ROMANOS

CAPÍTULO 12

Introducción

Con este capítulo comienza la sección práctica del libro. Hasta aquí, en el libro de Romanos, hemos encontrado muy pocos mandamientos (con la excepción de ciertos mandamientos en el capítulo 6 – “saber”, “considerar”, “presentar”, etc.). En los primeros capítulos, el énfasis no está en lo que nosotros debemos hacer, sino en lo que Dios ha hecho. Un modelo similar se encuentra en el libro de Efesios. Los primeros tres capítulos enfatizan lo que Dios ha hecho por GRACIA y no se encuentran mandamientos. Los últimos tres capítulos son prácticos y en ellos se encuentran varios mandamientos. Lo que Dios ha hecho por GRACIA es siempre la base de toda conducta y comportamiento cristiano.

Romanos 12:1

“Así que”—esto apunta a todo lo que Pablo ha expuesto en los primeros 11 capítulos (todo lo que Dios ha hecho por pecadores impíos y culpables).

“Hermanos”—Pablo se está dirigiendo a los creyentes de Roma. Presentar el cuerpo como una ofrenda a Dios (Rom. 12:1) no es algo que se le dice a gente inconversa que haga (como pueden implicar los defensores de la salvación por el Señorío de Cristo). Sino es algo que las personas salvas deben hacer (lo hacemos porque somos salvos, no para ser salvos).

“Os ruego”—Pablo estaba implorando, suplicando (es la misma palabra como en Ef.4:1). La ley dice, “te mando”, pero la gracia dice “te ruego”. La obediencia a la ley se basa en el temor (la persona obedece porque tiene miedo del castigo que tendrá que sufrir si no obedece); la obediencia del evangelio se basa en el amor (2 Co. 5:14—“el amor de Cristo nos constriñe”).

“Por las misericordias de Dios”—esta no es la misma palabra por misericordia que se encuentra en Rom. 11:30-32, pero la idea es similar. Significa “lástima, clemencia, compasión”. Recordar cuán misericordioso y compasivo Dios ha sido con nosotros, debería ser un gran incentivo para una vida cristiana piadosa. Si Dios ha sido tan compasivo y clemente conmigo, ¿no debería yo dar mi vida y mi todo para servirle? Si el Hijo de Dios murió por mí, ¿cómo puedo hacer menos que vivir para ÉL? Como escribió Isaac Watts: “Amor tan asombroso y divino, DEMANDA MI ALMA, MI VIDA, MI TODO”.

“Presentéis vuestros cuerpos”—la palabra “presentar” es la misma palabra que se encuentra en Romanos 6:13, y una comparación de ambos versículos indica que “tu cuerpo” es equivalente a “tú mismo”. Cuando das a Dios tu cuerpo, tú estás dándole todo lo que eres y todo lo que tienes. El verbo “presentar” está en tiempo aoristo que significa simplemente “¡HAZLO!” No es algo que se hace de continuo (o se habría usado el tiempo presente). Sería ideal si todo creyente pudiese hacer ésto y dejarlo establecido de una vez para siempre. En ocasiones futuras el creyente consagrado puede recordar y considerar que ha sido hecho (“Señor, mi cuerpo ha sido ofrecido y dado a Ti. He sido comprado por precio. Soy Tu siervo. Que nunca olvide que mi cuerpo te pertenece”, compare 1 Co. 6:19-20). El tiempo aoristo no significa (como muchos maestros bíblicos dicen) que es un acto que se hace una vez y que nunca se vuelve a repetir. Hay momentos en que, como creyentes, fallamos y caemos y necesitamos hacer lo que dice Romanos 12:1, “Señor, Tu me has salvado por Tu maravillosa gracia y misericordia y aunque yo he pecado y te he fallado, gustosamente te presento mi cuerpo, para Tu servicio. Me dedico a mí mismo (todo lo que soy y todo lo que tengo) nuevamente a Ti. Toma mi vida y que esté consagrada a Ti, Señor. Tómame y seré para siempre, total y enteramente Tuyo”.

Sacrificio”—todo creyente del Nuevo Testamento es un sacerdote y los sacerdotes ofrecen sacrificios. Un sacrificio pertenecía totalmente a Dios—era de ÉL. Un creyente sacerdote ha de ofrecerse y darse a sí mismo (su cuerpo) totalmente a Dios para el uso de Dios. Un creyente, después de leer Romanos 12:1, fue efectivamente a la ladera de una monte y construyó un tosco altar de piedras. Luego se puso sobre el altar y dijo, “Señor, aquí estoy. Soy Tu sacrificio vivo. Quiero que me uses como Tú quieras. Mi vida Te pertenece”. Dios no nos dice que construyamos literalmente un altar de piedras, sino nos dice que presentemos nuestros cuerpos como un sacrificio vivo.

“Vivo”—en contraste con los sacrificios de animales del Antiguo Testamento que eran inmolados y terminaban muertos. James Ventilato ha agregado los siguientes comentarios que son útiles para entender mejor por qué es un sacrificio vivo:

“Debemos presentarnos a Dios como vivos de entre los muertos (Rom. 6:13)”. Es decir, un sacrificio “vivo” no es sólo un contraste con sacrificios inmolados, sino que es también  un sacrificio “vivo” desde el punto de vista, fundamento o posición, de la VIDA RESUCITADA en Cristo Jesús, de modo que se relaciona con la verdad de la identificación con Cristo de Romanos 6-8.

Esto muestra también lo absurdo de la posición del Señorío. Exhortar a “pecadores” que se presenten, se rindan, se entreguen, se sometan a sí mismos a Dios—antes de que se encuentren en el terreno de la resurrección en Cristo Jesús, su Vida (y así muertos a la vieja vida adánica)—es inútil e inservible. El “considerar” de Romanos 6 tiene que venir antes que el “presentarnos” a nosotros mismos a Dios de Romanos 12. Y una persona que no es salva, que no está en Cristo Jesús, obviamente no tiene base para considerarse así. “La crucifixión viene antes que la consagración”.

Miles J. Stanford lo dice de esta manera: “Esto es el quid del asunto. La pregunte es ésta: Cuál vida ha de ser consagrada a ÉL, ¿la vieja vida del yo o la nueva vida de Cristo? Dios no puede aceptar absolutamente nada de la vieja naturaleza (que fue condenada en la cruz) —ÉL ve y reconoce sólo lo que está centrado en Su Hijo, Quien es nuestra vida. De aquí que Dios ha puesto una condición para la consagración: “presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos” (Rom. 6:13). Este es nuestro único fundamento y desde esta plataforma hemos de considerarnos muertos al pecado, al yo, a la ley, al mundo y vivos para Dios en el Cristo resucitado—para andar en “novedad de vida”, “vida resucitada” (Romanos 6:11, 4b)”.

“Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos” (Rom.6:13). Este es el verdadero lugar de consagración. Para creyentes, consagrarse a sí mismos a Dios antes de que hayan aprendido acerca de su unión con Cristo en Su muerte y resurrección (identificación) es solo presentar a Dios los miembros del hombre natural (la vieja vida adánica que fue condenada a la cruz), lo cual ÉL no puede aceptar. Solo aquellos “vivos de entre los muertos” –es decir, los que se han apropiado de su semejanza con Su muerte) – son conminados a presentar sus miembros como instrumentos a Dios”.

“Un atento estudio de todas las Epístolas de Pablo demostrará que fueron escritas basadas en la Cruz expuesta en Romanos 6—el hecho de que Dios ha entregado la vieja vida adánica caída a la cruz y que no tiene nada que decirle. Dios trata con todos los creyentes sobre una base—“han muerto en Cristo” (Miles Stanford).

Santo”—apartado para la santa voluntad y el servicio de Dios. El pueblo de Dios es “santo”, apartado para el servicio del Rey de Reyes. ¿Te ves a ti mismo como un siervo santo del Dios Altísimo?

Agradable”—aceptable (Dios se complace en esos sacrificios). Dios no se agrada cuando los creyentes se niegan a darle su todo. ¡Que nada se interponga entre nosotros y nuestro Salvador!

“Racional” – la palabra “lógico” viene de esa palabra griega. A la luz de lo que Cristo ha hecho por nosotros, darnos enteramente a ÉL mediante un acto de total consagración, es la única cosa RACIONAL Y LÓGICA que podemos hacer. Ninguna otra cosa tiene sentido para el verdadero creyente. Es hacer lo que es lógico. Así es como los creyentes ADORAN A DIOS (es un “servicio”), dándose a sí mismos enteramente a ÉL para Su servicio.

LA PARÁBOLA DE LA GALLINA Y DEL CERDO: Un granjero se acercó a una gallina y a un cerdo e hizo una pregunta de conciencia: “¿Quieren contribuir para un desayuno con jamón y huevos?” Para uno, era solamente una contribución. Para el otro significaba un sacrificio total. El creyente debe ponerse totalmente en las manos de Dios, tal como lo hicieron los creyentes de Macedonia, “Y no como lo esperábamos, sino que A SÍ MISMOS SE DIERON PRIMERAMENTE AL SEÑOR” (2 Corintios 8:5). Podemos hacer esto cuando recordamos que nuestro Salvador dio Su todo por nosotros.

Una palabra en cuanto a la dedicación: Algunas iglesias insisten decididamente en que los creyentes caminen por el pasillo o vengan hacia adelante para dedicar sus vidas al Señor Jesús. De ninguna manera queremos minimizar la importancia de tal dedicación, pero debemos ser cuidadosos en mantener el equilibrio bíblico. Los defensores de la salvación Señorial parecen dar la impresión de que dedicar la vida al Señor o someterse al Señorío de Cristo es un requisito para la salvación. Someterse al Señorío de Cristo debería ser el fruto de la salvación y no una condición para ser salvo. La salvación no se basa en lo que nosotros hacemos por Dios, sino en lo que Dios ha hecho por nosotros.

Muchos enseñan que la dedicación es algo que se hace después de la salvación, en algún momento más adelante en la vida cristiana. Pueden decir algo como ésto: “Primero una persona tiene que recibir a Cristo como Salvador. Luego, meses o quizás años más tarde, la persona tiene que hacer a Cristo el Señor de su vida y dedicar su vida al Salvador”. Aunque puede haber alguna verdad en esto, considere los siguientes puntos:

1) La dedicación debería tener lugar al mismo tiempo de la salvación. Esto fue ciertamente el caso en la vida del apóstol Pablo. Tan pronto como se hubo convertido él dijo, “Señor, ¿qué quieres que haga?” El se rindió al Señorío de Cristo desde un comienzo. Cuando recién somos salvos, estamos tan agradecidos por todo lo que Cristo hizo por nosotros, que es nuestro deseo agradar a Aquel que murió y resucitó por nosotros (2 Co. 5:14-15). Deseamos vivir para Aquel que murió por nosotros y honrarle en todo lo que hacemos.

2) ¿Puede una persona hacer Señor a Cristo? ¡No! Tú no lo haces Señor; ÉL es Señor. ÉL es precisamente Quien es. Tú no puedes hacerle Señor de tu vida. ÉL es el Señor de tu vida, tanto si reconoces este hecho como si no. Por cuanto ÉL es Señor, debo reconocerlo como tal. Por cuanto ÉL es Señor, debo honrarlo como Señor, inclinarme ante SU autoridad, temblando ante Su Palabra. Por cuanto ÉL es Señor, puedo presentarle mi cuerpo como un sacrificio vivo (Rom.12:1-2). Ciertamente entendemos lo que la gente quiere decir cuando dice, “Quiero hacer a Cristo Señor de mi vida”. Están indicando que quieren entregarse a Su Señorío y someterse a Su autoridad. Sin embargo, hay una manera mejor de decirlo: “Debo vivir mi vida considerando seriamente que Cristo es mi Señor. Su Señorío encarece mi sumisión y obediencia y gustosa rendición a Su perfecta voluntad para mi vida”.

3) Si somos honestos y enfrentamos la realidad, tenemos que admitir que hay ocasiones en que todo verdadero creyente se rebela contra la autoridad de Cristo y desobedece Su Palabra. Una total sumisión a Su Señorío requiere una total obediencia a todos Sus mandamientos y en ésto, todos hemos quedado cortos. Considere las siguientes afirmaciones del creyente profesante A y del creyente profesante B:

Creyente profesante A: “He recibido a Cristo como a mi Salvador, pero me niego a someterme a ÉL como a mi Señor. Rechazo Su autoridad sobre mi vida y me niego a obedecerle. Me alegro que ÉL sea mi Salvador del infierno, pero que ÉL no venga a decirme lo que tengo que hacer”.

Creyente profesante B: “Yo quiero obedecer a mi Señor, a Aquel que murió por mí, pero muchas veces fallo. Mi corazón se entristece mucho cuando fallo en obedecerle y me siento culpable y molesto y miserable. He deshonrado a mi Señor y he afrentado Su Nombre”.

Creyente profesante A, por sus palabras y actitudes, no da mucha evidencia de tener una real y personal relación salvadora con el Señor Jesucristo. Creyente profesante B, parece ser un verdadero poseedor de Cristo, porque aunque él ha pecado y se ha rebelado contra su Señor, él está molesto y angustiado por eso. El Espíritu de Dios que mora en el creyente que peca está contristado y ÉL hace sentir Su presencia contristada. R. Gene Reynolds ha escrito lo siguiente:

Una persona que está viviendo en pecado, que sabe que está viviendo en pecado, que disfruta vivir de esa manera, que tiene la intención de continuar viviendo esa vida de pecado—esa persona no tiene al Espíritu Santo morando en ella. El hecho mismo de que se sienta “confortable” con su pecado es prueba de que el Espíritu está ausente. Sus signos vitales espirituales registran, “no hay vida”.

4) ¿Entiende un creyente nuevo todo lo que el Señorío de Cristo implica? No, el nuevo creyente está recién empezando a entender lo que significa el Señorío de Cristo y las obligaciones que lo acompañan. El niño recién nacido en Cristo sabe muy poco acerca de la sumisión y la rendición. El sabe que sus pecados han sido perdonados y que él ha recibido a Cristo y que posee vida eterna. De modo que está lleno de gratitud por esta salvación tan grande y desea agradar a Aquel que murió por él. Pero cómo el Señorío de Cristo afectará a su matrimonio, su familia, su trabajo, sus finanzas, su iglesia, la manera en que cuida su cuerpo, etc. – todas estas cosas las aprenderá con el tiempo.

Un creyente nuevo tampoco entiende de una vez todo lo que implica la gracia salvadora de Cristo. El está aprendiendo lo que significa ser salvo por gracia y este aprendizaje dura toda una vida. Juan 3:16 debería significar más para un creyente ahora, que hace un año y debería significar más para él dentro de un año, de lo que significa ahora. Así es también con el discipulado y con el Señorío. Hay involucrado un proceso de aprendizaje. El hecho del Señorío de Cristo debe ser para mí ahora más precioso que hace un año. A medida que crezco en Cristo (2 Pedro 3:18), entenderé gradualmente mejor lo que significa someterme a Cristo como a mi Señor.

Que Romanos 12:1 sea un recordatorio constante para cada creyente de que no nos pertenecemos a nosotros mismos, porque hemos sido comprados por precio (1 Corintios 6:19-20). No tenemos el derecho de usar nuestro cuerpo como nos guste; como siervos amantes de Jesucristo tenemos el deber de usar nuestro cuerpo como ÉL quiere. Hemos sido comprados con sangre y estamos ligados por amor. Hemos de presentarnos a nosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos (Rom. 6:13). A la luz de la misericordia y de la gracia de Dios demostrada en el Calvario, ¿cómo podríamos hacer menos?

Romanos 12:2

Nótese que en este versículo hay dos mandamientos, el primero es negativo (lo que no debemos hacer) y el segundo es positivo (lo que debemos hacer).

Este mundo” = esta edad. En 2 Corintios 4:4 leemos que Satanás es el “dios de este siglo (edad)”. Cristo se dio a Sí Mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo (edad) malo –Gálatas 1:4. Cuando no éramos salvos, éramos parte de este siglo (edad) malo y satánico, pero Dios nos ha librado de él. Demas, que era considerado un creyente leal en Colosenses 4:14, fue descrito más adelante por Pablo con estas tristes palabras, “porque Demas me ha desamparado, amando este mundo” (2 Tim. 4:10 – “este” indica que ahora está aquí, pero que no durará mucho; es pasajero). Finalmente en Tito 2:12, los creyentes son enseñados por gracia a vivir piadosamente en este siglo. Estamos en este mundo, pero no hemos de vivir como los que son de “este mundo” y que forman parte de este sistema mundial que está en oposición al verdadero Dios vivo.

“No os conforméis”—el verbo significa “ser formado como, ser conformado a, ser modelado por, amoldar o adaptar una cosa a otra”. Pablo está diciendo, “No permitas que el mundo te presione dentro de su molde”. No seas moldeado por las poses, conversaciones, expresiones,  estilos y hábitos de este mundo. Kenneth Wuest ha parafraseado este versículo como sigue: “deja de adoptar una expresión exterior que está moldeada por este mundo, una expresión que no viene de y que no representa lo que tú eres en tu interior como un hijo de Dios regenerado”.

“Sino”—indicando un fuerte contraste. Después del mandamiento negativo, Dios prosigue con un rotundo mandamiento positivo.

“Transformaos”—este verbo significa ser cambiado, ser modificado. La palabra griega es metamorphosis (pensemos en la notable transformación de una oruga en una mariposa). Esta palabra se usa en Mateo 17:2 para la transformación de nuestro Señor (comúnmente llamada la “transfiguración”). El Señor fue cambiado de tal manera, que Su gloria interior llegó a ser visible en el exterior (comparar Juan 1:14). Aquí y en 2 Corintios 3:18 la palabra se usa para el proceso  de transformación que tiene lugar en la vida cristiana cuando el creyente es conformado más y más a la imagen de Cristo (más como ÉL hoy, de lo yo que era ayer; más como ÉL mañana, de lo que soy hoy). En 2 Corintios 3:18 la palabra se usa respecto al cambio producido por el Espíritu Santo mientras el creyente contempla la gloria del Señor Jesús a través de Su Palabra, siendo gradualmente (de una etapa de gloria a otra) transformado a la imagen de Cristo. Ya hemos visto en el Libro de Romanos que el propósito de Dios es conformarnos a la imagen de Cristo (Rom. 8:29). El tiempo del verbo está en presente (en 2 Co. 3:18): hemos de ser constantemente transformados. Todo esto no sucede en un día o en un mes o en un año. Es un proceso que no terminará hasta que estemos con Cristo (1 Juan 3:2). El verbo está en voz pasiva (en 2 Co.3:18), indicando que no somos nosotros mismos los que hacemos el CAMBIO O LA TRANSFORMACIÓN. Nosotros SOMOS transformados. Esto es algo que Dios hace en y por medio de nosotros. Debemos confiar en ÉL y permitir que ÉL haga lo que solamente ÉL puede hacer.

¿Cómo se lleva a cabo esta transformación? “Por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Es un proceso mental que Vine describe como “adaptar nuestro pensamiento y nuestra visión  moral y espiritual a la mente de Dios, lo cual tiene un efecto transformador sobre nuestras vidas”. La mente del  creyente debe llegar a estar saturada con la Palabra de Dios, de modo que pueda ver, pensar y sentir cada vez más como Dios ve, piensa y siente. Para otros versículos en el Nuevo Testamento acerca de renovación, ver Colosenses 3:10 y 2 Corintios 4:16. El creyente que está siendo renovado está comprobando (descubriendo y examinando)  constantemente cual sea la buena voluntad de Dios agradable (grata, placentera) y perfecta. El clamor del corazón del creyente: “Quiero querer lo que Dios quiere, nada más y nada menos. No quiero nada sino lo mejor de Dios. No  se haga mi voluntad sino la Tuya”.


Y DIOS DIJO
: FORMEMOS (hagamos) al hombre a nuestra imagen.

EL DIABLO DIJO: DEFORMARÉ al hombre por medio del pecado.

EL MUNDO DICE: CONFORMAREMOS al hombre a nuestra imagen.

LA EDUCACIÓN DICE: INFORMAREMOS al hombre por medio del conocimiento.

LA SOCIEDAD DICE: REFORMAREMOS al hombre por medio de la cultura.

SÓLO CRISTO DICE: TRANSFORMARÉ al hombre por medio de la gracia

Romanos 12:3

En el versículo dos leímos que debemos dejar que el Espíritu de Dios nos transforme a la imagen y semejanza de Cristo (comparar 2 Corintios 3:18). Si hemos ser como Cristo, entonces debemos ser HUMILDES (comparar Filipenses 2:5-8) y a ésto apunta Pablo en el versículo 3. “Digo”—esta es la manera de Pablo de dar una instrucción sencilla y sobria. “Por la gracia que me es dada”—Pablo había recibido gracia (el inmerecido favor de Dios) para ser un apóstol (Rom. 1:5), y como apóstol, está escribiendo ahora a estos creyentes romanos dándoles con cordialidad y con cariño un mandamiento en cuanto a la humildad.

“No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener” – tenemos que pensar con sobriedad en cuanto a nosotros mismos y no inflarnos con una idea irreal y exagerada respecto a nuestra importancia y superioridad. No debemos tener un concepto elevado, altivo, excelso de nosotros mismos, sino que debemos vernos como Dios nos ve. “Cordura”—tener un juicio justo y acertado, pensar sobria y sensatamente acerca de sí mismo, verse a sí mismo como Dios nos ve.

Considere Gálatas 6:3. Pensamos ser algo; Dios dice que somos nada. Pensamos ser algo importante, pero sin Dios somos realmente igual a cero. Pero no debemos desanimarnos por nuestra propia insignificancia y falta de importancia. La buena noticia es que Dios en Su gracia, puede hacer algo de nada. Martín Lutero dijo, “Dios creó el mundo de la nada (Génesis 1:1; Hebreos 11:3) y mientras seamos nada, Dios puede hacer algo con nosotros”. Considera también la humillante verdad de 1 Corintios 4:7-- ¿Qué tienes que no hayas recibido?

Ilustraciones: Aquí hay algo para quien se considera un V.I.P. (Very Important People –Persona Muy Importante):

Cuando te sientas muy importante, cuando tu ego se esté inflando, cuando tomes por sentado de que eres el “cachorro” que ganará el premio, cuando sientas que tu ausencia dejará un vacío difícil de llenar, sigue estas sencillas instrucciones y mira como humilla tu alma. Toma un balde de agua y llénalo con agua, mete tu mano hasta la muñeca. Saca luego rápidamente tu mano y el hueco que quede, es la medida en que serás echado de menos. Puedes salpicar todo lo que quieras al entrar y agitar mucho las aguas, pero cuando te detengas, verás que en menos de un minuto el agua estará igual que antes.

Otro poema representa la verdadera humildad:

Un pequeño árbol, chico pero presumido, echó una mirada alrededor del suelo y luego alzó su cabeza y clamó, “Miren, que grande soy, cuán encima de la tierra”. Y jactándose así, se balanceaba en desdeñosa hilaridad. El pino más alto del bosque levantó su cabeza al cielo y suspiraba mientras lo contemplaba, “Ved, cuán pequeño soy y cuán lejos estoy del cielo. Cuántos años de espacio hay entre mi y las estrellas”. Nuestra grandeza depende con qué nos medimos—si sobre la tierra, o debajo del cielo.

El hombre humilde es el que ha divisado al Alto y Sublime (Isaías 6:1,5; 57:15).

El creyente que tiene un concepto muy elevado de sí mismo, se compara con otros y se exalta por encima de otros, creyéndose más importante que otros. En Romanos 12:3 Pablo quiere que los Romanos entiendan que cada creyente tiene un lugar especial en el cuerpo de Cristo y que tiene un don especial dado por Dios para el beneficio de todo el cuerpo.

“Repartió” =partición, entrega, distribuir. Dios es el gran Dador (Repartidor) de los dones, y en Su sabiduría ÉL distribuye los dones de la manera correcta. “Cada uno”—cada creyente (nadie ha sido excluido). No hay un creyente que no tenga algún don. Todo creyente ha sido dotado. Esto sucedió en el momento de la salvación. No hay necesidad de BUSCAR algún don. Un creyente sería necio si buscara y se esforzara por obtener algo que ya le ha sido dado. Es necesario desarrollar y ejercitar los dones que ya tenemos y esto se lleva a cabo siendo creyentes robustos, permaneciendo en la Vid, que es nuestra Vida (Juan 15:1-5).

“La medida de la fe”—comparar con el v.6.  Pablo no está hablando aquí de la fe que salva (la fe por medio de la cual somos salvos—Ef.2:8), sino está hablando de diversos y particulares dones que Dios ha dado a los creyentes y de la fe necesaria para ejercer esos dones. Los dones no pueden ejercerse apropiadamente sin fe y confianza en el Salvador.

Romanos 12:4-5

Tal como es en el cuerpo humano, así es en el cuerpo de Cristo. Hay un cuerpo, pero muchos miembros y los miembros tienen diferentes funciones, pero todos ellos son miembros del mismo cuerpo y todos ellos tienen una función importante. Todos tienen una función, todos son importantes, todos tienen una parte, pero las funciones son diferentes. En un aspecto somos muchos (muchos miembros); pero en otro aspecto somos uno (un cuerpo). Somos miembros del mismo cuerpo, compartiendo la misma vida. La verdad de estos versículos se explica ampliamente en 1 Corintios 12:12-31. Cuando el cuerpo local de creyentes es robusto, la vida de Cristo se manifestará, los incrédulos serán convictos y Dios será glorificado.

Romanos 12:6

Pablo está considerando ahora los dones espirituales (otros capítulos del Nuevo Testamento que tratan con los dones espirituales son  1 Corintios 12-14, Efesios 4 y 1 Pedro 4). La palabra “don” es la palabra griega “charisma” (de la cual derivamos la palabra “carismático”, un término que ahora se usa para un movimiento religioso moderno, que lamentablemente exagera los dones espirituales). “Charis” es la palabra griega para GRACIA, por lo cual estos son “dones de gracia”. Dios, en su bondad, ha dado estos dones a Su cuerpo, de modo que ningún miembro del cuerpo carece de un don, y los dones son para el beneficio de todo el cuerpo.

“Diferentes dones”—todos los miembros tienen diferentes (no los mismos) dones y diferentes habilidades que se complementan unos con otros. Esto es ilustrado por los miembros del cuerpo humano que tienen diferentes funciones (ver 1 Corintios capítulo 12). “A la medida de la fe”- esta es una expresión interesante de la cual derivamos el término teológico “analogía (similitud, parecido, semejanza) de la fe” (la cual a veces es referida como “analogía de la Escritura”). “Analogía de la fe” significa que la Escritura debe interpretarse a la luz de la Escritura y de acuerdo con la Escritura. La regla infalible para la interpretación de la Escritura, es la Escritura misma. Todo versículo debe entenderse a la luz de la enseñanza general de la Biblia y no puede contradecir lo que la Biblia enseña claramente en otra parte. La Biblia no puede contradecirse a sí misma. Ejemplo: A primera vista parece que Hebreos 10:26-30 enseñara que un verdadero creyente puede perder su salvación, pero por analogía de la Escritura sabemos que eso no puede ser (Juan 10:27-30; Juan 6:37-40; etc.). Este es un principio fidedigno de interpretación de la Biblia, pero esto no es exactamente lo que la expresión “medida de la fe” significa en este versículo. Los que tienen el don de profecía deben profetizar en proporción a su fe. Todos los dones espirituales deben ser ejercidos por fe, mirando a Dios, examinando Su Palabra, buscando mantener una recta relación con Cristo.

1) EL DON PROFECÍA—Es muy importante entender lo que involucra el don de profecía. Algunas definiciones incorrectas de este don son: “la habilidad de entender y exponer la Palabra de Dios” (Billy Graham, El Espíritu Santo). “El don de profecía era en verdad la habilidad de hablar ante la gente, de proclamar la Palabra de Dios, a veces con un elemento de predicción” (John MacArthur Jr., Los Carismáticos). De acuerdo con estas definiciones, cualquier maestro o predicador dotado de la Biblia tendría el don de profecía. Sin embargo, Romanos 12:6-7 hace una clara distinción entre el don de profecía y el don de maestro.

Para una definición bíblica de lo que es el don de profecía ver Éxodo 4:15-16; 7:1-2 y 2 Pedro 1:21 (un profeta era el vocero o portavoz de Dios, y lo que decía como profeta era un discurso inspirado; era la Palabra de Dios). Los profetas eran “hombres que hablaban bajo la directa influencia del Espíritu de Dios y entregaban una comunicación divina respecto a verdades doctrinales, obligaciones presentes, eventos futuros, como fuera el caso” (Hodge). En la iglesia primitiva había una gran necesidad de profecía, porque la iglesia no tenía el Nuevo Testamento completo (tomó algunas décadas para que estos libros fueran escritos). ¿Cómo puede funcionar una iglesia sin la verdad del Nuevo Testamento? No puede. Aunque la iglesia primitiva carecía de los libros del Nuevo Testamento, Dios se aseguró de que no le faltara la verdad del Nuevo Testamento. ÉL proveyó ésto a través de los profetas del Nuevo Testamento, que proporcionaron a las iglesias la revelación necesaria (revelación respecto a la verdad sobre la iglesia, respecto al divorcio, en cuanto a los líderes de la iglesia, en cuanto a la disciplina en la iglesia, en cuanto a eventos proféticos y en cuanto a varias otras materias importantes que ahora se tratan en los libros del Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas). Que el don de profecía sería un don temporáneo se sugiere en Efesios 2:20 (un fundamento se coloca una sola vez). Si hoy fuese entregada profecía, eso significaría que la Biblia no estaría completa y que no es suficiente para la iglesia. Significaría que necesitamos revelación adicional y que no es suficiente lo que tenemos en nuestra Biblia. ¡Perezca ese pensamiento! La Palabra de Dios es totalmente suficiente para la iglesia de hoy.

Romanos 12:7

2) EL DON DE SERVICIO – este es el don de servir (servicio humilde). La palabra “diácono” viene de esta palabra (la Biblia define a los diáconos como siervos humildes, aquellos que alivian la carga de los ancianos y de los líderes espirituales para que éstos puedan dedicarse a la oración y a la Palabra de Dios). El ejemplo de nuestro Señor se encuentra en Marcos 10:45. Todos los creyentes deberían servir de esta manera, pero hay algunos especialmente dotados en este aspecto. ¡Quiera Dios dar a cada creyente un corazón de siervo!

3) EL DON DE ENSEÑANZA—esto incluye el adoctrinamiento (impartir doctrina o la verdad de Dios al corazón y a la mente del pueblo de Dios por medio del ministerio del Espíritu Santo y por una clara exposición de las Escrituras).

El maestro debe saturar al pueblo con la doctrina y la verdad. Todos los creyentes deberían, en cierta medida, poder enseñar y compartir la verdad; pero hay algunos creyentes que están especialmente dotados para ésto. La diferencia entre un maestro y un profeta es ésta: Un profeta recibe su mensaje directamente de Dios, por lo cual su discurso es inspirado: “Así dice el Señor”. Un maestro obtiene su mensaje estudiando diligentemente la Palabra de Dios, dependiendo en oración del ministerio iluminador del Espíritu Santo. El profeta transmite la Palabra de Dios. El maestro explica y anuncia la Palabra de Dios (pero no bajo directa inspiración). Las explicaciones de la Palabra de Dios del maestro pueden ser discutibles. El tiene que apoyarse mucho en el Señor para entenderla, pidiendo al Señor que lo guíe a una correcta interpretación de las Escrituras y que lo guarde del error.

Romanos 12:8

4) EL DON DE EXHORTACIÓN—este es el don de consolar, animar y ayudar a otros (compare la palabra “Consolador”). El pueblo de Dios necesita de palabras de consuelo y ánimo. Todos deberíamos hacer ésto (ver Hebreos 3:13, 10:25), pero algunos están dotados especialmente para esto. No queremos ser “consoladores molestos” (Job 16:2) como los amigos de Job.

5) EL DON DE DAR – la palabra significa “dar una parte de, repartir, contribuir, compartir, contribuir a las necesidades de otros (en ayuda material o financiera)”. “Liberalidad”—generosamente, con desprendimiento. Todos debemos ser DADORES (Ef. 4:28), pero algunos creyentes tienen un don especial para ésto.

6) EL DON DE PRESIDIR—esta palabra significa “estar delante”, es decir, “estar a la cabeza, gobernar, dirigir”. Se refiere al liderazgo en la asamblea local. No todos están dotados como líderes. Esta palabra se usa también para el liderazgo en una iglesia local en 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 3:4-5; 5:17). “Solicitud” = Diligencia, con todo afán, haciendo todo esfuerzo para que el liderazgo honre a Dios.

7) El DON DE MISERICORDIA—esto se refiere a la compasión (ser un rayo de sol a un alma triste, afligida, enferma, sumida en la confusión y la duda). “Alegría” – alegre (es la misma palabra como en 2 Corintios 9:7). Alegre se refiere a quien puede disipar la tristeza y el desaliento, que puede despertar esperanza y ánimo en el corazón de quien está abatido, alguien que puede sosegar el corazón.

Pablo menciona en estos tres versículos (6-8) siete distintos y diferentes dones. Esta es sólo una muestra de los dones y la lista ciertamente no es exhaustiva. Uno de estos dones, el de profecía, era un don temporáneo que ahora “ha acabado” (1 Corintios 13:8), pero los demás dones aún son necesarios en las iglesias locales hoy día.

Es de vital importancia reconocer que las Escrituras enfatizan el mayor de todos los dones: el don de la vida de Dios, que es la posesión presente de todo creyente (1 Juan 5:11-12: Rom. 6:23; Juan 6:47). Ningún creyente carece de este don. Es nuestra primera y primordial responsabilidad procurar manifestar la vida resucitada de nuestro Señor Jesucristo (2 Corintios 4:10-11; Gálatas 2:20; 4:19; 5:22-23) por el poder del Espíritu Santo morador. Cada miembro del cuerpo de Cristo necesita mantenerse en una vital y debida relación con el Señor Jesucristo, permaneciendo en ÉL como la Vid Verdadera (Juan 15:1-5). ÉL es nuestra vida. (Colosenses 3:4). Mientras nos mantenemos en una vital relación con Cristo, Dios desarrollará nuestro don o dones para Su gloria y para el beneficio de la asamblea local de la cual formamos parte.

Romanos 12:9

“Amor”—es lo que busca lo mejor y lo supremo de Dios para la persona amada; incluye mi decisión y mi elección de dar de mí mismo por el bienestar de la otra persona sin considerar el costo o sacrificio personal. “Sin fingimiento” = sin hipocresía, franco, un amor que es genuino y sincero. No pretendas que amas, cuando no amas; no uses la máscara de amor. No pretendas que amas a alguien, demuéstralo. Ejemplos de amor hipócrita se encuentran en Santiago 2:14-16 y 1 Juan 3:16-18. Algunas personas aman con palabras pero no con hechos (1 Juan 3:18).

“Aborrecer” = odiar, rehuir de algo con horror, tal como rehuirías la muerte misma (de una raíz griega stug de la cual viene la palabra griega Styx que era el río del Hades, el río de la muerte). Lo malo = vil, malvado. “Los que amáis al Señor, ABORRECED EL MAL” (Salmo 97:10 y ver Proverbios 8:13; Amos 5:15). Los cristianos deberían ser reconocidos por su amor (Juan 13:35) y también deberían ser reconocidos por su odio. Debemos odiar las cosas que nuestro Dios odia. “Seguid” = asirse (firmemente) a algo, estar aferrado y dedicado a lo que es bueno, estar atado a lo que es bueno.

Nota: La idea de un amor sincero ocupa el resto del capítulo 12. En cierto sentido es otro “capítulo de amor” como 1 Corintios capítulo 13. Ciertamente, el amor de Dios es un tema importante en el capítulo 12 de Romanos.

Romanos 12:10

“Amaos los unos a los otros” = tener afecto, ser leales unos con otros, amar con ternura. Se refiere al amor y afecto que debería encontrarse en las relaciones familiares –afecto familiar, lealtad y preocupación. Se refiere al amor de relaciones cercanas, atados por lazos familiares. Los creyentes están unidos en la familia de Dios y deberían tener ese afecto y ese amor los unos por los otros (1 Juan 3:14). “Amor fraternal” = esta es la palabra griega “Philadelphia” que significa “amor por los hermanos”. Se refiere a aquel amor por nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “En cuanto a honra” –debemos honrar y valorarnos unos a otros; debemos ver el valor de la otra persona y debemos darle el debido honor y respeto. No trates a la persona como si no valiera nada. Si Cristo mora en esa persona, esa persona es valiosa.

“Prefiriéndoos los unos a los otros” – con una disposición humilde debería considerar a los hermanos creyentes como mejores que yo (ver Fil. 2:3). Otras versiones dicen: previniéndoos con honra unos a otros (Reina Valera 1909); “dando preferencia los unos a los otros” (Reina Valera 1977); “Dándose preferencia y respetándose mutuamente (Dios Habla Hoy). Cuán enceguecida por el orgullo está la persona que siempre se ve a sí misma como mejor y superior a los demás.

Romanos 12:11

“Perezosos” =indolente, flojo, negligente (comparar Mateo 25:26). “En lo que requiere diligencia” = esmero. La palabra significa afán, vehemencia, seriedad, celo, hacer todo esfuerzo para agradar al Señor en las cosas que hacemos.

Ferviente en Espíritu”—la palabra “ferviente” viene de un verbo que significa “hervir, burbujear”. Debemos estar espiritualmente ardiendo por el Señor, inflamados, hirviendo, llameando, fulgurando. A veces nos enfriamos y nos volvemos tibios (Ap. 3:16, 19). Dios quiere que estemos calientes, que tengamos un devoto entusiasmo y pasión por las cosas del Señor. Compare Tito 2:14— “celoso de buenas obras” (teniendo un ardiente celo por hacer lo bueno). ¿Cómo está tu temperatura espiritual? ¿Estás con fiebre? ¿Estás ferviente? Cuando se trata del entusiasmo por las cosas divinas, ¿estás en el punto de ebullición? En Hechos 18:25 leemos de un hombre así. “Sirviendo al Señor”—debemos estar constantemente sirviendo al Señor como siervos amantes. ÉL es nuestro bendito Maestro. Dios no quiere siervos perezosos. ÉL quiere creyentes que sean diligentes y fervorosos.

Romanos 12:12

Como creyentes debemos regocijarnos constantemente en la esperanza que tenemos. La esperanza se refiere a esa gloriosa futura expectativa que está garantizada porque Dios lo dijo. Al mirar hacia el futuro, podemos hacerlo con confiada y gozosa expectativa. El futuro es tan brillante como las promesas de Dios. La venida del Señor Jesús es una cosa segura. Todo hijo de Dios tiene un futuro muy brillante y esto debería traer gran regocijo a nuestros corazones. Romanos capítulo 8 tiene mucho que decirnos sobre nuestra expectativa futura.

“Sufridos en la tribulación”—la palabra “sufrido” lleva la idea de resistir con paciencia las vicisitudes de la vida, perseverando, soportando, persistencia, continuar, no darse por vencido sino proseguir a pesar de todas las dificultades y obstáculos y problemas y presiones. En 1 Tesalonicenses 1:3 leemos que la esperanza produce paciencia. Es por causa de la esperanza que podemos soportar y continuar en medio de la tribulación y del apremio. La esperanza mira más allá de las pruebas presentes y se aferra a las promesas de Dios. “Constantes” = adhiriéndose, persistiendo en. El creyente tiene que entregarse a la oración y afirmarse en ella. La oración  requiere esfuerzo y persistencia. No es fácil orar y no es fácil perseverar en ella (ver otros usos de este verbo en Hechos 1:14; 2:42; 6:4; Col.4:2).

Romanos 12:13

“Compartiendo” = comunicar, participar, tomar parte, tener interés en, contribuir. “Necesidades” = carencia. Hay creyentes que tienen verdaderas necesidades que yo puedo suplir. ¿Soy sensible a las necesidades de otros creyentes? ¿Estoy dispuesto a darme a mí mismo, mi tiempo, mi dinero, etc. para auxiliar esas carencias de una manera que honre a Cristo? “Practicando la hospitalidad”= esta es una expresión interesante y significa literalmente dedicarse o buscar con afán la hospitalidad. Es la palabra griega traducida “perseguir”. Un perseguidor es alguien que acosa y hostiga a alguien para herirlo. Un ejemplo bueno de un hombre que buscaba ser hospitalario es Abraham en Génesis 18:1-6 (nótese cómo corrió). “Hospitalidad” = amor hacia los forasteros. En cuanto a hospitalidad cristiana, ver 1 Ti.3:2; Tito 1:7-8; 1 Ti. 5:10; Hebreos 13:2 (una referencia a Génesis 18:1-6); 1 Pedro 4:9 y 3 Juan 5-8.

Romanos 12:14

“Bendecir” =hablar bien de (lo opuesto a “maldecir”, como vemos en este mismo versículo). “Persiguen” –es la misma palabra que se encuentra en el v.13 (“seguir la hospitalidad”). Aquí se refiere a quienes acosan y asedian a los creyentes con el propósito hostil de dañar y herir. Pablo nos está instruyendo a no pronunciar juicio sobre tales personas. No te desquites (él dirá más sobre esto al final del capítulo). En verdad, Pablo está repitiendo aquí las enseñanzas de Cristo Mismo (ver Mateo 5:44). “Maldecir”—ésta es la reacción normal hacia nuestros enemigos, pero no es la reacción cristiana. La última parte del capítulo 12 nos dirá cómo hemos de reaccionar y responder cuando la gente nos maltrata.

Romanos 12:15

Somos miembros de un mismo cuerpo. Dios nos ha unido unos con otros de una manera maravillosa. “Los miembros deben tener la misma solicitud unos por otros. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren; si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él” (1 Corintios 12:25-26). Debemos sentir los unos por los otros, participar de sus alegrías y de sus penas. Por cuanto soy un miembro del mismo cuerpo del cual también tú eres miembro, tus alegrías son mis alegrías y tus lágrimas son mis lágrimas. No soy independiente, sino que más bien estoy conectado con todos los demás miembros del cuerpo. Yo los necesito a ellos y ellos me necesitan a mí. Nota: a veces es más difícil regocijarse con una persona que llorar con ella. Esto es así por causa de orgullo, celos, envidia, etc.

Romanos 12:16

“Unánimes entre vosotros” = pensar lo mismo, estar de acuerdo, vivir en armonía, ser armonioso. No debemos estar fuera de armonía con el cuerpo (piensa en el cuerpo humano y cómo sería si un pie quisiera ir al norte y el otro pie quisiera ir al sur, si un ojo quisiera mirar a la izquierda y el otro hacia la derecha). Comparar Filipenses 4:2 y 2 Cor. 13:11. Los creyentes deben estar de acuerdo unos con otros, abrigar las mismas opiniones, ser UNÁNIMES. No debe haber desacuerdos o desavenencias. “¿Quién está a favor de glorificar a Dios?”  Todos están de acuerdo y dicen “¡AMÉN!” “¿Quién piensa que agradar a Cristo es una prioridad?” Todos están unánimes y dicen, “¡AMÉN!” “¿Quién quiere seguir a Cristo y pelear la buena batalla de la fe?” Todos dan un paso al frente y dicen “¡Yo!” “¿Quién odia el pecado y el error?” Todos responden, “¡Todos nosotros!” Esta es la clase de acuerdo que debe haber entre los creyentes. No debemos tener ambiciones y metas  diferentes. Esto no significa que nunca pueda haber desacuerdos serenos y honestos acerca de algunos puntos de la doctrina a medida que crecemos en el Señor, y nos debatimos con la verdad de Dios. Ninguno de nosotros entiende la verdad de Dios como debiera y ninguno de nosotros tiene un correcto concepto de todo. Dios lo tiene, pero no nosotros. La clave se encuentra en Filipenses 2:5—mientras más sentimos como Jesús, tanto más estaremos de acuerdo los unos con los otros. Cuando hay desacuerdo respecto a la verdad, entonces una de las partes (o ambas) no están de acuerdo con Cristo (están intencionalmente o por ignorancia fuera de armonía con el Dios de la verdad y con la verdad de Dios en este asunto particular). Cuando tenemos la misma visión que tiene Dios, estaremos de acuerdo los unos con los otros.

“NO ALTIVOS”—no ambicionen cosas demasiado altas. Esta es una advertencia contra la  ambición orgullosa (buscar cosas elevadas como honores y riquezas y posición y poder, no afanosos). No aspirar cosas elevadas (ver Salmo 131:1). “Con los humildes”—gramaticalmente esto puede significar dos cosas: 1) hombres humildes (masculino); 2) cosas humildes (neutro). “Asociándoos” – ser llevados con, ser acompañados por. El masculino significaría esto: asóciate con las personas humildes, no consideres a esas personas por debajo de ti (tenemos el ejemplo de Cristo que tenía amigos entre los publicanos y pecadores y marginados y pobres, etc.). El neutro significaría esto: acomódate a un modo sencillo, cede o sométete a cosas, condiciones y empleos modestos, en contraste con las cosas elevadas mencionadas.

“Sabios en vuestra propia opinión”—esta es una advertencia contra el ser presumido (tener una opinión muy elevada de ti mismo). No te creas sabio (no te estimes ser sabio—ver Prov. 3:7 e Isaías 5:21).

Romanos 12:17

“Mal por mal” = devolver mal por mal. “Paguéis” = recompensar, retornar, pagar, retribuir a alguien el mal que ha hecho (alguien te da un puñetazo en la nariz y tu le devuelves el mismo trato). Esta actitud se expresa de esta manera: “Te pagaré con la misma moneda. ¡Me desquitaré! ¡Me la pagarás! ¡No te saldrás con la tuya!” En vez de la regla de oro, tenemos una regla sucia: ¡HAZ A OTROS COMO TE HAN HECHO A TI O AÚN PEOR! Para otros pasajes del Nuevo Testamento que enseñan el mismo asunto ver 1 Tes. 5:15 y 1 Pedro 3:9. No des a la persona lo que se merece. Cuán agradecidos debemos estar de que Dios no nos da lo que merecemos (Salmo 103:10; Sal. 130:3-4).

¿Qué de la enseñanza del Antiguo Testamento de “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 21:24)? Esto significa que el castigo debe ser equivalente al crimen, y esto es un principio de justicia válido y verdadero. Una persona debe recibir exactamente lo que merece. Ver por ejemplo Génesis 9:6 (vida por vida). ¿Es cierto que el Antiguo Testamento enseña una doctrina de retribución en tanto que el Nuevo Testamento enseña la doctrina de no-retribución? Proverbios 20:22 y Proverbios 25:21-22 pertenecen al Antiguo Testamento y ambos enseñan la no-retribución. Romanos 13:1-4 pertenece al Nuevo Testamento y este pasaje enseña claramente que los malhechores deben ser castigados y que Dios hace ésto por medio de los gobiernos, etc. En Romanos 12, Pablo no está diciendo que los malos hombres no deben ser castigados. Su punto principal, como veremos, es que el creyente debe dejar que Dios, el Juez Perfecto, se haga cargo del mal y de las injusticias a Su manera y en Su tiempo (ver v.19 por ejemplo).

“Procurad” –esta palabra se usa en 1 Timoteo 5:8 (proveer para su propia casa). La palabra aquí significa “pensar en, tomar en consideración”. “Lo bueno” = honesto, moral, bueno y bello, noble, loable. Este versículo es una cita de Proverbios 3:4 en la Septuaginta y comparar con 2 Corintios 8:21. “Sean diligentes en hacer lo que es bueno y recto a la vista de todos”. Tenemos un testimonio. La gente está mirando y observando. Ellos saben cómo debería actuar un cristiano. Ellos observarán y verán acaso nosotros retribuimos como lo hace el mundo, acaso nos desquitaremos o no. Un versículo importante que da mucha luz sobre Romanos 12:17 es 1 Tesalonicenses 5:15.

Hoy estamos viviendo en una sociedad hinchada de pleitos cuyo lema parece ser “DEMANDAR O SER DEMANDADO”. El énfasis está sobre cuánto puedo obtener de la otra persona para mi beneficio personal. Esto es lo contrario del principio del amor como se expone en este capítulo. El amor siempre pregunta, “¿Cuánto puedo dar a esta persona aunque me signifique pérdida y sacrificio personal?” En una sociedad tan confundida, los creyentes, cuyos corazones están llenos del amor de Cristo, deberían alumbrar brillantemente. No es nuestra tarea usar y abusar de otros para nuestra ganancia personal.

Romanos 12:18

“Si es posible”—estas palabras implican claramente que no siempre es posible. “En cuanto dependa de vosotros” = si está a vuestro alcance. La paz es una avenida en ambos sentidos. Debemos poner de nuestra parte para vivir pacíficamente, pero no tenemos control sobre la conducta de otros. Yo puedo tener una bola de nieve y la otra persona tiene una. Yo puedo escoger no lanzarle la mía, pero no puedo controlar lo que él hará con la suya. El punto de Pablo es éste: la alteración de la paz nunca debería ser iniciada por el cristiano. El cristiano nunca debería ser el que quiebra la paz. “Estad en paz” significa vivir en paz, vivir pacíficamente”.

Hay cuatro pasajes en el Nuevo Testamento que indican al creyente que SIGA LA PAZ (la persiga, ir tras la paz): Romanos 14:19; 2 Timoteo 2:22; Hebreos 12:14 y 1 Pedro 3:11.

Romanos 12:19

Vengar” =tomar revancha, desquitarse (exigir satisfacción por el mal, castigando al malhechor). ¡No te desquites! “Dejad lugar a la ira” – da oportunidad para que la ira de Dios logre su propósito. Hazte a un lado y deja el asunto a Dios y deja el asunto con Dios. Cede y entrega a la persona a la ira de Dios quien cuidará de ello en el tiempo preciso y de la manera precisa.  Comparar Efesios 4:27—no deis lugar ni oportunidad al diablo para ejercer su influencia, no le den una ocasión. Dios quiere una oportunidad para tomar a Su cuidado los males hechos a Sus hijos y es Su derecho hacerlo así. Dios es el vengador de ira. Dios está mucho más airado con el pecado que nosotros. ÉL también es mucho más paciente que nosotros. Dios enderezará las cosas. Los malos no se saldrán con la suya. Yo no necesito desquitarme, Dios lo hará.

MÍA ES LA VENGANZA (castigo)”. Como dice en hebreo y en griego literal (ver Deuteronomio 32:35 y Hebreos 10:30), “¡MÍA ES LA VENGANZA!” “Pagaré” = devolver, retornar, retribuir con castigo o venganza. Los liberales y modernistas han dicho a menudo algo como ésto: “EL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ES UN DIOS DE JUICIO E IRA, CRUEL, DESPIADADO, VENGATIVO, PERO EL DIOS DEL NUEVO TESTAMENTO ES UN PADRE CELESTIAL DE AMOR Y MISERICORDIA”. Pero aquí en Romanos 12 se nos presenta un DIOS DE VENGANZA. Y en el Salmo 103:13 Dios es comparado con un Padre compasivo. Ver también Salmo 130:10, que implica que quienes no temen a Dios serán tratados según sus pecados y recompensados conforme a sus iniquidades. Ver también Salmo 103:17 que implica que la ira de Dios es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que no temen a Dios. Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo (y, por lo demás, este versículo se encuentra en el Nuevo Testamento—Hebreos 10:31).

Romanos 12:20

Aquí tenemos reseñado el amor a nuestro enemigo en forma práctica (comparar Mateo 5:44). Ver Prov. 25:21,22. El verdadero amor hacia el enemigo implica escoger DAR a esa persona lo que necesita a pesar de lo que sintamos hacia esa persona. Por naturaleza, una persona no tiene ganas de amar a su enemigo. Siente deseos de pegarle en la nariz o perforar los neumáticos de su automóvil, etc., pero no siente deseos de alimentarlo y darle de beber. Amamos a nuestros enemigos, porque Dios nos lo ha mandado (Mateo 5:44), no porque deseamos hacerlo. Si vas a esperar a tener ganas de hacerlo, nunca sucederá. Ver 2 Reyes 6:20-23 como un ejemplo de cómo Eliseo trató a sus enemigos.

“Ascuas de fuego” = brasas ardientes, carbón, tizón ardiendo. “Amontonar”-poner una sobre otra. Al alimentar y dar de beber a tu enemigo estarás amontonando carbones ardiendo sobre su cabeza. Obviamente, esto no ha de entenderse literalmente. “Cuando el sentido llano tiene sentido, no busques otro sentido, pues terminará en un sin sentido”, pero aquí, el sentido literal y llano no tiene un buen sentido. Sin embargo, para ilustrar lo que este versículo está diciendo, tomemos esta frase literalmente. Supongamos que estuvieras en una comida campestre y alguien te lanzara con intención y a quemarropa la pelota para que te pegara fuerte en la cabeza y luego te echara tierra en la cara y te escupiera. Tú podrías tomar algunos carbones encendidos al rojo y, mientras él no estuviera mirando, amontonárselos en la cabeza. ¿Crees que esto le gustaría? Por supuesto que no. Ese sería el peor trato que podrías darle a una persona. ¿Qué podría ser peor que eso? Eso sería insufrible. Eso dolería realmente. Dios está diciendo ésto: si quieres devolvérsela a tu enemigo, hazle bien. Eso sería un trato insufrible. Esa sería la cosa más efectiva que podrías hacer. Sería eliminar a la gente con amabilidad; vengarse con rectitud, destrozarlos con obras de amor y perseguirlos con paz. Considera a Esteban. Sus enemigos habrían preferido que él les arrojara piedras en vez de orar por ellos. Esto tiene que haber sido penoso para ellos. La próxima vez que te ofendan, procura de dar a tus enemigos el “tratamiento de amor” y confía que Dios lo use para obrar en sus corazones. (Nota: Hendriksen dice, “Los carbones de fuego simbolizan las quemantes punzadas de la vergüenza y contrición que resultan de la inesperada amabilidad recibida. La magnánima conducta de la persona ofendida, que devuelve bien por mal, tiene su efecto”—Romanos 9-16. Albert Barnes dice, “Carbones ardientes amontonados sobre la cabeza de un hombre, expresarían intensa agonía. De modo que el apóstol está diciendo que el efecto de hacerle bien a un enemigo sería causar dolor. Pero el dolor sería ocasionado por la vergüenza y el remordimiento de su conciencia, por una convicción de lo malo de su conducta, y por la comprensión del disgusto divino, que puede llevar al arrepentimiento” –Barnes, Apuntes, Hechos-Romanos).

Romanos 12:21

Aquí tenemos la forma activa y pasiva del mismo verbo. “No seas vencido” =pasivo; “vence” = activo. No permitas que el mal te conquiste (que tenga victoria sobre ti), sino vence el mal con el bien. Ahoga el mal en el bien. Yo conozco a un creyente dedicado, Paul McMillan, era mi compañero de estudios en el seminario. Era su deseo dar su vida como misionero a la misma gente que había asesinado a su padre en el campo misionero hacía muchos años. Este es un hermoso ejemplo de vencer el mal con el bien: desear entregar el evangelio de Cristo a las mismas personas que habían asesinado a su padre. En el corazón de este hombre no hubo lugar para la venganza, pero hubo lugar para el amor de Cristo. El resultado fue que Paul fue guiado por el Señor a otro campo misionero. Dios escogió no enviarlo al mismo lugar donde su padre había trabajado, pero Paul había estado dispuesto ir allí o dondequiera que el Señor quisiera enviarlo.

Esto concluye nuestro estudio de Romanos capítulo 12. Hay una conexión entre el capítulo 12 y el capítulo 13. Hemos aprendido que no es tarea del creyente castigar a los malhechores. Esta es tarea de Dios. ÉL es el vengador de ira. La venganza pertenece a ÉL. ÉL pagará a Su modo y en Su tiempo. El capítulo 13 nos habla de que una de las maneras en que Dios castiga a los malhechores es por medio del gobierno humano que ÉL ha ordenado y establecido (comparar 13:4).

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