Estáis Completos en ÉL.

 

Un recordatorio vital para cada hijo de Dios comprado con sangre.

 

“Porque en Él (el Señor Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad “(Colosenses 2:9-10).

 

En Cristo mora la gloriosa completa totalidad de quien es Dios. Todo lo que Dios es, se encuentra en Cristo. Toda la gloriosa persona de Dios habita y mora en la persona del Señor Jesucristo. Todo lo que Dios es y todo lo que puede encontrarse en Dios, está encarnado en Cristo. Si usted desea tener acceso a Dios, Jesucristo es el camino para llegar a Dios. Dios en su totalidad, no una parte de Dios, está en Cristo. Dios está representado perfectamente en la persona de Jesucristo. Jesucristo es el DIOS-HOMBRE.

 

En el versículo 10 leemos que estamos “completos en Él” o “completamente llenos” en Él. La palabra “completo” del versículo 10 (el verbo) está relacionada con la palabra “plenitud” del versículo 9 (el sustantivo). La palabra incluye integridad y perfección. El verbo en el versículo 10 está en tiempo presente. Tú has sido llenado totalmente, con el resultado de que sigues siendo llenado totalmente. Fuiste completado en Cristo cuando fuiste salvo y ahora estás en una posición

de total suficiencia espiritual en Él. “Y estáis en Él, habiendo sido llenados completamente, con el resultado, que están en un estado de llenura en Él” (comentario de Kenneth Wuest). Se encuentra en el modo pasivo, dando a entender que es Dios, y no el creyente, quien realiza la llenura y que se efectuó al momento de ser salvos. Cuando lo recibiste a ÉL (Juan 1:12)  recibiste la plenitud de Dios. Estás completamente lleno en Él. Esta es una verdad trascendental. Dios es para ti, en Cristo, TODO lo que jamás puedas necesitar. ¿Estás viviendo a la luz de este glorioso hecho?

 

Cristo es todo. Él es la PLENITUD de Dios (versículo 9). Cristo es todo lo que necesito. Estoy COMPLETO (totalmente saciado) en Él (versículo 10).

 

Cristo en toda Su plenitud está EN TI (Colosenses 1:27). “Cristo en ti”, si eres salvo, es la plenitud de Dios. Cristo es tu PLENITUD. No solo está Cristo en ti (Colosenses 1:27), sino tu estás en Cristo (Colosenses 2:10). Estar en Cristo es estar en el centro de la plenitud de Dios. En Cristo está la plenitud de Dios y el creyente se encuentra en medio de Cristo, puesto en el amado Hijo de Dios. Y Cristo se encuentra en el centro de Dios y en toda la plenitud de Dios. “Y de Su plenitud tomamos todos” (Juan 1:16). “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:19; compare con 4:13). Toda la plenitud de Dios está en Cristo y tú estás completo en Cristo. Cristo es la plenitud de Dios. No necesitas nada más para estar completo. Cristo es tu completa suficiencia. Teniéndole a ÉL, lo tienes todo.

 

Los creyentes están en una unión vital con Aquel que es la plenitud de Dios y que los ha suplido con todo lo que puedan jamás necesitar. Si tienes a Cristo, ¿cuanto más gozo necesitas? ¿No es Él tu gozo (Juan 15:11)? Si tienes a Cristo, ¿cuánta esperanza más necesitas? ¿No es Él tu esperanza (1 Timoteo 1:1)? Si tienes a Cristo, ¿cuánta paz más necesitas? ¿No es Él tu paz (Efesios 2:14)? Si tienes a Cristo, ¿cuánto más consuelo necesitas? ¿Cuánto más poder necesitas?

¿Cuánta más sabiduría necesitas, sabiendo que en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3)? Teniéndolo a Él, ¿cómo es que te falta algo? “Teniendo siempre en todas las cosas lo suficiente” (2 Corintios 9:8), ¿qué más se puede agregar?

¿Qué más está faltando? Estamos en Cristo y debemos valernos de Su plenitud.

 

Jesucristo, en mi, hace que la práctica y la experiencia de Su plenitud sea una legítima realidad. La plenitud que tengo como creyente, es Cristo. No está solo Cristo en el corazón creyente, sino el corazón creyente también está en Cristo. El corazón creyente encuentra toda la plenitud de Dios en Cristo. El corazón creyente está en Cristo, en el centro de la plenitud de Dios. Dios ha hecho algo maravilloso. Dios nos ha colocado en Él mismo, en el centro de Su plenitud. Mi plenitud, mi suficiencia, mi integridad y rectitud no se encuentran en mí; se encuentran en Cristo, más aún en Cristo, que está en mí. Por esto es que todo lo puedo en Cristo (Filipenses 4:13). Por esto es que puedo “ocuparme” en mi salvación, porque “Dios es el que produce en mi”. ¿Cuán rico soy como creyente? Todas las riquezas y la plenitud de Dios se encuentran en Cristo y Cristo está en mí. Tenemos este TESORO en vasos de barro (2 Corintios 4:7). “Vosotros en mi y yo en vosotros (Juan 14:20). Precioso misterio. Bendita relación.

 

En y por nosotros mismos estamos en bancarrota. Estamos vacíos. Nos falta toda clase de riqueza, excepto que estamos llenos de nosotros mismos y llenos de pecado. Somos desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos (Apocalipsis 3:17). Pero en Cristo lo tenemos todo y en abundancia, sin que nada nos falte. Nada hay en el creyente; todo está en Cristo. Como dice un antiguo himno “Jesucristo ha sido hecho para mi, todo lo que necesito; solo Él es mi defensa, Él es todo lo que necesito. Sabiduría, justicia y poder, también santidad. Mi total y completa redención. Él es todo lo que necesito” (compare 1 Corintios 1:29-31). No poniendo confianza alguna en la carne, que nos gloriemos y alabemos en Él. ¿Te has dado cuenta que Él es todo lo que necesitas?

 

Hay un dicho “encuentro a Cristo idóneo”. Podríamos decir “Cristo es todo-suficiente”. Él es SUFICIENTE para cada SITUACIÓN. ¿Estás descansando en la total idoneidad de Cristo? ¿Eres completamente suficiente en el todo-suficiente Salvador? Porque estamos completos en Él, “hay recursos en Él, con los cuales podemos ser llenados, para que nada nos falte” (Calvino). Charles Wesley lo dijo así,”Tú, oh Cristo, eres todo lo que deseo, en ti encuentro más de lo que necesito”. El Apóstol lo dijo de esta manera, “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

 

Cristo es la PLENITUD de Dios y nosotros estamos COMPLETOS en ÉL. Puesto que podemos participar de Su plenitud, no necesitamos tener carencia de cosa alguna. “Y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16). Porque hemos recibido de Su plenitud, tenemos un incesante suministro de GRACIA. Piense en las olas del océano. Rompe una ola y es reemplazada por otra ola, y luego por otra ola. Ola sobre ola sobre ola. Siguen viniendo. Hay una infinita reposición de olas, una después de otra, continuamente. Así mismo es la gracia de Dios. Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia, gracia sobre gracia. La gracia de Dios se extiende en dirección al creyente, ola sobre ola, una interminable provisión, todo lo que necesitamos. “Pero el da mayor gracia” (Santiago 4:6, tiempo presente, “continua dando más gracia”). “Y poderoso es Dios para hacer que ABUNDE en vosotros toda gracia” (2 Corintios 9:8).

 

El Señor Jesucristo es más que suficiente. De Su plenitud hemos recibido todos. Como creyentes estamos en Él y Él está en nosotros y estamos completos en Él. No nos falta nada. Lo tenemos todo en Cristo, pero debemos apropiarnos de la suficiencia de Cristo en vista de nuestra bancarrota. Somos competentes en Su suficiencia. “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?...nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 2:16; 3:5). Que Cristo, quien es la plenitud de Dios, sea todo para ti en estos días y quieras encontrar en Él tu entereza y la fuente y el manantial de todo lo que necesitas. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

 

Completo en Ti—saciada toda necesidad. Ninguna cosa buena me ha sido negada. Puesto que Tú, Señor eres mi porción, no pido más que ser completo en Ti. Amado Salvador, cuando todas las tribus y lenguas estén reunidas ante Tu tribunal, yo estaré entre Tus escogidos a Tu mano derecha, completo en Ti.

                                                                                           Aaron R. Wolfe