ROMANOS

CAPÍTULO 14

Romanos 14:1

¿Quién es la persona débil descrita en este versículo? El es débil, no es fuerte, pero es un creyente, porque está “en la fe”. Es débil en el conocimiento de la doctrina. Quizás sea un creyente nuevo o quizás sea un creyente que ha fallado en crecer en las cosas de Dios (2 Pedro 3:18; 1 Co.3:1-4). Quizás no ha recibido sana enseñanza. Este creyente débil no está viviendo en pecado. Por el contexto, no hay indicación de que hay involucrado un problema moral. Sin embargo, la persona no entiende de lo que se trata la libertad cristiana.

¿Cuál es nuestra responsabilidad hacia este hermano débil? “RECIBIRLO”. No rechaces a esta persona. Recíbelo, acéptalo, admítelo, reconócelo como uno de los tuyos, considéralo como un hermano amado en Cristo. Esta palabra “recibir” es ilustrada en Hechos 28:2 – “Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos RECIBIERON a todos, a causa de la lluvia que caía y del frío”. Pablo fue recibido amablemente por esta gente inculta y fue tratado muy bien. Los creyentes débiles deben ser tratados con amabilidad por causa de Cristo.

¿Por qué debemos recibir a este creyente débil? La razón se da al final del v.3: “Porque Dios le ha recibido”. Ver también Romanos 15:7. Si Cristo lo recibió, ¿cómo lo podemos rechazar? Cuán agradecidos debemos estar de que el Señor nos recibiera: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Dios nos ha recibido y nunca nos echará o nos dejará de lado.

Contender sobre opiniones”—no recibas al creyente débil con el objeto de tener una gran discusión o disputa. No lo admitas solo para criticar sus escrúpulos y juzgar sus opiniones: “Te permitiré entrar en nuestra asamblea, pero debes darte cuenta que cuando se trata de las cosas que un cristiano puede comer, tienes mucho que aprender”. “Eres bienvenido aquí, aunque tienes algunas serias vacilaciones, y necesitamos enderezarte”. “Ahora que eres uno de los nuestros, discutamos lo que podemos o no podemos comer, y te probaré por medio de las Escrituras que tú estás equivocado”. Esta no es la manera de recibir al hermano débil.

Romanos 14:2

El creyente que tiene un conocimiento doctrinal correcto sabe que puede comer todas las cosas. Bajo la ley, había ciertos alimentos que los judíos podían comer y había ciertos alimentos que no podían comer (ver Levítico 11). Dios les estaba enseñando a hacer diferencia entre lo limpio y lo inmundo, entre lo santo y lo profano (Lv. 11:44-47). Durante la dispensación actual nada de lo que Dios ha creado está prohibido si se recibe con acción de gracias: “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Ti. 4:4-5). El creyente débil mencionado en Rom.14:2 tenía el hábito de comer solamente hierbas o vegetales, creyendo que no estaba permitido comer todas las cosas (creyendo que la carne estaba prohibida).

Romanos 14:3

Este versículo es una advertencia, tanto al creyente fuerte como al débil. La tendencia del creyente fuerte sería despreciar al débil (desdeñar, desvalorizar). La tendencia del creyente débil sería juzgar o criticar o condenar al creyente fuerte.

El creyente fuerte podría decir, “Vegetariano necio. ¿Cómo puedes ser doctrinalmente tan débil? ¿No sabes que como creyentes en Cristo podemos comer todas las cosas?” (DESPRECIANDO).

El creyente débil podría decir, “No deberías comer carne. No deberías comer cerdo. Estás mal haciendo eso”. (JUZGANDO).

La última frase del v.3 (“porque Dios le ha recibido”) podría referirse sólo al creyente fuerte que está siendo juzgado por el creyente débil, pero puede referirse a ambos (“al que no come” y “al que come”). Aunque se refiera solo “al que come”, permanece cierto que Dios ha recibido a ambos. Dios ha recibido bondadosamente a cada creyente (Rom. 15:7) y por ésto debemos recibir a nuestros prójimos creyentes, sean débiles o fuertes (Rom.14:1 donde a los creyentes se les dice que reciban a los que son débiles).

Nótese que Dios (por medio de Pablo) menciona al “que es débil” (v.1) pero no se refiere al creyente fuerte como “fuerte”. Aún el creyente que es maduro y que entiende los asuntos doctrinales, es muy débil aparte de la gracia de Dios (comparar 2 Timoteo 2:1, “Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”), incluso es propenso a ciertos pecados, como despreciar a su hermano (Rom. 13:3, 10) y envanecerse en su conocimiento (1 Co. 8:1). Es en nuestra debilidad que aprendemos del poder de Dios (2 Co. 12:10).

Romanos 14:4

Este versículo es para la persona que juzga a su prójimo creyente por lo que come. La palabra “criado” se refiere a un esclavo doméstico. El que está juzgando debe darse cuenta de que él no es la cabeza del hogar. El no es el amo o señor de este hombre. El no es más que un consiervo, un colaborador, un creyente compañero. Un siervo es responsable solamente ante su amo. Es responsable ante su amo y ante nadie más. Su amo es el único que tiene el derecho de juzgarlo. El Amo del creyente es el SEÑOR Jesucristo (ver v.9). A ÉL responde y rinde cuenta el creyente. Ante Su tribunal compareceremos todos (v.10).

Supongamos que dos hombres trabajan en una fábrica y uno le dice al otro, “estás haciendo un trabajo horrible”. Lo que diga este correligionario, sea verdadero o falso, realmente no tiene importancia. El no es el jefe. Si el jefe le dice que está haciendo un trabajo terrible, entonces debe preocuparse.

¿Qué clase de Maestro es nuestro Señor Jesús? Nuestro Señor no quiere que Sus siervos caigan. ÉL quiere que ellos estén en pie. Dios los sostiene. Dios está por ellos, no contra ellos (Rom. 8:31). Como dice el himno: “Sustentados por Su bondadosa, poderosa mano”. Dios puede sostenerlos en pie. Como creyentes, deberíamos imitar a nuestro Dios en ésto. Nuestro deseo debería ser sostener a nuestros hermanos creyentes y hacer todo lo posible para ayudarles a estar en pie. No debemos empujarlos para que caigan, JUZGÁNDOLOS o DESPRECIÁNDOLOS. Que les ayudemos a levantarse y a alcanzar un lugar más elevado. “Hágase todo para edificación” (1 Corintios 14:26).

Romanos 14:5

Nuestro tema pasa ahora de los alimentos a los días. ¿Debemos considerar un día más especial o más santo que otro día? Un creyente lo piensa así, pero otro creyente considera todos los días iguales. En el asunto de los alimentos, Pablo identificó al creyente débil (v.2). Aquí Pablo no hace tal distinción. Un creyente escoge un día y dice, “Este día es especial. Este día es santo”. Otro creyente considera santos todos los días: “El sábado es tan santo como el domingo y el domingo es tan santo como el lunes”. ¿Cuál creyente tiene la razón? ¿Cuál creyente es el creyente fuerte que tiene el entendimiento doctrinal correcto en cuanto a los días?

En otro lugar Pablo advierte contra el peligro legalista de observar ciertos días: “Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (Gálatas 4:10-11). Es cierto que la costumbre de los creyentes ha sido adorar en el Día del Señor, el primer día de la semana (domingo), el día en que Cristo resucitó de los muertos. Hebreos 10:25 da una seria advertencia a quienes pudieran dejar de congregarse con otros creyentes. Sin embargo, nunca encontramos en el Nuevo Testamento el mandamiento: “GUARDA EL DÍA DEL SEÑOR”. Para el creyente en Cristo, cada día es “terreno santo” cuando servimos al Salvador y andamos de una manera digna de nuestro alto, celestial y santo llamamiento (Efesios 4:1). Obviamente, no debemos estar más dedicados a Cristo el día domingo que en cualquier otro día. Sin embargo, admitimos que en círculos religiosos hay muchos “cristianos del día domingo”, que hacen una muy buena presentación el domingo en la mañana y que viven de manera muy diferente el resto de la semana. Hermanos, estas cosas no deben ser así.

El mismo principio es aplicable al DAR. Es el creyente débil el que piensa que un décimo de sus ingresos pertenece al Señor y que el resto le pertenece a él: “Tengo diez centavos. Este centavo es santo y especial. Es el diezmo. Los otros nueve son para mi uso personal”. El creyente fuerte ve las cosas de una manera muy diferente: “Todo lo que tengo pertenece al Señor, porque yo no me pertenezco a mí mismo; he sido comprado por precio (1 Co.6:19-20). Puedo dar uno o más de mis diez centavos a la asamblea local, pero los centavos restantes también pertenecen al Señor y deseo ser un buen administrador de todo lo que el Señor me ha dado”.

Romanos 14:5 concierne a la pregunta en cuanto a guardar el sábado en los tiempos apostólicos. Alford comenta sobre este pasaje:

La pregunta ahora es, suponiendo que Pablo hubiese reconocido de alguna manera la obligación divina de guardar un día de los siete, ¿podría haber hablado así? La inferencia obvia de su estilo de argumentar es que él no sabía de tal obligación, sino que creía que todos los días y todos los tiempos eran IGUALES para el cristiano fuerte en la fe. No veo cómo el pasaje pueda ser entendido de otra manera. Si cualquier día de la semana estuviese investido del carácter sagrado del Sábado, habría sido totalmente imposible que el Apóstol recomendara o defendiera al hombre que juzga ser todos los días de igual honor,--quien, como en el v.6, no observa ningún día. Debería haberle otorgado la más seria desaprobación, como violando un mandamiento de Dios. Por lo cual infiero que esa obligación sabática de guardar un día, sea el séptimo o el primero, no era reconocida en los tiempos apostólicos. (Alford's Greek Testament).

William Newell, en su comentario sobre Romanos, cita a los padres de la iglesia respecto a su entendimiento de la observancia del Sábado. El cita a Ignacio, que fue martirizado alrededor del año 115 D.C.: “Los que se preocupaban de las cosas antiguas han venido a una nueva confianza, no guardando por más tiempo los sábados, sino viviendo de acuerdo con el Día del Señor, de quien depende nuestra vida, como resucitados por medio de ÉL”. Y Justino Mártir (quien sufrió el martirio por el año 168 D.C.), cuando fue reprendido por Trifo por “abandonar el sábado”, dijo: “¿Cómo podemos guardar el sábado, si descansamos del pecado todos los días de la semana?”

Al final del versículo 5 Pablo dice, “Cada uno esté PLENAMENTE CONVENCIDO (totalmente persuadido, seguro) en su propia mente”. Estamos viviendo hoy en tiempos en que la importancia de la doctrina es minimizada y la actitud es a menudo ésta: “En realidad, no importa lo que lo cristianos creen, especialmente en cuestiones donde hay diferentes opiniones. Lo importante es que nos amemos unos a otros”. Pero nótese que Pablo no dice que estas cosas no son importantes. El no dice, “No importa lo que creas acerca de comer alimentos y observar días”. No, por el contrario, él dice que cada creyente debe estar persuadido en su propia mente en cuanto a estos asuntos. Deja que Dios te convenza y persuada de lo que es correcto. Debemos amar a los que son débiles en la fe (v.1,3) y debemos edificarlos, pero Dios nunca anima al creyente a ser débil en la fe y débil en la doctrina. Cuando se trata de asuntos doctrinales y de materias de fe y práctica, los creyentes deben estar  “plenamente persuadidos”. Que Dios nos ayude a estar firmes, a persistir y entender.

Romanos 14:6

El creyente no debe estar solo “plenamente persuadido” (v.5), sino que también debe hacer lo que hace “para el Señor” (v.6). “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Col. 3:23-24). El versículo 6 trata de los dos temas discutibles que fueron introducidos: comer (v.2) y observar los días (v.5). La estructura del versículo es un paralelismo invertido:

A. El creyente débil que observa el día

B. El creyente fuerte que no observa el día
B. El creyente fuerte que come (todas las cosas) - ver v.2

A. El creyente débil que no come (todas las cosas) solamente hierbas.

Aunque hay diferencias en la práctica de comer y observar los días, es importante notar que, en lo que respecta a cada una de estas personas, el motivo es recto, el corazón es recto y la actitud es recta. Cada creyente hace lo que hace PARA EL SEÑOR, para agradar al Señor, para honrar al Señor. Cada uno lo está haciendo con acción de gracias, teniendo a Dios presente. Cada uno está poniendo en práctica el principio de 1 Corintios 10:31—“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.  El creyente que se daba cuente que era libre para comer todas las cosas era diligente en dar gracias a Dios (ver 1 Timoteo 4:3-5). El creyente que comía hierbas (v.2) era diligente en dar gracias a Dios por los vegetales que eran puestos ante él. Los primeros cristianos daban gracias a Dios cuando comían (ver el buen ejemplo de Pablo en Hechos 27:35).

Romanos 14:7-9

Lo que hacemos es importante y cada creyente debe estar plenamente convencido en su propia mente. Aún más importante es cómo hacemos lo que hacemos y cada creyente debe asegurarse de que lo que hace, lo hace como para el Señor. El verdadero asunto es el hecho que “SOMOS DEL SEÑOR”. Le pertenecemos a ÉL en espíritu, alma y cuerpo. ÉL es nuestro Amo y nosotros somos Sus esclavos. Esta es nuestra libertad cristiana: somos LIBRES para servir a Cristo como Sus esclavos por amor. Ningún creyente “vive para sí” (v.7). ¿Por qué no? Esto es explicado en 2 Corintios 5:14-15, “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.  Ya no debemos vivir para nosotros mismos.
Hemos pasado nuestra vida de inconversos viviendo de esta manera (1 Pedro 4:1-2). Más bien debemos vivir para Aquel que murió y resucitó por nosotros.

La vida cristiana es VIVIR PARA ÉL—servirle, honrarle, agradarle, obedecerle gustosamente. Hemos de MAGNIFICARLO, o por vida o por muerte (ver Filipenses 1:20-23). Aún nuestro morir ha de ser un servicio rendido a ÉL (comparar Juan 21:19). Nuestro vivir y nuestro morir están en Sus manos porque le pertenecemos a ÉL. ÉL gobierna nuestros días y la duración de nuestros días. La muerte no cambia la relación. Él es nuestro Señor cuando estamos vivos. ÉL es nuestro Señor cuando estamos muertos. Si algo cambia, la muerte MEJORA la relación, porque partir y estar con Cristo es MUCHO MEJOR (Filipenses 1:23) y es considerado “GANANCIA” (Fil. 1:21), y estar ausente del cuerpo es ESTAR PRESENTE CON EL SEÑOR (2 Co.5:8). Cristo murió y resucitó y vivió otra vez con éste propósito, para que ÉL sea el Señor (Fil.2:9-11).

  1. No soy mi propio Señor (1 Co. 6:19-20).
  2. No soy Señor y Juez de mis hermanos creyentes (Rom.14:10).
  3. ÉL ES SEÑOR y yo soy Su siervo y esclavo, sirviéndole junto con mis hermanos en la fe, responsable ante ÉL y solamente ante ÉL.

Romanos 14:10

El pensamiento de este versículo vuelve al v.3. En el versículo 3 se le dice al creyente débil que no juzgue a su hermano y al creyente fuerte se le dice que no menosprecie al creyente débil. Los creyentes no deben juzgar a otros creyentes y no deben mostrar desdén hacia ellos. A la luz del v.6, recuerda que la persona que estás juzgando o menospreciando es TU HERMANO. El tiene la actitud recta, un corazón recto, y está sirviendo al Señor y dando gracias. Su motivación es correcta. El no es tu enemigo. Trata de ayudarle y edificarle y ser un ejemplo para él, pero no lo juzgues o lo mires en menos. El Señor Jesucristo Mismo será el Juez de todo verdadero creyente: “Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”.

Nosotros”—según el contexto, esto se refiere sólo a los creyentes, los que “son del Señor” (v.8).

Todos” –es un juicio para todos los creyentes; nadie estará excluido.

Compareceremos”—este es un evento futuro que tendrá lugar inmediatamente después del rapto de la iglesia (comparar 1 Juan 2:28). También es una promesa. Todos estaremos allí. Está garantizado. Comparecer—aparecer ante un juez (comparar Hechos 27:24, donde se usa el mismo verbo—Pablo tenía que comparecer ante César, el más alto juez o gobernante humano de ese tiempo).

¿QUIÉN es el Juez ante el cual comparecerá cada creyente para rendir cuenta? El Juez es Cristo Mismo. Es el Tribunal de Cristo. Cristo está sentado en este tribunal. Esta es una clara evidencia de la deidad de Cristo. Se dice aquí que Cristo será el Juez final de cada creyente, Aquel ante quien daremos cuenta de toda palabra, pensamiento o hecho. Algunos manuscritos hasta dicen “el tribunal de Dios”, aunque en 2 Corintios 5:10 los manuscritos concuerdan en que es el tribunal de Cristo. Ambos son ciertos, porque es Cristo el que está sentado como Juez y Cristo es Dios. Dios el Padre ha dado todo juicio a Dios el Hijo (ver Juan 5:22, 27).

La expresión “tribunal” es el término griego “bema”. Cada creyente debe comparecer ante el “bema” de Cristo. La traducción es correcta. Se refiere a un tribunal cuyo sillón está ocupado por un juez. Usualmente era un lugar elevado, a veces unas gradas llevaban allí. Generalmente el sillón se encontraba sobre una plataforma, tal como el trono de un rey se encontraba en alto. Comparar con el sillón del juez en nuestras salas de corte de hoy, que se encuentra generalmente sobre una plataforma y está más elevado que cualquier otro sillón en la sala. El “bema” también se usaba en referencia a los Juegos Olímpicos. El juez de los atletas daría el “stephanos” (corona) al vencedor de la competencia (al corredor, luchador o lo que fuera). El término “bema” se usa 12 veces en el Nuevo Testamento. Pilato se sentó en su tribunal cuando juzgó a Cristo (Mateo 27:19). En Hechos 25:6 Pablo estuvo ante el tribunal de Festo en Cesarea. Más tarde, Pablo compareció ante el tribunal de César (Hechos 27:24). Pablo tenía experiencia en comparecer ante diferentes tribunales, pero el único BEMA que realmente le importaba a Pablo, era el tribunal de Cristo. “Por tanto procuramos (ambicionamos) también, o ausentes o presentes, serle agradables (que le agrademos a ÉL)” (2 Corintios 5:9). “Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo (para que obtenga la aprobación de Cristo en Su tribunal)” (Fil.3:8).

¿Cuál era entonces el punto de Pablo en este versículo? ¿Por qué estás juzgando a tu hermano? Tú no eres el Juez, Cristo lo es. No solo tu hermano será juzgado, tú también lo serás. Preocúpate de ti mismo, para que puedas recibir el “BIEN HECHO” de Cristo y seas recompensado.

Recuerda que al hablar del tribunal de Cristo no estamos hablando de un juicio condenatorio que resulta en condenación eterna. Eso es imposible para el creyente que está EN CRISTO JESÚS (ver Romanos 8:1 y Juan 5:24). El creyente mismo será salvo (ver 1 Co.3:15—“él mismo será salvo, aunque así como por fuego”). Qué trágico que para algunos creyentes será su ALMA SALVADA pero su VIDA PERDIDA (su alma será salva por toda la eternidad, pero su vida no sirvió de mucho, cuando se mide con los valores eternos).

Romanos 14:11

En este versículo Pablo cita Isaías 45:23—“Por MI MISMO hice juramento, de MI boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.” En el contexto de este pasaje de Isaías, el que está hablando es el SEÑOR (Jehová), el Creador (Isaías 45:18, 21). En el versículo 22 se hace un llamado a la salvación a todos los hombres en todo lugar: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay más” (Isaías 45:22). En el v.22 el punto principal de Isaías es este: Hay salvación para todos. En el v.23 el punto principal de Isaías es este: Todos tendrán que rendir cuenta personalmente. TODA rodilla se flexionará y se doblará. Los que se niegan a doblar su rodilla ante el Salvador ahora (v.22) doblarán más adelante su rodilla ante el Juez (v.23).

Un juramento es una declaración, basada en una apelación a Dios o a alguna persona u objeto respetado, que uno dirá la verdad, cumplirá una promesa, permanecerá fiel, etc. Los hombres juran por alguien mayor (Hebreos 6:16), pero, puesto que no hay nadie mayor que Dios, Jehová jura por Sí Mismo (ver Isaías 45:23, “Por mí mismo hice juramento” y comparar Hebreos 6:13). El hecho de que toda rodilla se doblará está garantizado por este juramento inmutable.

A menudo pensamos en Isaías 45:23 como aplicable a los inconversos impíos: “Conozco una persona que tiene una boca sucia y que siempre blasfema de Cristo. Algún día esta misma persona doblará sus rodillas ante Cristo y confesará que Jesús es Señor”. Esto es cierto y es enseñado claramente en Filipenses 2:9-11, donde se cita este mismo pasaje de Isaías. Los verdaderos creyentes rechazan la doctrina del UNIVERSALISMO –la enseñanza de que finalmente todos los hombres serán salvos. Sin embargo, nosotros creemos en el universalismo cuando del doblar la rodilla y del confesar (reconocer) a Cristo como Señor se trata. Todos los hombres en todo lugar harán esto. La diferencia está en que es el privilegio de la persona salva CONFESAR a Cristo como Señor en esta vida (Rom. 10:9-10). Ahora es el momento de doblar la rodilla ante el Salvador. Debemos hacerlo ahora con un corazón dispuesto, en vez de hacerlo más adelante por obligación.

Tenemos aquí una firme evidencia de la absoluta deidad de Jesucristo. En el pasaje de Isaías es el SEÑOR (JEHOVÁ) ante Quien todo hombre doblará la rodilla. Pero cuando este pasaje es citado en el Nuevo Testamento, tanto en Filipenses 2:9-11 como en Romanos 14:11, es el SEÑOR Jesucristo ante Quien todo hombre doblará su rodilla. ÉL es ciertamente JEHOVÁ JESÚS, un hecho explícito de la Biblia, que los Testigos de Jehová niegan por completo. Ver nuestro estudio “La Deidad de Cristo” que muestra los muchos lugares de la Biblia donde el sagrado Nombre  “Jehová” es identificado con Jesucristo.

Aquí en Romanos 14:11 Pablo toma la verdad de Isaías 45:23 y la aplica a los creyentes. El énfasis está sobre “todos”. Cada creyente doblará su rodilla ante Cristo en Su tribunal. Todo creyente confesará y reconocerá Su absoluta autoridad como el Juez Supremo.

Romanos 14:12

El énfasis nuevamente está sobre “todos”. “CADA UNO DE NOSOTROS”. No hay manera de escapar de este juicio. Nótese el énfasis:

“todos” – v.10
“toda rodilla” –v.11
“toda lengua” –v.11
“cada uno de nosotros” –v.12

Nótese la tremenda responsabilidad personal. “Cada uno dará cuenta de (respecto a) sí mismo”. Yo no daré cuenta por ti. Tú no darás cuenta por mí. Cada creyente estará como un individuo ante Dios. Olvídate de la otra persona—de lo que hizo o cómo sirvió. El problema eres TÚ. Cada creyente es personalmente responsable ante Cristo y debe dar cuenta de sí mismo. Que nuestra gran ambición sea serle agradable a ÉL (2 Co.5:9). Que permanezcamos en Cristo, nuestra Vid (nuestra Fuente de Vida) para que en Su Venida, no nos sintamos avergonzados ante ÉL (1 Juan 2:28). ¿Qué podría ser entonces más gratificante para mí que escuchar algún día el “Bien Hecho” de los labios de Aquel que murió y resucitó por mí (comparar Mateo 25:21)? ¿Qué podría ser más satisfactorio que poder decir, como dijo Pablo, “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8)?

Otro pasaje clave del tribunal de Cristo se encuentra en 2 Corintios 5:10—“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno RECIBA según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea BUENO o sea MALO”. Esta palabra “RECIBIR” es importante. Significa recibir de vuelta lo que te pertenece (compensación), recibir lo que previamente era de uno, recuperar, recobrar lo que te has ganado, recibir lo debido, obtener lo que te corresponde debido a lo que has hecho. En el tribunal de Cristo, la recuperación o retribución puede ser negativa o positiva: “sea BUENO (positivo) o sea MALO (negativo)”. En Efesios 6:8 Pablo, al hablar de este mismo tribunal, usa la misma palabra “RECIBIR” para referirse a una retribución positiva: “Sabiendo que el bien (positivo) que cada uno hiciere, ése RECIBIRÁ del Señor, sea siervo o sea libre”. En el pasaje paralelo de Colosenses 3:25 Pablo, al hablar nuevamente del tribunal de Cristo, usa esta misma palabra “RECIBIR” para referirse a la retribución negativa: “Mas el que hace injusticia (negativo), RECIBIRÁ la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas”.

Cuando se trata de la SALVACIÓN, los creyentes no reciben lo que justamente merecen. Ellos no reciben de vuelta lo que se han ganado. Ellos se han ganado la muerte eterna, pero por la gracia de Dios, se les ha dado vida eterna (Romanos 6:23). Cuando se trata de RECOMPENSAS, los creyentes recibirán en el tribunal de Cristo lo que se han ganado, de acuerdo a lo que han hecho en el cuerpo desde el día en que fueron salvos.

La Diferencia Entre Salvación y Recompensas

En el Libro de Romanos y a través de toda la Palabra de Dios, el creyente en la Biblia debe hacer una cuidadosa distinción entre salvación y recompensas. Por ejemplo, en Romanos 8:1 leemos que no hay juicio o condenación para la persona que está en Cristo, porque nuestro Sustituto fue condenado en nuestro lugar (Rom.8:3). Sin embargo, aquí en Romanos 14, leemos que hay un juicio para los creyentes, porque todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo (Rom. 14:10). El juicio de Romanos 8:1 es uno del cual hemos sido eximidos (comparar también Juan 3:18; 5:24). El juicio de Rom.14:10 es un juicio para todas las personas salvas e incluye recompensas o pérdida de recompensa. La necesidad de discernir con cuidado entre salvación y recompensas se ve en un pasaje como 1 Corintios 3:15—“Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”. Aunque la pérdida de recompensa tendrá consecuencias eternas para el creyente, ésto no afecta la seguridad de su salvación.

El siguiente esquema ayudará a esclarecer algunas diferencias clave entre la salvación y las recompensas:


SALVACIÓN


RECOMPENSAS


1) La salvación es un don gratuito y no puede ser ganada

  “Pero el DON no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el DON de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.  Y con el DON no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el DON vino a causa de muchas transgresiones para justificación” (Rom.5:15-16; y ver también Ef. 2:8-9; Rom.6:23; Juan 4:10).


1) Las recompensas pueden ser ganadas mediante un servicio fiel

Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor RECIBIRÉIS LA RECOMPENSA de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Col. 3:22-24 y nótese que el énfasis en este pasaje está en el SERVICIO).


2) La salvación no es algo que merecemos

Si Dios nos diera exactamente lo que merecemos por la manera en que hemos vivido y por los pecados que hemos cometido, ¿qué nos daría?

“SEÑOR, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? (Salmo 130:3).
La paga del pecado es MUERTE (Rom.6:23) Ver también Salmo 130:10.


2) La recompensa es algo que el creyente merece

“Vino el primero, diciendo: Señor tu mina ha producido diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19.16-17). Este hombre merecía una recompensa porque su mina produjo diez minas y porque había sido fiel en lo poco. (Advertencia: El creyente que trabaja fielmente para Cristo nunca debe olvidar lo que Pablo dijo en 1 Co. 15:10, “Por la gracia de Dios soy lo que soy.. he trabajado… pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. De modo que aun al ganar recompensas, está en operación la gracia).


3) La salvación no se da en base a las obras.

“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, NO CONFORME A NUESTRAS OBRAS, sino según el propósito Suyo y la gracia (2 Ti.1:9). “Nos salvó, NO POR OBRAS de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:5). “Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia SIN OBRAS” (Rom.4:6).


3) Las recompensas se dan en base a las obras

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno CONFORME A SUS OBRAS” (Mateo 16:27). “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno SEGÚN SEA SU OBRA” (Ap.22:12).

 
4) La salvación es una posesión presente (es algo que el creyente tiene ahora).

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, TIENE VIDA ETERNA” (Juan 5:24). “De cierto, de cierto os digo: el que cree en mí, TIENE VIDA ETERNA” (Juan 6:47). “El que tiene al Hijo, TIENE LA VIDA” (1 Juan 5:12).


4) Las recompensas son una realización  futura (son algo que el creyente recibirá más adelante)

“Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero TE SERÁ (futuro) RECOMPENSADO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS JUSTOS” (Lucas 14:14). Los creyentes recibirán recompensas en la primera resurrección, y para los creyentes de la edad de la iglesia ésto tendrá lugar en el rapto.


5) La salvación es algo que nunca se puede perder.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y NO PERECERÁN JAMÁS (griego-“ellos nunca jamás perecerán, nunca jamás”), ni nadie las puede arrebatar de mi mano” (Juan 10:27-28).


5) Las recompensas se pueden perder

“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona (Ap.3:11). “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (2 Juan 8). “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en Mi Nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (Marcos 9:41).


Esta distinción se ve claramente en 1 Corintios 3:14-15, “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, el sufrirá pérdida (habrá pérdida de recompensa); si bien él mismo será salvo (no habrá pérdida de salvación), aunque así como por fuego”.



6) El enfoque de la salvación está sobre el PECADO (tenemos un PROBLEMA CON EL PECADO).

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque ÉL salvará a Su pueblo DE SUS PECADOS” (Mateo 1:21).


6) El enfoque de las recompensas está sobre el SERVICIO (tenemos la responsabilidad de servir fielmente al Dios que nos salvó).

“SIRVIENDO de buena voluntad, COMO AL SEÑOR y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre (Ef. 6:7-8).


7
) La salvación incluye poseer a CRISTO.

EL que TIENE AL HIJO tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (1 Juan 5:12).


7) Las recompensas incluyen poseer CORONAS

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva EL PREMIO? Corred de tal manera QUE LO OBTENGÁIS. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una CORONA corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Co. 9:24-25).


8) El pecador que viene a Cristo por salvación escucha estas palabras: “HECHO ESTÁ”.

“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: CONSUMADO ES” Juan 19:30).


8) El creyente fiel que está recibiendo recompensa escucha estas palabras: “BIEN HECHO”.

“Su señor le dijo: BIEN, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).


9) La salvación se llevó a cabo en la primera venida de Cristo.

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar s los pecadores” (1 Timoteo 1:15).


9) Las recompensas serán otorgadas al creyente en la segunda venida de Cristo.

“Por lo demás, me está guardada la CORONA de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos LOS QUE AMAN SU VENIDA” (2 Ti. 4:8). “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo” (Ap. 22:12).


10) La salvación se recibe gratuitamente en un momento.

En un momento de tiempo, una persona cree en el Señor Jesucristo y pasa de muerte a vida” (Juan 5:24).


10) Las recompensas se ganan durante toda la vida de creyente.

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co.5:10).


11) La salvación se basa sobre lo que Cristo ha hecho.

“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, MEDIANTE LA REDENCIÓN que es en Cristo Jesús” (Rom. 3:24).


11) Las recompensas se basan sobre lo que nosotros hemos hecho (como creyentes).

“…para que cada uno reciba SEGÚN LO QUE HAYA HECHO mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co. 5:10).


12) Cuando se trata de la salvación, ¿cuál es la parte del hombre? Respuesta: FE

“Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo (Hechos 16:31). Dios se encarga de salvar; nosotros nos encargamos de creer.


12) Cuando se trata de las recompensas, ¿cuál es la parte del hombre? Respuesta: FIDELIDAD

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?” (Lucas 16:10-12).


13) La pregunta de salvación: ¿HAS CREIDO EN CRISTO?

“Agradó a Dios SALVAR a los CREYENTES por la locura de la predicación” (1 Co. 1:21)


13) La pregunta de recompensas: ¿HAS PERMANECIDO EN CRISTO?

“Y ahora, hijitos, PERMANECED EN ÉL, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados (1 Juan 2:28).


14) Cuando se trata de la salvación, hay cosas que Dios no recuerda

“Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones (Hebreos 10:17).


14) Cuando de las recompensas se trata, hay ciertas cosas que Dios recuerda.

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia Su Nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10).


15) La salvación siempre involucra la total aceptación de Dios en Cristo.

“Para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo ACEPTOS (nos favoreció altamente) en el Amado (Ef.1:6)


15) Las recompensas pueden involucrar la desaprobación de Dios.

“Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas (Col. 3:25). Ver también 1 Juan 2:28 que implica la posibilidad de VERGÜENZA por la desaprobación de Dios y ver Fil. 3:8 donde Pablo sacrifica todo para ganar a Cristo y Su aprobación.


16) Todos los creyentes comparten la misma salvación.

El “paquete de salvación” de un creyente contiene todo lo que  se encuentra en el “paquete de salvación”  de otro creyente. Compartimos la misma “salvación tan grande” (Heb.2:3). Somos RICOS en Cristo y poseemos toda bendición espiritual en ÉL

(Efesios 1:3).


16) Todos los creyentes no comparten las mismas recompensas.

“Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. …El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío dalo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre” (Mateo 20:21,23). No todos los creyentes se sentarán a la derecha o a la izquierda de Cristo. Este lugar y posición está reservada para dos creyentes, como está determinado por el Padre, el Juez justo.


17) Cuando se trata de mi salvación, ¿cuando tendrá lugar mi juicio? Respuesta: ya tuvo lugar en la cruz.

“..el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Por causa de este hecho, el Señor asegura al verdadero creyente que él no vendrá a condenación o juicio (ver Juan 5:24; Romanos 8:1).


17) Cuando se trata de la recompensa, ¿cuándo tendrá lugar mi juicio? Respuesta: En el Tribunal de Cristo.

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co.5:10). “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Rom. 14:10).


18) La salvación no cuesta nada.

“A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad SIN DINERO y SIN PRECIO, vino y leche” (Isaías 55:1).


18) Las recompensas cuestan una vida de servicio.

Servir fielmente a Cristo en un mundo que odia a Cristo puede ser costoso: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos….Gozaos y alegraos, porque VUESTRO GALARDÓN ES GRANDE en los cielos” (Mateo 5:10,12).


19) La salvación se recibe en el momento de la JUSTIFICACIÓN.

La salvación es algo que recibimos al comienzo.


19) Las recompensas se reciben en el momento de la GLORIFICACIÓN.

Las recompensas son algo que recibimos al final.


20) Mostramos nuestra gratitud por la salvación mediante un servicio fiel.

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:1-2).


20) Mostramos nuestra gratitud por las recompensas echando nuestras coronas delante e nuestro Salvador.

“Los veinticuatro ancianos se postraron delante del que está sentado en el trono, y adoraron al que vive por los siglos de los siglos, y ECHAN SUS CORONAS DELANTE DEL TRONO, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap. 4:10-11).


Pablo reconoció que toda cosa buena que él hizo era atribuible a la gracia de Dios: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Co. 15:10). Aun cuando se trate de un servicio fiel a Cristo, somos deudores a la gracia de Dios.


* * * * * * *

Romanos 14:13

No nos juzguemos más los unos a los otros. Deja el juicio en las manos de Dios (v.10). Tú no eres el juez de tu hermano, Cristo lo es. En vez de estar juzgando a tu hermano, debes estar amando a tu hermano. Pablo está presentando en este versículo el principio del “tropiezo”, al cual muchos se han referido como “la ley del amor”. Nótese lo que se dice en este versículo: “No juzgues… pero juzga (decide)”. El punto de Pablo es éste: No juzgues a tu hermano, pero JÚZGATE A TI MISMO y asegúrate de no poner tropiezo en el camino de tu hermano. Es a nosotros mismos, no a nuestro hermano, a quien debemos juzgar. Comparemos la expresión que se repite en los Salmos: “Júzgame, oh Dios”. Asegurémonos de no estar haciendo algo que haga cometer un desliz o que dañe a nuestro hermano en Cristo. Trata de edificar a tu hermano, no de causarle una caída. Busca ayudarle, no herirlo. Busca levantar a tu hermano, no echarlo abajo. Coloca ante el camino de tu hermano un escalón, no un tropiezo.

Romanos 14:14

Cuando Pablo habla de que nada es inmundo, se está refiriendo, en el contexto, a los alimentos que se comen (v.2,6,15,17,21,23). El reconocía ciertamente, que había algunas cosas que eran moralmente INMUNDAS (ver por ejemplo lo que Pablo escribió en Efesios 5:3-6; Gálatas 5:19-21 y Colosenses 3:5-6). El punto de Pablo en este versículo es este: “En cuanto a los alimentos que se pueden comer, yo sé y estoy persuadido de que nada es inmundo en sí mismo”. ¿Quién persuadió a Pablo en cuanto a esta verdad? El Señor Jesús Mismo (“Confío [he sido persuadido por] en el Señor Jesús”). Dos veces se menciona la palabra inmundo en este versículo. Es la palabra griega que significa “común” y sugiere ordinario, vulgar. La palabra se usa en Hechos 10:14—“Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa COMÚN o inmunda he comido jamás”. Aquí vemos que la palabra es sinónimo de “inmundo”. Pedro, como buen judío, observaba las distinciones que se encontraban en Levítico entre los alimentos que eran limpios y los alimentos que eran inmundos. En esta ocasión, la respuesta de Dios a Pedro fue ésta: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10:15). Las Escrituras enseñan claramente que en la presente edad de la iglesia, no hay alimentos que deban ser considerados inmundos por los creyentes: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Timoteo 4:3-5).

Dios dice que el alimento no es inmundo y Pablo está de acuerdo: “nada es inmundo en sí mismo” (Rom.14:14). Entonces, ¿qué es lo que hace que algo sea inmundo? Cuando una persona considera que algo es inmundo, entonces para él es inmundo. Considera por ejemplo a un judío creyente que aún piensa que debe seguir las regulaciones dietéticas que se encuentran en Levítico capítulo 11. “¿Puedo comer carne de cerdo? El cerdo estaba catalogado como animal inmundo en Levítico 11. De modo que mi conciencia me dice que no debo comer cerdo y que para mí el cerdo es inmundo. ¿Qué sucede si como cerdo? Mi conciencia me condena y me dice que hago mal al comer algo que es común e inmundo” (comparar la experiencia de Pedro en Hechos 10:14). Si ese creyente comiera carne de cerdo, estaría actuando en contra de su conciencia y estaría haciendo lo que él considera malo. “Aunque yo sé que está mal comer cerdo, igual lo haré”. Esto es PECADO (ver Romanos 14:22-23). ¿Por qué es pecado? ¿Por qué está mal? ¿Porque está mal comer cerdo? ¡No! Ya hemos demostrado que, en esta presente dispensación, la carne de cerdo puede recibirse con acción de gracias (1 Timoteo 4:3-5). Es malo para este hombre comer cerdo, porque se está permitiendo hacer algo que él cree que es malo. Si en mi corazón y conciencia considero que algo está mal, entonces no debo hacerlo. Con el pasar del tiempo puedo repasar algunas cosas y volver a evaluar algunas cosas a la luz de la Palabra de Dios y descubriré que lo que yo pensaba que estaba mal, después de todo, no estaba mal. Pero en este capítulo Pablo se está refriendo al creyente débil que no entiende estas cosas en esta etapa de su crecimiento en Cristo.

Romanos 14:15

Si eres un tropiezo para tu hermano por causa de los alimentos que comes, entonces no estás andando caritativamente. Es decir, no estás andando conforme al amor. Recuerda, el amor edifica o construye (1 Co. 8:1). El amor quiere lo más elevado y lo mejor de Dios para el hermano. Ilustración de Romanos 14:15—Tú comes carne de cerdo y no tienes problema con ello. Tú hermano, que considera que es malo comer cerdo, te ve haciendo esto y se dice a sí mismo, “Si él lo hace, ¿por qué no puedo hacerlo yo?” Entonces él va y come carne de cerdo, pero luego se siente culpable y su conciencia lo condena por hacer algo que él cree que no debe hacer. Tú lo has animado entonces a hacer algo que él considera malo. Compara el pasaje paralelo que se encuentra en 1 Corintios 8:10-13.

La palabra “perder” es una palabra muy fuerte. Generalmente se usa para la perdición eterna de los inconversos. Significa “causar la ruina, hacer sucumbir”. Es la misma palabra que se usa en Juan 3:16 (“pierda”). Pablo está diciendo, “No arruines a tu hermano”. En cambio, trata a tu hermano de acuerdo a la ley del amor, ilustrada por Dios Mismo en Juan 3:16 –“De tal manera amó Dios al mundo”. Dios, en Cristo, amó tanto a este hermano, que estuvo dispuesto a hacer el sacrificio más grande para que no se perdiera eternamente. En vista de la cruz del Calvario, ¿no deberíamos estar dispuestos a hacer un pequeño sacrificio (renunciando a algunas tajadas de jamón) por el bienestar temporal de nuestro hermano? Cristo lo sacrificó todo para que este hermano no se perdiera eternamente. ¿No puedo yo sacrificar unas tajadas de cerdo para que mi hermano no se arruine o pierda en su caminar en el tiempo? Este versículo nos da algún indicio de cuán importante es para Dios la edificación de los creyentes. Dios usa un término tan fuerte (“no se pierda”) para describir lo opuesto a edificar. Esta palabra también se usa en 1 Corintios 8:11 en un contexto similar. No debemos tomar con liviandad si un hermano no es edificado. Su bienestar temporal es crucial, no sea que “se pierda” o “arruine”.

Obviamente, la perdición eterna de un creyente es imposible. Juan 10:28 dice, “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. En griego dice literalmente, “jamás nunca perecerán” o “jamás ellos por nunca jamás perecerán”. Dios ha asegurado que el creyente nunca se perderá eternamente. Necesitamos hacer todo lo posible para que nuestro hermano en Cristo no se pierda en su andar en el tiempo.

Romanos 14:16

Para ti es “bueno” comer. No tiene nada de malo. No hay ningún problema por ejemplo, en comer cerdo, a menos que cause tropiezo a tu hermano. Estás persuadido en tu propia mente que todo lo que Dios ha creado es bueno y que ha de recibirse con acción de gracias. Eres libre de comer, pero no abuses de esta buena libertad tuya. No eres libre de comportarte de una manera que pueda herir a tu hermano. Debemos andar de acuerdo al amor. Comparar 1 Corintios 8:1—“En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica”. El conocimiento dice, “Sé que soy libre para comer esta vianda, porque Dios lo dice así en 1 Timoteo 4:3-5”. El amor dice, “Renunciaré mi derecho de comer esta vianda por el bien de mi hermano más débil. No quiero que mis actos sean un problema para él”.

Romanos 14:17

No debemos perder de vista lo que es esencial y lo que es realmente importante. Si un creyente no come carne de cerdo por amor a otro creyente, no ha perdido ni sacrificado nada esencial. Si un creyente pierde o sacrifica justicia, esto es un problema serio. Si comes o no una hamburguesa, no es importante. Sin embargo, si te estás perdiendo el gozo de Dios o la paz de Dios, esto es preocupante para la persona a la cual ha sido dado el mandamiento de estar constantemente llena del Espíritu (Efesios 5:18 y comparar Gálatas 5:22-23). Lo que es realmente importante no es el ALIMENTO que entra, sino el FRUTO que es producido por Dios.

En un sentido general, el “reino de Dios” está dondequiera Dios reina. En el futuro, Dios reinará efectivamente en esta tierra. En ese tiempo:

LA JUSTICIA será una realidad en el mundo (Jeremías 33:15).

LA PAZ será una realidad en el mundo (Isaías 9:6-7).

EL GOZO será una realidad en el mundo (Isaías 65:18-19 y comparar el himno “Al mundo paz, el Señor llegó”, que es en realidad un himno de la segunda venida, pues describe más bien la segunda venida de Cristo, y no tanto la primera venida). También Mateo 25:21, 23 se dirige a aquellos que están por entrar al reino con estas palabras, “Entra en el gozo de tu Señor”.

¿Dónde gobierna Dios hoy? ÉL gobierna en los corazones de los creyentes. Cristo vino la primera vez para poner orden en los corazones de los hombres. Cristo vendrá por segunda vez para poner orden en el mundo. La justicia, la paz y el gozo no son realidades en el mundo hoy, pero pueden ser realidad en nuestras vidas personales por vía del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23, “amor, gozo, paz”). ¿Es la justicia fruto del Espíritu? Ver Efesios 5:9 y Filipenses 1:11.

Romanos 14:18

¿A qué se refiere la palabra “esto”? Esto nos lleva al versículo anterior y se refiere a la justicia, la paz y el gozo. ¿Cómo hemos de servir a Cristo? Hemos de servir a Cristo viviendo para la justicia (1 Pedro 2:24), apropiándonos de la paz de Dios (Juan 14:27) y experimentando la plenitud del gozo de Dios (Juan 15:11). La palabra “agradable” significa “satisfactorio”. Dios se deleita y se siente complacido cuando los creyentes son llenos del Espíritu (Efesios 5:18), manifestando el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Dios se agrada de esa conducta y también los hombres aprueban esa conducta. ¿Qué otra cosa podrían hacer sino aprobar tal comportamiento? ¿Cómo podrían desaprobar una vida justa? ¿Cómo podrían hablar en contra de quien está en paz en medio de las pruebas? ¿Cómo podrían objetar el hecho de que una persona está gozosa, con un gozo que no depende de las circunstancias?

Romanos 14:19

La palabra “sigamos” significa buscar, rastrear, asediar, como un cazador acecha a su presa o como un corredor se apresura tras el premio o la medalla. El mismo verbo se usa en pasajes tales como 1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 2:22; Filipenses 3:12 (“alcanzar”); Filipenses 3:14 (“prosigo”). Persigamos y demos caza a las cosas que pertenecen a la paz. Comparar Hebreos 12:14— “seguid la paz” (el mismo verbo). Tal como se nos dice en Efesios 4:3, hemos de hacer todo esfuerzo (“solícitos”) en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la PAZ. Pablo subraya también la importancia de la EDIFICACIÓN, por cuanto los creyentes tienen la responsabilidad de edificarse mutuamente. Uno de los capítulos clave en cuanto a EDIFICACIÓN es 1 Corintios 14. Lea ese capítulo y subraye cada vez que aparece la palabra “edificar” o “edificación”. Luego vea el resumen en 1 Corintios 14:26 (final del versículo).

Romanos 14:20

No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. El término “destruir” significa “echar abajo, demoler”, tal como se demolería un edificio. Esta palabra “destruir” es diferente a la palabra que se encuentra en el versículo 15. ¿Cuál es la obra de Dios? La obra de Dios es construir, edificar. No eches abajo, sino edifica. El amor edifica (1 Corintios 8:1). Todas las cosas son limpias (v.14), por lo cual puedo comer todas las cosas. Pero dejaré de lado mi libertad y escogeré no comer algo si eso hiciera tropezar a mi hermano: “Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (1 Corintios 8:13). Comer y causar ofensa (hacer tropezar a un hermano) es MALO. Es pecado. En el momento en que usas tu libertad para hacer tropezar a un hermano, has pecado. Has pecado contra tu hermano y has pecado contra Cristo (1 Corintios 8:12).

Romanos 14:21

En este versículo tenemos la conclusión de la materia. Tengo el derecho de comer y beber, pero renunciaré gustoso a mi derecho por el bien de mi hermano. Me niego a hacer cosa alguna que pueda hacer tropezar a mi hermano. Edificar a mi hermano es para mí más importante que comer o beber. Comparar 1 Corintios 8:13. Note las palabras “nada en que” de Romanos 14:21. Esto nos muestra la aplicación universal del principio de la piedra de tropiezo. Pablo utilizó el ejemplo de comer y beber, pero podría ser cualquier cosa. Normalmente, los creyentes de hoy no enfrentan el problema de las viandas sacrificadas a los ídolos, pero enfrentan el problema de hacer tropezar al hermano. Ningún sacrificio será demasiado grande, si ayuda al crecimiento de un hermano creyente y es causa de su fortalecimiento en el Señor.

Romanos 14:22

Este versículo atañe al creyente fuerte. En este contexto, la “fe” se define como la firme creencia y convicción de que lo que estoy haciendo es correcto. La persona que tiene fe es contrastada con la que duda (v.23), la que no está segura de que lo que está haciendo es correcto. El creyente fuerte tiene una convicción fuerte de que tiene toda la libertad para comer: “Yo sé y estoy persuadido de que puedo comer este alimento” (comparar v.14). Se le dice al creyente fuerte que no haga alarde de esta libertad ante otros, sino que la tenga para consigo delante de Dios: “Señor, tú sabes que soy libre para comer este alimento, pero al comer y beber, quiero hacer todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31), no siendo tropiezo para nadie, creyente o inconverso (1 Corintios 10:32)”. Hendriksen explica la última parte del versículo como sigue:

Bienaventurada es la persona –es decir, ese creyente “fuerte”—que evita traer el juicio de Dios sobre sí mismo al insistir en el ejercicio de su “libertad”, aún cuando tal insistencia terminara dañando a su hermano “débil”.

Romanos 14:23

Este versículo atañe al creyente débil. La conciencia es como un juez moral interior:”Lo que estás haciendo está mal. Eres culpable” o “Has hecho lo correcto”. El creyente nunca debería permitirse hacer lo que su conciencia condenaría. En otras palabras, el creyente debe estar convencido de la rectitud de su actuar. Debemos tener una conciencia buena y limpia en cuanto a lo que hacemos. Si tenemos dudas en cuanto a un curso de acción, no es prudente persistir en ese curso de acción y debería abandonarse de una vez. “El que duda, se condena si come”. El que duda es como el creyente débil descrito en 1 Corintios 8:7, 10, 11. Personalmente piensa que es malo comer lo sacrificado a los ídolos, pero él ve que el creyente fuerte come y se siente confundido: “Bueno, quizás está permitido comer”, y, sin embargo, él cuestiona si acaso es correcto. Cualquier cosa que no se haga con la total convicción de que está bien, es pecado. El creyente nunca debe hacer algo que piensa que está mal o algo que piensa que podría estar mal. Si un creyente hace algo que él no cree que está bien, es pecado. Si un creyente sigue adelante y hace algo que él cree que está mal, esto es rebelión. No debemos proseguir con un curso de acción que creemos que está mal o que pensamos que podría estar mal.

Si un hombre está convencido de que algo está mal y lo hace, eso es pecado. Lo contrario no es verdadero. Si un hombre cree que algo está bien y lo hace, eso no es necesariamente correcto. Ver Juan 16:2 donde ciertos judíos estaban convencidos que era bueno matar a los creyentes. Ver también Hechos 26:9 donde Pablo (Saulo) estaba convencido que era su deber hacer muchas cosas en contra del Nombre de Jesús de Nazaret.

La voz de la conciencia no debe ser ignorada. A medida que crecemos en el conocimiento de la Palabra de Dios, sin duda que nuestra conciencia necesitará ser corregida. El creyente débil de 1 Corintios 8:7, 10, 11 aprenderá con el tiempo que no es pecado comer carne sacrificada a los ídolos (a menos que cause tropiezo a un hermano). Si hacemos algo que no es de fe (que es contrario a lo que creemos que es bueno y permisible), entonces es pecado.

Pregunta: ¿Cuántas veces hacemos cosas con la certeza absoluta de que lo que estamos haciendo es correcto y que agrada a Dios?

“Y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.

La verdadera fe está anclada sobre los hechos de las Escrituras, no sobre nuestras impresiones personales (la manera de como sentimos acerca de algo). Jorge Mueller dijo en cierta ocasión, “Las impresiones no tienen nada que ver con la fe. La fe tiene que ver con la Palabra de Dios. No son las impresiones, fuertes o débiles, las que harán la diferencia. Nosotros tenemos que ver con la Palabra Escrita y no con nosotros o con nuestras impresiones”.

La fe no se basa en probabilidades (“Lo creeré, porque es probable que suceda”). Mueller nuevamente responde: “Muchas personas están dispuestas a creer en las cosas que les parecen probables. La fe nada tiene que ver con las probabilidades. La esfera de la fe comienza donde terminan las probabilidades y la vista y el sentido fallan. No debemos tomar en cuenta las apariencias. La pregunta es si acaso Dios lo ha dicho en Su Palabra”.

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