LA DEIDAD DE CRISTO

 

 

Una Traducción Demasiado Engañosa

(Juan 1:1)

 

por Julius Mantey

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Este estudio ha sido escrito por George Zeller (los comentarios introductorios) y por Julios Mantey (el artículo principal). Provee alguna ayuda respecto de las enseñanzas erróneas de los Testigos de Jehová. Los Testigos de Jehová niegan que el Señor Jesucristo sea Dios y niegan que ÉL sea Jehová. Ellos enseñan, en cambio, que ÉL es una mera criatura, un ángel exaltado que Dios creó. Ellos enseñan erróneamente que ÉL fue la primera criatura que Dios creó, y que luego Dios, por medio de ÉL, creó todas las demás cosas. Este artículo trata con su falsa traducción de Juan 1:1, un versículo que enseña claramente que Jesucristo es Dios.

 

Los Testigos de Jehová traducen mal Juan 1:1: “En principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios” (Traducción del Nuevo Mundo, 1967). En su Apéndice tienen un artículo en el cual explican porqué lo traducen así y citan de A Manual of the Greek New Testament  por Dana y Mantey, para justificar su traducción.

 

Julius Mantey, al saber que había sido citado, escribió un artículo de dos páginas mostrando que no es correcto traducir este versículo como lo han hecho los Testigos de Jehová. El tituló su artículo A Grossly Misleading Translation. Mantey explica como experto la gramática de este versículo y el significado de la ausencia del artículo griego en la última frase del versículo 1. El artículo completo del Dr. Mantey es reproducido a continuación:

 

UNA TRADUCCIÓN GROSERAMENTE ENGAÑOSA

(A GROSSLY MISLEADING TRANSLATION)

 

Juan 1:1 que dice “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios,” ha sido horriblemente mal traducido, “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios”, en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, publicado bajo el auspicio de los Testigos de Jehová.

 

Puesto que ha sido usado mi nombre y nuestro Manual Grammar of the Greek New Testament es citado en la p. 744 para justificar su traducción, estoy haciendo esta declaración.


La traducción sugerida en nuestro Grammar para el pasaje en disputa es, “el Verbo es deidad.” La versión de Moffat es “el Verbo era divino.” La traducción de Williams es, “el Verbo era Dios Mismo.” Cada traducción refleja la idea dominante del griego. Siempre, cuando un artículo no precede al sustantivo en griego, puede considerarse  que ese sustantivo está enfatizando el carácter, la naturaleza, esencia o cualidad de una persona o cosa, como theos (Dios) lo hace en Juan 1:1, o puede ser traducido como indefinido en ciertos contextos como, como ellos han hecho. Pero por lo que sabemos, ningún erudito en el mundo ha traducido este versículo como lo han hecho los Testigos de Jehová.

 

Si el artículo griego está con ambos, Verbo y Dios en Juan 1:1, la implicación sería que ellos son una y la misma persona, absolutamente idénticas. Pero Juan afirma que “el Verbo era con (el) Dios” (el artículo definido precediendo cada sustantivo), y al escribirlo así, él indicó que creía que eran dos personalidades distintas y separadas. En seguida Juan dice que el Verbo era Dios, es decir, de la misma familia o esencia que caracteriza al Creador. O, en otras palabras, que ambos son de la misma naturaleza y que esa naturaleza es la más elevada que existe, es decir, divina.

 

Ejemplos en que el sustantivo en el predicado no tiene artículo como en el versículo de arriba, son: Juan 4:24, “Dios es Espíritu” (no un espíritu); 1 Juan 4:6, “Dios es amor” (no un amor); y Mateo 13:39, “los segadores son ángeles”, es decir, son del tipo de seres conocidos como ángeles. En cada ejemplo el sustantivo fue usado en el predicado para describir alguna cualidad o característica del sujeto, sea de naturaleza o de tipo.

 

El Apóstol Juan en el contexto de la introducción de su evangelio está quitando todos los obstáculos del lenguaje para retratar no sólo la deidad de Cristo, sino también Su igualdad con el Padre. El afirma que el Verbo era en el principio, que ÉL estaba con Dios, que Él era Dios y que toda la creación llegó a existir por medio de ÉL y que no existe absolutamente nada que no fuera creado por Cristo. ¿Qué más podría decirse, que Juan no dijera? En Juan 1:18 él explica que Cristo estaba tan íntimamente ligado con el Padre, que estaba en Su seno y que ÉL vino a la tierra para exhibir o dar a conocer a Dios. Pero si no tuviésemos otra declaración de Juan sino la que se encuentra en Juan 14:9, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre,” esto sería suficiente para satisfacer el alma que busca, de que Cristo y Dios son en esencia lo mismo y que ambos son divinos e iguales en naturaleza.  

 

Además, todo el tenor de la revelación del Nuevo Testamento apunta en esa dirección. Compare, por ejemplo, la declaración de Pablo en Colosenses 1:19: “Que en ÉL habitase toda plenitud,” o la declaración de Hebreos 1:3, “El cual, siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder.” Y nótese la majestuosa afirmación cósmica registrada en Mateo 28:19, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”

 

Y si lo contrastamos con esa menospreciativa implicación de que Cristo es solo un dios, ¿no detectamos pronto la discordancia? Una concepción así, ¿no está en conflicto con todo o parte del mensaje del Nuevo Testamento? Porque, si Juan, en medio de la idolatría de su día, hizo tales declaraciones, ¿no habrían recibido los oidores y los lectores del primer siglo un retrato totalmente inadecuado de Cristo, de quien creemos que es el Creador del universo y el único Redentor de la humanidad?

 

Robert Julius Mantey, A.B., Th.D., Ph.D., D.D.

Professor of Greek and New Testament

Northern Baptist Theological Seminary

Chicago, Illinois

 

 

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