De Ninguna Cosa Hago Caso

 

Hechos 20:24

 

 

 

¿O SÍ?

 

 

Dios pone a los Suyos con personas y en lugares que le ayudarán más a desarrollar las virtudes espirituales.

 

ÉL pone a uno que es ordenado junto a quien es descuidado, para que ambos aprendan lecciones. A menudo, el ambiente que nos rodea, no es sino una respuesta a nuestras oraciones.

 

ÉL pone a quien es rápido con alguien que es lento y alguien que es callado con alguien que es locuaz, para que el que es rápido, sea paciente con el que es lento, y para que el que es callado, sea paciente con el que es locuaz.

 

Oramos por mansedumbre y aparece una tempestad de tentaciones para que nos rindamos a la aspereza y a la irritación.

 

Oramos por sumisión y Dios envía sufrimiento, porque aprendemos la obediencia por medio de las cosas que sufrimos (Hebreos 5:8).

 

Oramos por paciencia y Dios envía a quienes nos ponen a prueba hasta el máximo, porque la “tribulación produce paciencia” (Romanos 5:3).

 

Oramos por victoria y las cosas del mundo nos inundan con un mar de tentaciones, porque “esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4; 4:4).

 

Oramos por unión con Jesús y Dios corta los lazos naturales y deja que nuestros mejores amigos nos malentiendan o se vuelvan indiferentes hacia nosotros (Juan 15:2).

 

Oramos por tranquilidad y todo en y a nuestro alrededor es confusión, para que aprendamos que “si ÉL diere reposo”, nadie podrá causar problema (Job 34:29).

 

Oramos por humildad y fortaleza y algún mensajero de Satanás nos atormenta hasta que yacemos en el polvo, clamando a Dios que lo quite (2 Corintios 12:7-8).

Deseamos seguir a Jesús y ÉL nos separa del hogar y de la parentela, porque ÉL Mismo dijo, “Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo” (Lucas 14:33).

 

Oramos por la vida del Cordero y se nos asigna una tarea humilde, o se nos ofende y no debemos buscar desagravio, porque ÉL fue llevado como “codero al matadero” y no abrió Su boca (Isaías 53:7).

 

Oramos por más amor y Dios envía un sufrimiento peculiar y nos pone con gente manifiestamente desagradable y les deja decir cosas que irritan los nervios, laceran el corazón y atormentan la conciencia, porque “El amor es sufrido, es benigno; no hace nada indebido, no se irrita; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta; el amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:4-8; Juan 15:9-10).

 

Oramos para ser útiles a ÉL y ÉL envía dolor y sufrimiento para que ÉL tenga la preeminencia aún en la cámara oscura

 

Oramos por oportunidades para servir y ÉL envía innumerables interrupciones y frustraciones para enseñar paciencia y humildad.

 

Oramos por un día ordenado y todo resulta alterado. “Nuestros tiempos están en Sus manos.”

 

Oramos por generosidad y Dios da oportunidades para sacrificarnos pensando en “las cosas de los otros” (Filipenses 2:4).

 

Oramos por libertad para hablar y por claridad mental y viene una lengua tartamuda, pensamientos y memoria lerda, recordándonos que “Dios ha escogido lo necio…para avergonzar a los sabios” (1 Corintios 1:27).

 

Oramos para que el “aguijón en la carne” sea quitado y Dios dice “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:7-9).

 

Oramos por puertas abiertas y por cuanto “hay muchos adversarios”, seguimos nuestro propio camino (1 Corintios 16:9).

 

Oramos por un cambio en nuestra situación, cuando lo que necesitamos es dejar que Dios nos enseñe a contentarnos (Hebreos 13:5; Filipenses 4:11).

 

Oramos por personas a las cuales hablar y ÉL nos encierra con ÉL, indicando que más se logra con la intercesión.

Pablo dice en Hechos 20:24,

 

“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mi mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”

 

 

 

 

Este estudio fue publicado originalmente por Berean Mission, Inc.