenece una victoria abrumadora.

Todas estas cosas” = las cosas mencionadas el versículo 35.

¿Quién es Aquel que nos amó? Ver Romanos 8:35—Cristo Mismo. Por medio de Cristo somos más que vencedores. Comparar 2 Corintios 2:14 (en nosotros mismos fallamos, pero en Cristo triunfamos).

Romanos 8:38-39

En estos gloriosos versículos Pablo está explorando el universo entero para ver si hay algo que pudiera separarnos del amor de Cristo. La muerte se menciona primero, porque es el mayor temor del hombre (Hebreos 2:15—la muerte es “el rey de los temores”). Dios no está diciendo que ÉL librará al creyente de la muerte física, sino dice que la muerte física nunca nos separará de ÉL. De hecho, para el creyente en Cristo la muerte es en realidad la entrada a la presencia misma de Dios, donde conoceremos más y más Su amor:

Filipenses 2:21, 23—“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. . .teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.

2 Corintios 5:8—“Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.

Dios no elimina la muerte física (con la excepción de aquellos que estén vivos cuando Cristo venga por Su iglesia—1 Corintios 15:51-52), sino elimina el aguijón de la muerte (1 Corintios 15:55). La muerte sin su aguijón no es de temer (tal como una abeja, sin su aguijón, no es más que una inofensiva bola de pelusas).

“Vida”—ninguna circunstancia de la vida, no importa cuán difícil o irritante sea, podrá separarme del amor de Cristo.

“Principados”—ésto se refiere a los ángeles gobernantes, a ángeles principales.

“Potestades” – ángeles gobernantes poderosos. Ni ángeles, ni demonios, ni Satanás mismo, podrán separar al creyente del amor de Cristo (ver 1 Juan 4:4).

“Ni lo presente, ni lo por venir”—Ninguna circunstancia por la cual estés pasando ahora y nada de lo que puedas enfrentar en el futuro, podrá separarte de Cristo y de Su amor. Los que están en Cristo, están unidos a Él para siempre. ¡Bendita unión!

“Ni lo alto, ni lo profundo” (v.39) –por muy alto que subas o por mucho que desciendas, en el valle más profundo o en la montaña más alta, nunca encontrarás algo o alguien que te separe del amor de Cristo.

“Ni ninguna otra cosa creada” = nada en toda la creación. Pablo agrega ésto, para asegurarse de no haber olvidado algo. Pablo nos asegura, con las palabras más vehementes, nuestra total seguridad en el amor de Dios que se encuentra SOLAMENTE EN EL SEÑOR JESUCRISTO.

Hay muchas personas que toman estos dos últimos versículos de este capítulo y lo aplican indiscriminadamente a todas las personas, sin considerar si la persona es realmente salva o no. Estos versículos sólo son aplicables a los que están “EN CRISTO JESÚS” (Romanos 8:1) y que “aman a Dios y que conforme a Su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Nadie más tiene derecho a estos versículos. Los incrédulos estarán separados del amor de Cristo, y esta separación durará por toda la eternidad (ver 2 Tesalonicenses 1:8-9; Mateo 25:41, 46; 7:21-23; etc.)

Así, el capítulo 8 de Romanos comenzó con NINGUNA CONDENACIÓN y termina con NINGUNA SEPARACIÓN. Mientras más entendamos de la gracia de Dios y de nuestra salvación tan grande, tanto más desearemos vivir sobria, justa y piadosamente en este presente siglo (Tito 2:11-12), para que podamos agradar a Dios que ha hecho cosas tan grandes por nosotros. ¡A ÉL sea la gloria ahora y por los siglos de los siglos!

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